Por Gabriel Fernández*
El debilitamiento del gobierno es inevitable. La exposición del triste ministro Hernán Lacunza informó a la sociedad que el grupo orientado por Mauricio Macri postergará unilateralmente los pagos de Letras y buscará una renegociación con el Fondo Monetario Internacional.
Desde que el proyecto oligárquico recibió un fuerte impacto en las urnas durante las recientes elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias no ha dispuesto una sola medida destinada a dinamizar el mercado interno y frenar el industricidio. El timón fijo de la operatoria de negocios, continúa.
La alocución oficial del miércoles estuvo sostenida en un disparatado argumento: el peronismo no deja gobernar a las gestiones de otras vertientes. Así la agrupación gobernante, que recibió en 2015 un país ordenado y en crecimiento, tras adoptar las medidas adecuadas para hundir la economía, descarga en la oposición la responsabilidad de una crisis inducida.
Ante la catástrofe, generada por un programa económico destinado a transferir los recursos de las zonas productivas del país hacia los espacios rentísticos y primarizados, las informaciones difundidas por los medios monopólicos y sus satélites realizan un juego sobre el cual es preciso tomar algunos recaudos.
En todos los casos se evidencian segmentadamente las secuelas, las consecuencias del programa aplicado desde comienzos del 2016. Nadie hace referencia a los ejes del mismo ni a las causas que derivaron en este presente.
Los movimientos sociales, ignorados por las coberturas durante tres años y medio, han vuelto a las tapas. Dólar y riesgo país, arriba como pocas veces, en letras de fuste. Los indicadores de pobreza y desempleo se van conociendo y operan como lápidas que despiden la administración macrista. El derrumbe productivo, es inocultable.
Ningún medio concentrado señala que la acción oficial para transferir recursos y hundir la industria en beneficio de los sectores parasitarios tenga algo que ver con lo que sucede. Esto no debe dejarse pasar por “obvio” como suponen algunos, porque ya no está en discusión el efecto del modelo sino su base misma, con el objetivo de construir otro, de rasgos contrastantes.
Puede resultar aconsejable dejar de lado la reproducción seca de las “críticas” de los grandes medios al macrismo -aunque las consideremos síntoma del debilitamiento acelerado del gobierno- y batallar sobre la interpretación de fondo, con datos certeros en mano, acerca de las razones hondas que condujeron a esta caída.
El debate, en este tramo de campaña en ciernes, está en el nudo del problema, no en la epidermis de sus derivaciones. Ahora, cuando no hay que argumentar demasiado para mostrar los resultados, es preciso afirmar el diagnóstico profundo sobre la diferencia entre un Estado conducido por el interés y el concepto nacional popular que el regenteado por empresarios orientados a la obtención inmediata de beneficios particulares.
Hemos ingresado en la etapa final del gobierno del PRO Cambiemos UCR (a no olvidar todos sus componentes) y es preciso impactar sobre su esencia para realzar los caminos futuros.
(*) Área Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal