El ex-árbitro Gabriel Guillaume estuvo invitado al piso de Abrí la Cancha.
En la actualidad, Guillaume trabaja en el Club Atlético Fénix con el proyecto «El Jugador educado arbitralmente«, con el cual trabaja cuestiones reglamentarias con todas las divisionales del club, incluida la primera división.
Entrevistado por Carlos Aira y Leonardo Martín, Guillaume dio claves de su actual actividad: «En décadas pasadas, el jugador llegaba a profesional con una educación brindada por ciertos contextos. Lamentablemente, eso se perdió. La idea de mi proyecto es que el futbolista se lleve algo más que sólo el deporte. En los jugadores de inferiores buscamos que el chico se divierta desde su parte competitiva. Apuntamos a los códigos que tiene el deporte. Pero el punto más importante es invitar a la reflexión. Sucede que los jugadores pierden focalización cuando discuten con los árbitros. Pierden mucha energía y concentración. En eso estoy trabajando hoy».
Metidos de lleno en el momento del arbitaje argentino, Guillaume dio cuenta que un gran problema es el nivel de árbitros SADRA: «Se nota mucho la diferencia entre los árbitros AAA y SADRA. Sobre todo por el recorrido de cada árbitro desde infantiles y categorías inferiores. Los errores que se cometen hoy en Primera División y Nacional B, muchos árbitros AAA lo cometen en infantil. Es ahí donde aprenden. ¿Quién los ve? Nadie. Los árbitros SADRA, por la rapidez que llegan al fútbol grande, cometen esos errores en categorías de mucha visibilidad y quedan expuestos».
Consultado sobre si la actividad árbitral debería ser enteramente profesional, Guillaume entiende que «esta no es una actividad donde se gane mucha plata. No vivís de esto. Acá las cosas no se hacen bien, porque en otras partes del mundo los árbitros son millonarios. Necesitás ocho años para llegar a primera, pero preguntate que pasa con los árbitros que no llegan a la máxima divisional. ¿Como hacés dinero? Tan sólo veinte árbitros podrían vivir de esto. Entiendo que es bueno que el arbitraje no sea superprofesional porque sino dependés de lo que digan los equipos con peso político».
Metidos en el mundo de ascenso, Gabriel Guillaume entendió que la principal diferencia entre la C y B Metro es el profesionalismo: «En Primera B los jugadores salen del vestuario comiendo una banana. En la C no lo ves. También te das cuenta en la utilería. Lo cierto es que en los últimos años los campos de ambas categorías han mejorado notablemente. Allí se dieron cuenta los dirigentes, porque no podés tener un buen equipo jugando en una cancha que es un desastre. Si armás un equipo con buen pié, necesitás una cancha que se adapte a eso».
Finalmente, Gabriel Guillaume nos regaló una anécdota de tantos años dirigiendo ascenso: «Yo tenía buena onda con algunos jugadores de Deportivo Merlo. Una tarde, en cancha de Justo José de Urquiza, fue todo el equipo local a cabecear un centro. Despeja Merlo y queda un jugador – con quién tenía excelente relación – solo de cara al arco rival. Corría con la pelota y yo le digo: «te vas solo, tranquilo que no te va nadie». La jugada terminó en gol y después del partido me regaló la camiseta».
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