En abril comenzó, en el Congreso de la Nación, la presentación de argumentos en favor y en contra de la despenalización y legalización del aborto. Para quienes se tomaron el tiempo de seguirlo, podría decirse que fueron ricos en contenido, por trayectorias diversas de las y los ponentes, enfoques disciplinarios, historias de vida, etcétera. Finalmente, la cámara baja del parlamento votará el próximo 13 de junio, en una jornada que estará acompañara de un acampe fuera del congreso, vigilia y marcha federal por el aborto. Si pasa, irá luego a Senado.
Diferentes voces se pronunciaron en ese sentido. Una de ellas es la historiadora e investigadora del CONICET Dora Barrancos, quien dialogó con el programa Feas Sucias y Malas y sostuvo tres ejes en torno a su postura. Primero, dijo: “Hay un problema gravísimo, que subraya la diferencia de clases entre las mujeres. Las de clase media y de sectores altos históricamente han podido concurrir a clínicas higiénicas, seguras y crípticas, es decir, se ha mantenido el secreto. Mientras tanto, las mujeres de los sectores populares, trabajadoras y de familias trabajadoras, para interrumpir el embarazo, han pasado por un desfiladeros atroces y en general les ha pasado que se han encontrado con la muerte o experiencia que han trastornado completamente su cuerpo. Esto ya es inequitativo, in-democrático”.
En segundo lugar, agregó el hecho de que el aborto es una práctica que ya se realiza: “Existe una larga legitimidad social del aborto en la Argentina. Sino no se puede interpretar como del siglo XIX para el XX, con el correr de las décadas, las mujeres argentinas hicieron una revolución silenciosa que fue disminuir drásticamente el número de hijos. Cómo se pudo entonces disminuir el número de hijos si no fue con interrupción voluntaria del embarazo. Porque todas las técnicas (métodos anticonceptivos) eran falibles. Siguen siéndolo, no hay seguridad 100 por 100 por ciento”.
Como un tercer argumento, expresó: “Si se trata de una cuestión de derecho elemental, de derecho social, porque incorpora a la democracia la vida de muchas más mujeres, el punto de vista que sostengo es el del derecho a la vida sexual en las mismas condiciones que los varones. Porque ahí hay algo de coacción y de cohibición de un derecho fundamental como es a la sexualidad y al disfrute sexual. Toda mujer en edad fecunda realiza el acto sexual, aunque haya tomado todos los recaudos, acompañada con la posibilidad de quedar embarazada. Imaginemos que si a los varones se les hubiera cohibido la sexualidad hubieran hecho revoluciones y revoluciones. Hoy día no se puede recorrer el andarivel de los derechos humanos sin acertarle a los derechos de la sexualidad, al deseo y al placer sexual”.
Es un debate que, sin dudas, hace muchos años viene impulsando el movimiento feminista, y que tiene firmes opositores, así como posturas más nebulosas que aún ven con malos ojos esta demanda de una porción enorme de pueblo. Entre los argumentos variantes de ese sector, los últimos meses se escuchó: es un debate “de la clase media”, implica “la despoblación de la Patria”, es un debate que “beneficia a Macri”, es un supuesto “caballo electoral del Gobierno”, destruye el concepto de “familia”, todavía hay que “debatirlo más a fondo”, “las feministas creen que toda mujer querría abortar”…
En diálogo con Úrsula Asta y Valeria Rodríguez, la investigadora fue consultada sobre las intenciones de Macri: “Es una tentativa de nebulosa, yo estoy segura, desde el punto de vista de cómo devino esa facultad que Macri le dio a sus representantes, no nos iba a facultar a nosotras las mujeres, faltaba más. No son mayoría de todos modos”.
