Por Úrsula Asta (*)
“Flota en el aire, la verdad. Va buscando algún lugar para aparecer. Cuando alguien la mira, ella está. Siempre se deja ver”, suena la letra de la canción de la cantautora Mariela Milstein. Mientras, Analía Kalinec comienza su historia en el estudio de Radio Gráfica. Ese tema musical que se titula “Hijos del horror”, dice, lo adoptaron como un himno dentro del colectivo Historias Desobedientes, Hijas, Hijos y Familiares de Genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Otro de los integrantes de este colectivo es Pablo Verna, compañero de vida de la cantautora Milstein. Quien se inspiró en la historia de él para escribir esa canción. En su búsqueda por que aparezca la verdad, el pasado martes 7 de noviembre las Historias Desobedientes presentaron en el Congreso de la Nación un proyecto para poder denunciar y declarar en contra de sus padres genocidas. Lo cual hasta hoy está prohibido en la Argentina en cualquier proceso penal, con excepción de ser víctima directa.
“Presentamos este proyecto de ley, cuyo autor es Pablo Verna. Él es abogado y en el recorrido que viene haciendo -cuenta Analía Kalinec-, Pablo se encuentra con un dilema ético y es el testimonio por parte de su papá de que participó en los vuelos de la muerte inyectando personas que luego eran arrojadas al mar”. Julio Alejandro Verna, el papá de Pablo, es médico con grado de Capitán retirado del Ejército Argentino. Trabajaba en el hospital que funcionaba dentro del centro clandestino de Campo de Mayo.
“En mi caso, en el año 2010 di testimonio para un diario y la querella toma mi testimonio y lo aporta a la causa. Y en la sentencia aparece desestimado por parte de los jueces, haciendo referencia a estos artículos que queremos remover. Pero en mi caso, de mi papá había sobrevivientes y testigos. Hubo reconstrucciones que ubicaban a mi papá participando en los grupos de tareas. En el caso de Pablo no hay sobrevivientes, entonces él se convierte en una fuente indispensable de prueba. Por eso nos parece tan importante discutir esto con el objetivo de buscar más verdad, más memoria y más justicia”, sigue Analía.
El papá de ella es Eduardo Emilio Kalinec. Integró la Policía Federal y está condenado a cadena perpetua por su participación en el circuito Atlético-Banco-Olimpo (ABO). La historia de Analía tiene puntos comunes y a la vez diferentes a las experiencias de las otras hijas e hijos: “Hay hijos dentro del colectivo como yo, que nací en dictadura; hay otras hijas que eran adolescentes cuando fue la dictadura. Entonces ellas dicen `Yo viví con un padre genocida y con un padre no genocida´. En el caso puntual mío, nunca supe que era genocida. Yo me entero cuando se reabren los juicios. Vivía sola ya y un día me llama mi mamá por teléfono y me dice `Papá está preso´. No entendía nada, tenía 25 años, fue en el año 2005. A partir de ahí, con mucho dolor y no sin dificultad, fui encontrando un poco de verdad. También a partir de esta lucha que se viene dando hace más de 40 años para visibilizar lo que muchos tratan de ocultar o negar”.
HISTORIAS CON FALTAS DE ORTOGRAFÍA
Analía Kalinec reivindica la bandera que toma el colectivo Historias Desobedientes sobre sus propias faltas de ortografía, que es el título que le dan al sitio web a través del cual se presentan: “Tienen que ver con un escrito que hice en el 2006 titulado `Soy maestra y tengo faltas de ortografía´, que hablaba un poco de las cargas y los mandatos sociales y de determinadas familias, como en la mía, en la que yo era muy hostigada por mis faltas de ortografía, que eran hasta sintomáticas”. Cuando las Historias Desobedientes comparten luego sus anécdotas, surge su verdad: “Aparece que muchos de nosotros hemos tenido dislexias, dislalias, muchas faltas de ortografía en nuestros recorridos infantiles y lo entendemos también como una forma infantil y natural de empezar a romper determinadas normas preestablecidas”.
Su recorrido de verdad comienza en el año 2005 con el llamado de su mamá. “Cuando mi papá queda detenido, yo seguía en un estado de negación. En ese momento no pensaba que mi papá hubiese podido hacer eso y aparte él negaba haber hecho eso. Entonces era una cuestión de no poder dudar. Además, mi papá fue un padre amoroso”, relata. “Este gobierno zurdo y revanchista”, “pobrecito mi papá lo que le están haciendo”, formaban parte de lo que ella construyó durante dos años, incluso porque era eso lo que se repetía hacia el interior de su familia.
Pero eso duró hasta el 2008: “Cuando elevan la causa a juicio oral hay un punto de inflexión. Además porque mi papá decía que no podía ser elevado a juicio oral porque no había elementos y porque era todo mentira. Entonces ahí digo `Entonces sí hay elementos´. Y cuando empiezo a leer me encuentro con los testimonios de los sobrevivientes. A mi papá lo ubican en la sala de tortura. Leer esas cosas te rompe la cabeza si sos la hija”.
