Presidio es una obra que cuestiona fuertemente los mandatos sociales y pone al desnudo la violencia que atraviesan los cuerpos. La presión y el destino prefijado en contraposición con el deseo a la libertad. Lucio Bazzalo, director, visitó el estudio Patrick Rice y dialogó en Abramos la Boca sobre el trabajo que viene realizando los sábados a las 17 en la sala Patio de Actores. “Busqué hacer una crítica a las sociedades de consumo”, confesó.
“Se llama Presidio porque los personajes, y también un poco nosotros, estamos presos de repetir acciones que son construcciones culturales del yo, y que no necesariamente corresponden a elecciones personales”, explicó Bazzalo. Y agregó: “Muchas veces nos vemos haciendo, diciendo y cumpliendo algunos mandatos. Es esa fuerza la que los tiene prisionero a los personajes”.
Iluminación lúgubre. Música psicodélica. Movimientos frenéticos y palabras que rebotan de manera repetitiva en el ambiente. En el centro, encuentros y tensiones. “El espectáculo tuvo distintas líneas sobre las que fuimos trabajando. Por un lado, las escenas que ocurren dentro del cuadrado. Por otro, las de la periferia, en la que los personajes están todo el tiempo caminando y hablando. Tiene que ver con el loro incallable que llevamos en la cabeza. Esas obsesiones que uno se repite a sí mismo internamente. Una suerte de diálogo entre el consciente y inconsciente sin réplica”, explicó
Además, el director de Presidio manifestó que su obsesión con respecto a la orientación artística estuvo ligada últimamente “con las sociedades de consumo orientales”. “Es una crítica a los sistemas de construcción culturales en los que vivimos. Los vínculos y las relaciones interpersonales que hay entre los sujetos”.
Finalmente Lucio Bazzalo aseguró que lo que más le interesaba es que “el espectador tenga una experiencia física y que lo que vea le pase por el cuerpo”.
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