Y analizó que “alguien inventó esto en un momento que se deshilachaba la imagen positiva del presidente” y que “venía en suba algo muy interesante de aceptación de toda la comunidad y de las mujeres especialmente, respecto a acompañar a aquellas mujeres que salieron a denunciar acosos y violencia sexual”. “Aquí en Argentina hubo expresiones de testimonio y hubo una empatía enorme de la sociedad argentina sobre eso. Y esas situaciones además las viven sobre todo las adolescentes, las muy jóvenes, que no quieren pasar por las hordas horribles de estas experiencias. Allí, los inventores de la pólvora detrás de la gobernanza propusieron esto. Es un modo de huir hacia adelante”, marcó.
“Estos días he recordado que no es la primera vez que en una encrucijada de contexto muy adverso hayamos conseguido derechos. Por ejemplo, 1968, en la dictadura de Onganía, el Ministro Borda aumentó nuestros derechos civiles considerablemente ¿Por qué? Porque quedaba como rémora del pasado, del sujetamiento de la mujer casada al varón, el hecho de que las propiedades no podían ser manejadas por las mujeres sin el consentimiento del marido. El marido tenía que firmar siempre que una mujer era dueña, porque era quien consentía la renta de esa tierra”, indicó.
Y siguió: “De modo que el Ministro Borda, pensando en las mujeres de su clase, no tengo la menor duda de eso, y que era algo que menoscababa la autonomía de esas mujeres que él conocía muy bien, amplió considerablemente nuestra vida civil. Fue Borda en 1968 el que modificó esto y no encuentro una sola marca historiográfica que diga ´qué interesante ha sido el gobierno de Onganía´”. Concluyó, entonces: “No pueden utilizar esto, porque no veo gente conservadora hacer campaña ´conquistamos el aborto´. No lo pueden hacer”.
Al mismo tiempo que sostuvo que “esto resultó de una maniobra”, planteó que como contraparte “la campaña (por el aborto legal, seguro y gratuito), que es de todas y todos los hombres de buena voluntad, logró este plenario de las cuatro comisiones”.
Sobre los argumentos en contra sostuvo que “algunos son muy machacadores en orden a producir impresiones de imagen. La verdad es que sinceramente un feto fuera de la madre es un feto muerto, es algo terrible. No se puede construir algo así, el feto tiene vida intrauterina cuando tiene vida. La especie humana y el maravilloso proceso que lleva a que haya parto se hace dentro del vientre, no fuera. No hay posibilidades de darle desarrollo definitivo al feto extrauterinamente. Esas imágenes son incorrectas. Incluso hay construcciones casi arquitectónicas”.
También, explicó que “algunos de esos argumentos son más reflexivos y cuando se les preguntó si estaban de acuerdo en llevar a prisión a mujeres que abortan, algunas dijeron que no. Ahí hay una buena concesión en el camino que queremos, porque hoy la pena es de prisión”.
En relación a lo anterior, contó: “Ningún país tiene despenalizado el aborto, tienen formulas reglamentadas sobre aborto. La mera despenalización implica que llevemos todo al campo de la salud y ahí hay una trampa. Porque en realidad lo que queremos es una ley de legalización del aborto, que se haga en determinadas condiciones y que se acceda a la gratuidad. Seguridad y gratuidad. Entonces queremos la reglamentación, la legalización. Además, pensemos algo: nadie puede ser forzada a un aborto. Sí, en condiciones de altísimo riesgo”.
Sobre la puesta en marcha en el caso de salir la interrupción voluntaria del embarazado, describió: “Si sale tal como la queremos, tiene que haber una adecuación total de todos los servicios públicos, de todas las obras sociales, de toda la oferta de salud. Se dice por ahí que esto va a ser muy caro, de ninguna manera va a ser muy caro. Los fármacos deben estar a disposición mucho más económicos. Hubo una suba brutal del misoprostol, que tiene que ver con la coyuntura. Hay fórmulas de fármacos y circunstancias muchísimo menos cruentas que la intervención directa. Va a haber que adaptarse, que tener recursos previstos; pero esto es mucho más económico que atender circunstancias pavorosas de mujeres que se han auto-infringido y que llegan con situaciones de infección generalizada. Se trata de hacer un cálculo económico razonable”.
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