Entonces lo fue a visitar:
-“¡Pero vos estuviste! Hay gente que te vio”.
– “No, pero es mentira…yo luche por la patria… No son 30 mil….”
“¡Chau no! Ya no hubo retorno, ahí dije `Eso no lo comparto, esto es un horror´. Y de parte de mi familia me dijeron `Vos acá ya no tenés nada que hacer, nosotros nos apoyamos, nos alentamos entre nosotros, vos andate´”, sigue su relato Analía mientras analiza que para ella entonces se dio “como un exilio familiar”: “Porque quedarme adentro de la familia era ir en contra de mí misma y mi familia tampoco podía soportar que yo esté ahí pensando diferente”.
DEL 2X1 AL DÍA DEL PADRE
“Existimos hace poquito. Entendemos que da mucho impacto y mucha impresión. La primera vez que movilizamos fue el 3 de junio, en el Ni Una Menos de este año, y después estuvimos presentes con la bandera en todos los reclamos por Santiago Maldonado y en la última movilización pidiendo justicia por Santiago. Y vemos que la reacción de la gente muchas veces es `No entiendo´. Y entendemos que no se entienda, porque es algo inédito”, afirma.
Y sigue: “Incluso por la representación social que hay acerca de familiares de genocidas. En los juicios mismos las posiciones generales o visibles de los familiares es auto-referenciarse como familiares y amigos de presos políticos, y nosotros entendemos que son genocidas. Y nos parece importante que se escuche esta otra versión, porque somos familiares y les decimos que son genocidas, que son asesinos, que tienen que dar cuenta de lo que hicieron ante la justicia”.
Ella y otra hija, Liliana Furió, comenzaron un recorrido juntas el año pasado tras encontrarse por redes sociales. “Porque la verdad es que todos coincidimos en que pensábamos que éramos los únicos a los que nos estaba pasando eso”, detalla. En la marcha contra el beneficio del 2X1 a genocidas se movilizaron juntas. Luego, leyeron el testimonio de Mariana Dopazo (“Marché contra mi padre genocida”, en referencia a Miguel Etchecolatz): “Entonces la llamé a Lili y le dije `¡Hay alguien más! ¡Somos tres!´”. Pero al ver los comentarios del testimonio, supieron que había aún más hijas y el 25 de mayo se juntaron seis en una reunión.
A partir de allí, recibieron otros llamados y decidieron un encuentro. Al principio no habían notado que la fecha signada era el día del padre. Cuando alguien lo nota, se hizo un silencio y resolvieron: “Hagámosla igual el día del padre”. “Hubo gente que viajó del interior del país para venir. Éramos cerca de 40 personas”, señala Analía sobre una reunión que duró más de 8 horas. Hoy, siguen incorporando mas familiares, pero “de forma más cuidada”. Es decir, con “encuentros íntimos al principio” porque se dieron cuenta que “es muy fuerte” y son diferentes las formas de atravesarlo: “Hay compañeras que hicieron síntoma: Parálisis facial, o que no pudieron reincorporarse al trabajo por dificultades, algunos es la primera vez que pueden hablar. Hay que poder contener eso”.
30 MIL MOTIVOS
“Son 30.000 motivos los que tenemos y están presentes. Ahora y siempre”, es parte del posicionamiento que asumen desde Historias Desobedientes. En este recorrido, Analía Kalinec plantea que una de las claves para ellas es que sus padres “rompan ese pacto de silencio”, que “cuenten lo que saben” y que “traten de aportar un poco de paz a la sociedad que sigue sin poder velar a sus muertos”.
Docente, psicóloga, hoy madre de dos hijos, durante la entrevista realizada en el programa radial Feas Sucias y Malas, Analía no titubea cuando sostiene: “No somos ingenuos. Sabemos que el lugar desde el que estamos hablando es político. Nos referenciamos hijos de genocidas desde un posicionamiento que tenemos. No somos familiares de presos políticos, nuestros padres no son presos políticos, son genocidas y por eso cumplen condena. Estamos muy convencidos de que esto suma, que es un aporte a la sociedad, porque eso es también lo que nos devuelve la sociedad. Venimos a aportar nuestro testimonio”.
La presentación del proyecto de ley dio lugar a que recibieran pedidos de reunión con distintos espacios esta semana y la próxima. Buscan así aportar al proceso de Memoria, Verdad y Justicia, en un contexto que –tal como relata Analía- analizan adverso: “La línea negacionista que se viene trabajando desde el Gobierno y que horada en la conciencia social, la verdad nos asusta, nos preocupa, porque entendemos que fue un genocidio y sabemos por fuente directa de nuestra familia que no se arrepienten y que tienen información que no dan”.
(*) Periodista Radio Gráfica