Roberto Mero, periodista argentino radicado en Francia, dialogó en La Señal sobre la crisis actual en la Argentina y el contexto francés y europeo. “Lo que pasa en Argentina es lo que sucede en el resto del mundo. Cuando Macri habla del mundo, habla de un mundo que no existe. Cuando ellos hablan del FMI, mienten políticamente. Su ´mundo´ es algo anacrónico”.
Entrevistado por Gabriel Fernández, informó sobre el periodismo en Francia y Europa “se da un proceso de concentración acelerado y grave. Cada vez más antidemocrático, menos horizontal y le cierra las puertas al movimiento social. La prensa contestaria en Francia está cerca de desaparecer” porque «dependen de un subsidio del Estado y basta que les recorten para que las empresas periodísticas caigan. Como el caso de Liberátion, casi mítico en el periodismo de izquierda, que ha caído en las manos de Rothschild”.
La Argentina es reconocida por la historia y el papel clave de sus sindicatos en contraste con otras partes del mundo “en Europa se ha extinguido la cultura de la autoproducción cooperativa. Allá existía. Pero el enemigo, de una manera muy clara, ha tratado de viciarla con otros tipos de contenidos”.
Sin embargo, en este capitalismo del caos, Francia ve surgir a los Chalecos Amarillos, un “movimiento socialmente heterogéneo” que se ve agredido por “lo que allá se conoce como la Propagandastaffel (escuadrón de propaganda), es decir la repetición de la radio nazi”.
Resaltó que “Macron con un programa de aniquilamiento de las conquistas sociales habla de cómo acabar con la memoria social de la resistencia. Es el mismo discurso de Macri, quien hace referencia a los 70 años que quiere borrar de la memoria argentina”.
Respecto a Macron, manifestó “el mundo está siguiendo otro decurso y esto se evidencia en los acuerdos internacionales. Es decir, está mirando qué hace Trump o Merkel, cuando el mundo está pasando por el acuerdo de los BRICS. Por los acuerdos entre Rusia y China, que no se hacen más en dólares. Y Portugal hay una política peronista, porque de tener un crecimiento de -4 pasaron, en tres años, a 5 por año. Nadie habla en Europa de Portugal”.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) modificó muchos comportamientos luego de la crisis de las hipotecas o financiera Subprime del 2008 y 2009: “no se puede prestar a países en los cuales hay dictaduras, en los que gobierna un solo partido, en los que el dinero va a la bicicleta financiera, donde se mantiene en el interior una oligarquía o una minoría que no pagan impuestos. Todos los contratos firmados por Christine Lagarde son antilegales desde el punto de vista del propio reglamento del FMI”.
Pese a los préstamos contraídos y el endeudamiento de la Argentina a escalas mayores, el periodista afirmó “los técnicos del FMI en el último acuerdo del año pasado se pronunciaron en contra del préstamo a Macri porque violaba los reglamentos del propio FMI”.
Y aseveró “esto no lo van a poder pasar porque las Naciones Unidas, que se portaron como garantes del reflotamiento de los Bancos en el año 2008 y 2009, consideran que un gobierno como el de Macri, donde lo más fuerte de su gabinete tiene la plata en Panamá, es como si estuviera ligado al cartel de Medellín o al cartel de Cali”.
En contraste con la guerra judicial latinoamericana, señaló el vínculo entre el poder político y judicial en Francia “forma parte de la crisis global que nos está dando los Estados Unidos en Europa con el tema de la corrupción. Se llama República de los Jueces. Hay una batalla internacional. Sobre todo, en Europa, que de un lado es respetar los avances hechos a partir de la ley, a partir de las conquistas, a partir de los derechos escritos, las constituciones y los acuerdos internacionales. Esto es un bloque. Y frente a esto se levantan jueces que quieren hacer la ley a partir de sus decisiones. Durante su gobierno, Nicolás Sarkozy, que es el proto Macron, instaló jueces decisivos que le sirvieran a él, a sus negocios y a sus amigos”.
Sobre el control de la veracidad de la información en el país europeo apuntó que “en medio de la gran crisis en 1881, se estableció una ley determinando cuál era la responsabilidad de un periodista y de los editores. Es un derecho acusar a alguien, pero es un deber darle una tribuna para que responda (derecho a réplica). Además, no podés acusar sino tenés la prueba para sostenerla. Esto no quiere decir que algunos tipos salgan a decir lo que quieran, pero la pueden pagar con mucha plata o con la cárcel”.
Finalmente, desde la parte jurídica “el Consejo Superior Audiovisual tiene que dejar a cada partido el porcentaje que le corresponde, velar por la igualdad de la difusión. No siempre se garantiza, pero es una gran palanca de todos los sectores sociales y políticos para generar sanciones económicas a los medios que no lo hacen”.
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