junio 03, 2025

Hinchas | 260 kilómetros de amistad y esperanza

Hinchas |  260 kilómetros de amistad y esperanza

Por Carlos Aira (*)

Hay historias que tan sólo pueden nacer y alimentarse en el tablón. Una tarde de sol, entre gritos, banderas y emociones. Matizada por vinos y asados. Historias que muchas veces trascienden los colores. Como la que une a Luis Titi González y Roberto Díaz.

Titi es fanático de Sarmiento. Tanto que a sus 47 años es un símbolo del club. No está pasando un buen momento: hace algunos meses le diagnosticaron un cáncer que está combatiendo con un optimismo admirable. Tan querido es Tití en Junín que hace unas semanas se organizó un partido entre ex jugadores de Sarmiento en su beneficio. Pero no tiene sólo el apoyo de los suyos: hinchas de otros clubes le están brindando un apoyo conmovedor. Ahí se une Roberto Díaz a la historia.

Cuentan que el 29 de noviembre de 1975 nació la historia de amistad entre las hinchadas de Sarmiento y Almirante Brown. Segunda fecha del reducido de ascenso a Primera División. Ambos clubes se enfrentaban en el neutral escenario de Newells. En los alrededores del Parque Independencia, cuando parecía que todo terminaba a las piñas, el Viejo Julio, capo de la hinchada de Almirante, se plantó y dijo: «Como nos vamos a pegar con ellos, si yo nací en Morse y viví en Junín«. De las posibles piñas hubo un paso al asado y vino. El partido finalizó igualado 1 a 1. La amistad ya tiene casi 43 años.

Roberto Díaz es el hijo del Viejo Julio. Lo conoce a Titi de toda la vida. El fin de semana pasado realizó una promesa por la salud de su amigo: caminó desde la Parroquia del Inmaculado Corazón del Buen Viaje, en el partido de Morón, hasta el Paraje la Agraria, Ruta 7, en el ingreso mismo a la ciudad de Junín. 260 kilómetros de esperanza.

Esta historia merecía ser contada. Por eso en Abrí la Cancha entrevistamos a Roberto, quién emocionado, expresó a Radio Gráfica: «Titi es un hermano y por suerte pude cumplir la promesa. Caminé 260 kilómetros desde Morón hasta Junín. Tardé cinco días y medio, durmiendo tan sólo un par de horas a la noche y si tenía que caminar cien kilómetros más, lo hacía. Llegué el sábado al mediodía y cuando lo vi esperándome la emoción fue demasiado fuerte, tanto que casi no tenía fuerzas». 

Roberto llevó consigo una bandera muy especial. Casi un amuleto para tomar fuerzas cuando flaqueaban: «En 1980, el día que Sarmiento ascendió a Primera, mi papá me trajo a Junín junto con un amigo. Ambos estaban disfrazados con la ropa de una murga de San Justo que tenía los colores de Almirante. No me olvido más porque vimos el partido colgados de uno de los viejas torres de iluminación. Yo tenía sólo diez años. Ese tarde mi papá colgó en la torre la primera bandera de Almirante con una fragata. La bandera ya tiene 48 años y la llevé en la mochila en esta caminata porque es parte de esta amistad. También hice una nueva, con los escudos de Sarmiento y Almirante Brown para regalarle al Tití». 

Una historia bella y emocionante. Como tantas historias que nacen en las tribunas.

Crédito de la Fotografía: Gustavo  Zapata.

(*) Colectivo de dirección de Radio Gráfica. Conductor de Abrí la Cancha.

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