Gabriel Anibal Rearte, dibujante de historietas, visitó Radio Gráfica. Invitado por Gabriel Fernández a La Señal, Rearte se metió, no sólo a comentar el mundo de la historieta, sino también a desgranar el momento nacional.
Consultado sobre sus comienzos en el dibujo, Rearte recordó: «Tengo recuerdos remotos. Mis abuelos conservaron muchos de aquellos primeros dibujos. A partir de los trece años comencé a tomar el dibujo como algo serio, con la mentalidad adecuada de quién sabía que se dedicaría a eso en el trayecto de su vida«. También se define como dibujante: «Hoy está de moda etiquetarse como artista, pero yo me considero dibujante. Me parece que es un calificativo por demás noble para hacerse merecedor».
En la actualidad, Rearte está trabajando en un proyecto independiente de novela gráfica de 96 páginas con guión de Juan Bertazzi. También trabajo para la editorial estadounidense American Mytholocy Comics adaptando novelas de Edgar Rice Burroughs. También tiene viculación con la industria del videojuego, pero en los últimos 25 años, Rearte nunca dejó de trabajar para los mercados europeos y estadounidenses.
«Cuando era pibe compraba Tony y D´Artagnan. Todo ese material aun lo tengo y sigue siendo referencia permanente«, dice Rearte, quién agregó: «Mis mayores influencias han sido Horacio Lalia, Néstor Olivera y Jorge Zafino. Lalia fue el dibujante de Nekrodamus, una de mis historias preferidas. También me gustaba mucho su Lord Jim, realizada junto al guionista Carlos Albiac, mi mentor muchos años después».
Rearte analizó: «La historia fue una inmensa industria en nuestro país durante setenta años. En los 90s hubo un cambio cultural, político y económico que dio por tierra con toda esa industria. Acá hubo un vaciamiento cultural de la mano de políticas económicas. Un cambio cultural por el cual se dejó de percibir lo suyo como propio. A veces pongo en comparación la industria de la historieta al tango y al cine clásico. Fue nuestro hasta que lo destruimos«; y agregó: «A pesar de la enorme incidencia que tienen otros soportes, el papel sigue siendo insustituible. Por eso sigue siendo La industria en Estados Unidos».
Hombre ligado al nacionalismo popular desde el peronismo, Gabriel Fernández consultó a Rearte sobre si existe algún condicionamiento cuando trabaja para mercados internacionales: «Me adapto a las condiciones que exigen los diferentes mercados«, expresó el dibujante, quién comentó: «Son mercados diferentes, pero impongo los susubterfugios para realizar la historieta que a mi me gusta. Siempre digo, medio en broma y en serio, que hago historietas de Columba para europeos y estadounidenses«.
El Eternauta en el centro de la escena. La genial creación de Héctor Oesterheld. Rearte expresó: «Llegué al Eternauta a través de unos fasciculos de Editorial Skorpio. Hoy día no deja de ser una de las grandes paradojas argentinas: Oesterheld recibió el Yellow Kid – máximo galardón en el mundo de la historieta – en 1978, cuando no se sabía su paradero. Su figura tiene la magnitud de su obra inmensa, con una herencia de guionistas enorme, todos deudores de su obra«.
Rearte comentó que está trabajando en la reedición de la mítica Nippur de Lagash: «Para mí, trabajar con Robin Wood es el punto más alto de mi carrera. La historia del obrero que escribe bien y dibuja mejor. Escribió de los mejores párrafos en prosa de la historieta argentina. El mismo reconoció la herencia de Oesterheld diciendo que fue su maestro. En nuestro ámbito cultural decir Robin es Gardel y los guitarristas«.
En larga charla, Fernández consultó al dibujante sobre su peronismo: «Nació en la cuna. Mis abuelos formaron parte del ascenso de masas hijo del 17 de octubre. Mis padres fueron militantes de la tendencia. La foto de Perón, Evita e Isabelita estuvieron en mi casa durante muchos años«; También analizó las razones por las cuales se golpea al movimiento de masas más grande del continente: «Porque se golpea al nacionalismo, que en Argentina se puso de pie por el peronismo. Fue el movimiento que puso en primer lugar los vectores nacionales como motores: el desarrollo político, social y económico. Todas las terminales internacionales han finalizado, desde el consenso de Washington hasta el Marxismo-Leninismo, pero el peronismo sigue vivo».
«El peronismo no se caracteriza por las explicaciones cómodas«, expresó Rearte al analizar ciertos grises generados por el movimiento en los años 90. y agregó: «Para el progresismo es fácil hacer borrón y cuenta nueva. El peronismo es un estado permanente de debate y análisis. Por eso sería bueno analizar que sucedió en los 90s y la correlación geopolítica, el colapso alfonsinista y las pocas chances que tuvo el movimiento nacional de reagruparse luego de la derrota de 1983. Una diáspora dolorsa y difícil. Un momento que impidió cualquier debate abierto. Luego surgió la renovación, que pareció interesante, y terminó siendo el peor camino de la mano de Carlos Menem, Carlos Grosso o José Luis Manzano».
Sobre el momento actual, Rearte analizó: «Estamos atravesados por una enorme confusión, hija de una gran derrota. Las viejas mañas de criticar no nos permiten visualizar correctamente, por lo tanto, seguimos adjetivando a los propios compañeros, tan necesarios en un futuro inmediato«. Y agregó: «Nuestra deuda es poner por delante el vector nacional y el concepto de Patria por encima de los ideologismos contradictorios. Es el vector de la patria quién nos debe guiar«.
Finalmente, el invitado recomendó la lectura de Pepe Rosa, Raul Scalabrini Ortiz, y fundamentalmente, Juan Domingo Perón: «Muchas confusiones quedarían saldadas si leyeramos Conducción Política, que debiera ser nuestro libro de cabecera«.
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