
Por Valeria Rodríguez*
La situación en Yemen, el país árabe más pobre, o mejor dicho empobrecido, es cada vez más preocupante y las Naciones Unidas, analizan declararla como tercer hambruna oficial después de Somalia y Sudán del Sur.
Una evaluación encabezada por el mismo organismo y programada para mediados de noviembre determinará cuán cerca está Yemen de convertirse en el tercer país donde se declara una hambruna, incluso ,la semana pasada, el jefe de ayuda de las Naciones Unidas,Onu, Mark Lowcock, advirtió que la mitad de la población del país, aproximadamente 14 millones de personas, dependía totalmente de la ayuda externa para sobrevivir y se encontraba en «condiciones previas a la hambruna».
Yemen es peor tragedia del siglo XXI, donde no solamente transcurre un conflicto bélico absolutamente desigual sino también un proyecto de desintegración político, económico y social a cargo del príncipe heredero de Arabia Saudita Mohammed Bin Salman, quién se ha mantenido en los encabezados de los periódicos internacionales en las últimas semanas tras el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi.
El conflicto queda en un segundo plano al ver la situación económica deplorable del país, por un lado, los bombardeos destruyeron la obras públicas, escuelas y dejó a Yemen hecho añicos y por otro lado, Arabia Saudita impuso medidas económicas de bloqueo, restricciones de importaciones así como la retención salarial de casi un millón de trabajadores públicos, teniendo en cuenta que es la principal fuente de trabajo del país, con el objetivo de debilitar a los Huties, lo cual no hace más que destrozar la economía empujando a millones de personas a la pobreza extrema.
A su vez, la moneda se ha debilitado profundamente y los precios de los pocos alimentos que pueden ingresar al país han aumentado de manera considerable como para que el grueso del pueblo no pudiera llegar a comprarlos. No obstante, durante las últimas semanas, el colapso económico se ha incrementado a una velocidad alarmante, por lo que altos funcionarios de la Onu han tenido que revisar sus predicciones de hambruna.
La niñez es la más afectada y en los hospitales constantemente aumentan los casos de desnutrición y hambruna, de los casi dos millones de niños desnutridos en Yemen, 400.000 son considerados como gravemente enfermos y se debaten entre la vida y la muerte.
El año pasado, Unicef a través de un informe hizo un llamamiento a que se adopten las siguientes medidas urgentes al respecto a través de una solución política inmediata que ponga fin al conflicto a través de negociaciones entre las partes, priorizando y defendiendo los derechos de los niños en un país destruido por la guerra.
También llamó a que se terminen las graves violaciones de los derechos de los niños buscando un aumento masivo e inmediato de la respuesta multisectorial para combatir la desnutrición entre los niños y las mujeres embarazadas, así como mejorar el acceso humanitario en todo el país ya que es imprescindible para llegar a los más vulnerables, subraya el informe.
Pero la respuesta de Arabia Saudita y sus aliados fue la intensificación de los bombardeos y un programa de ahorcamiento económico que no hace más que acrecentar la crisis humanitaria, de hecho, los ataques en puentes, fábricas, botes de pesca e incluso campos sugerían que tenían como propósito destruir la producción y distribución de alimentos en las zonas controladas por los hutíes pero lo cierto es que se trata de un proyecto de desarticulación social.
Una Hambruna de ingresos
La guerra económica comenzó en 2016 cuando el gobierno yemení, con el respaldo de Arabia Saudita, transfirió las operaciones del banco central de Saná, la capital controlada por los hutíes, a la ciudad sureña de Adén.
El banco, cuyas políticas son dictadas por los sauditas, comenzó a imprimir grandes cantidades de dinero nuevo lo cual provocó una espiral inflacionaria que erosionó el valor de los ahorros que tenía la gente. A su vez, la entidad financiera dejó de pagar el salario de los empleados públicos en zonas controladas por los hutíes, donde vive el 80 por ciento de los yemeníes, lo que provocó que cientos de miles de familias en el norte de pronto se quedaron sin ingresos. A esto se le suma el bloqueo a las importaciones de medicinas y alimentos que impactan directamente en el funcionamiento de los hospitales y la ayuda humanitaria, tengamos en cuenta que éste año, un brote de cólera se llevó la vida de más de un millón de yemeníes, lo cual se podría haber evitado.
Los organismos de ayuda humanitaria no están pidiendo cargamentos de provisiones de emergencia, sino medidas urgentes para rescatar la economía hecha pedazos. “Esta es una hambruna de ingresos”, dijo Lise Grande, coordinadora humanitaria de Naciones Unidas para Yemen “La clave para detenerla es asegurar que la gente tenga dinero suficiente para comprar lo que necesita a fin de sobrevivir”.
Khashoggi, Yemen y la Alianza Saudí con Estados Unidos
Por otra parte, un tema que no pasó por alto durante éstas últimas semanas es el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, uno de los comunicadores más críticos al régimen saudí en el periódico The Washington Post, quién le prestaba mucha atención a Yemen y tras su desaparición y posterior muerte, dejó a la vista la fragmentación política norteamericana frente a su coalición con Arabia Saudita, ya que si bien Donald Trump apoyó a Bin Salman, varios senadores de su propia fuerza salieron en su contra.
A su vez, esta semana, para calmar las aguas y lavar sus culpas ante las declaraciones en favor de Arabia Saudita de su Presidente, el secretario de Defensa de los Estados Unidos, Jim Mattis, y el secretario de Estado, Mike Pompeo, han pedido un cese rápido de las hostilidades en Yemen.
Mientras tanto el régimen de Bin Salmán también busca limpiarse de las críticas y la Onu salió en su salvataje.
Inclusive esta semana, apareció un titular en el periódico The Guardian, donde Bin Salmán pidió que se hiciera buena publicidad sobre un documento de la Onu en relación a la ayuda económica a Yemen.
El documento del organismo, titulado Plan de visibilidad, cubre los términos del presupuesto humanitario de 2018 para Yemen, y muestra hasta qué punto el organismo de ayuda de la Onu, Ocha, fue presionado para aceptar los hilos de relaciones públicas adjuntos al dinero otorgado por Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Los dos países proporcionaron casi un tercio del presupuesto humanitario total de la ONU para Yemen para este año.
Las subvenciones futuras distribuidas por Ocha a las agencias deberían estar vinculadas a la cantidad de publicidad beneficiosa que se ha dado a Arabia Saudita, según los documentos.
También pide a Ocha que busque publicidad favorable para el esfuerzo humanitario saudita en Yemen en periódicos como el New York Times y The Guardian.
El documento también establece cómo todas las agencias que reciben ayuda saudí deben compartir un resumen de su publicidad sobre la financiación. El acuerdo agrega: “Consideramos que es muy importante asegurarnos de que nuestros queridos compañeros yemeníes estén al tanto de nuestras donaciones. Se debe hacer mayor hincapié en fortalecer el plan de visibilidad local al involucrar a los medios locales … para que los donantes tengan un merecido reconocimiento y no sean eclipsados por la visibilidad de las agencias receptoras «.
Según lo establece el plan, la Onu convocará eventos su sede centrados en la respuesta humanitaria en Yemen y el impacto de toda la financiación de los donantes. Estos eventos reconocerán los roles de todos los donantes, incluyendo Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.
Frente a la crisis humanitaria en Yemen, la Onu, continúa apañando a Arabia Saudita y no es la única vez que lo hace sino que en febrero del año pasado, a través del Consejo de Seguridad, firmó las sanciones económicas que aún continúan en el país haciéndolo cómplice de la crisis humanitaria yemení.
(*) Columnista de Feas, Sucias y Malas