junio 26, 2025

Santa Fe | Inundaciones en Rufino

Santa Fe | Inundaciones en Rufino

El panorama es desolador en el sur de la Provincia de Santa Fe. A unos kilómetros de la ciudad de Rufino, ubicada en la punta de la “bota” santafesina, en el cruce de las Rutas nacionales 7 y 33, perteneciente al Departamento de General López, cuando se gira la vista en todas las direcciones lo único que se ve es un estanque infinito, embravecido por el viento.

Ya no se distingue lo que es la laguna La Picasa y lo que no es. El agua ha alterado todos los límites imaginables, los geográficos, los ambientales y los sociales.

El paisaje ha cambiado abruptamente: donde había campos sembrados, tambos y ganado sólo se vislumbra un inmenso mar que se confunde con el cielo. Son kilómetros que han quedado bajo la inundación. La Ruta nacional 7, una carretera bioceánica que une el Atlántico con el Pacífico está cortada a la altura del alteo que se construyó durante la presidencia de Néstor Kirchner, a la altura del kilómetro 391.

El agua avanza sin descanso desde hace más de tres meses y la pregunta que interpela a todos los habitantes de Rufino y zonas aledañas es ¿de dónde viene el agua que mantiene en zozobra a todo el sur santafesino y el noroeste de la Provincia de Buenos Aires?

Frente a la Laguna La Picasa, la fuerza de la correntada, que ha doblado los guardrail como si fuera un trozo de papel, pega contra el terraplén a un lado y al otro de la Ruta 7. ¿Qué sucedería si el pavimento cede a la presión de la corriente?, se interroga el cronista.

Más hacia al norte, en los campos anegados los animales esperan su destino. La ausencia del estado es notable. Las y los gobernadores de las provincias afectadas se han reunido hace algunas semanas, pero la decisión parece que fue dejar abandonados a los pobladores a su suerte. La resignación ante la desgracia se vislumbra en las palabras de los vecinos que narran que el pueblo Diego de Alvear puede sucumbir ante el avance de la inundación. Ni qué hablar de poner en cuestión el modelo sojero; ni siquiera desde la Provincia se ha ofrecido créditos baratos ni moratorias impositivas para afrontar el desastre.

Para la cadena de medios comerciales, la situación hídrica en el sur de Santa Fe y la Cuenca del Salado no tiene la entidad necesaria para transformarse en noticia por fuera de las zonas afectadas. “Que sabrán en Buenos Aires sobre lo que está pasando aquí”, se queja el dueño de una de las ferreterías más grandes de la Ciudad.

La gente del lugar conoce el atajo para gambetear el puesto de Gendarmería Nacional asentado en la rotonda donde concluyen las rutas, una posta que impide acercarse a la Laguna; llegan con sus cañas con el único objetivo de garantizarse la comida y la de su familia.

La ciudad de Rufino de 20 mil habitantes que vive de la producción agropecuaria y del transporte de granos asiste a un grave silencio, mezcla de desesperación y de impotencia. Sumado a la crisis económica y la inflación, la inundación ha pulverizado el empleo, el comercio compra y vende sólo en dinero en efectivo y al contado y se han suspendido todo tipo de tarjetas bancarias.

Además, el costo de las mercaderías se han encarecido adicionalmente por los costos de flete, porque para llegar a la ciudad desde Junín hay que dar un rodeo por las rutas Provincial 65 y 94, y nacionales 8 y 33 que alargan sensiblemente la travesía.
Desde hace algún tiempo, los habitantes se acostumbraron a vivir mirando el cielo, no porque haya crecido su devoción por el dios cristiano o por los astros, sino para estar alertas por las amenazas de lluvia que en estas circunstancias sólo pueden agravar la situación.

Rufino y toda la región de la Cuenca del Salado asisten a un desastre hídrico, social y económico sin precedentes. En estos tiempos de tragedia, se verifica una vez más que dejar librado a los pueblos a su suerte es la doctrina que se profesa desde el estado.

AW/GF/RG

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