Por Lucas Molinari (*)
En Iguazú y Osvaldo Cruz un acto masivo. De repudio a la violencia institucional. Para gritar en conjunto las injusticias. Y plantar hacia delante los desafíos de las organizaciones populares.
«Me vinieron a saludar muchas madres y amigos de chicos desaparecidos. Que les pasó lo mismo que a mi, pero no la pudieron contar. Y yo estoy en representación de todos ellos». Iván, de 18 años, militante de La Garganta Poderosa, así se abrazó con tantas historias. Como la de Miguel Bru, torturado hasta la muerte el 17 de agosto de 1993. O la de Luciano Arruga, asesinado por la policía bonaerense en 2009.
Nacho Levy, referente de La Poderosa planteó «Ahora más que nunca de esta proclama testimonial tiene que salir una plataforma de unidad para pelear todos juntos por los derechos humanos de los villeros también». Es este sentido propuso a la militancia presente: «De acá en adelante aspiramos a poder construir una estrategia común de los movimientos populares, independientemente de las diferencias, de las banderías para llevar adelante una experiencia que en Zavaleta está funcionando que es el control popular de las fuerzas de seguridad».
Horas antes del acto la Prefectura informó que habían dado «de baja» a los uniformados involucrados en el caso. Sin embargo, Horacio Verbitsky, del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), aclaró que eso no significaba «más que un tirón de orejas». Porque la institución no está abriendo ni un sumario para los efectivos, ni una investigación sobre lo ocurrido.
El titular del CELS destacó el silencio del Ministerio de Seguridad que conduce Patricia Bullrich, que no dijo nada sobre el hecho. «Un silencio consecuente», planteó Vervitsky que afirmó: «Les sueltan la rienda para que hagan lo que ellos quieren y los respaldan hagan lo que hagan».
A los discursos se sumó la palabra del Indio Solari cuya carta hoy está ampliando con fuerza la difusión de lo ocurrido: «Siempre hubo torturas, en algunas épocas menos y en otras más. He vivido en carne propia cómo se siente estar en ese lugar, porque me dieron picana dos veces en la misma noche, mientras los presos pasaban a ver quién era yo, que estaba ahí por averiguación de antecedentes. Me salvó uno de ellos, cuando me dijo que no tomara agua porque me provocaba una electrólisis». Cabe destacar que desde el 2010 existe un Registro Nacional de Casos de Tortura, temas invisibilizados por los medios y ni hablar por el periodismo que agita el discurso de mano dura y justicia por mano propia.
También Solari caracterizó al gobierno nacional: «Es un gobierno de CEO, de empresarios, que ven absolutamente todo de otro modo: ven estadísticas y cifras, aunque tampoco en eso les está yendo bien. Pero olvídense, esa gente no va a pensar nunca en ustedes, de manera generosa o respetuosa, porque creen que ustedes, los villeros, son un peligro. Y el peligro lo generan ellos, sometiéndolos a circunstancias sociales tan difíciles de sobrellevar, mientras vemos la tele gratis, porque les sirve para vender cosas».
Ahora bien, este grito de Nunca Más, se da en el contexto del avance de la políticas represivas. Vervitsky informó de un dato elocuente: «En los primeros dos meses de los Operativos de Control Poblacional Conjunto fueron interceptadas por las fuerzas de inseguridad 85.445 personas. Estos son datos oficiales del Ministerio de Seguridad. De esas personas sólo fueron detenidas 312. Es decir el 0.36%. Esto quiere decir que el 99.64% de las personas requisadas, molestadas, humilladas no tenían absolutamente nada en infracción de ninguna ley. Esta información es la prueba de cuál es el sentido de estos operativos. Esto es para controlar, para disciplinar».
(*) Periodista de Radio Gráfica. Conductor de Punto de Partida (lu a vie 8 – 10 hs).
