
A 12 años de la tragedia de Cromañón que dejó un saldo de 194 víctimas fatales, Agustina Claramut, sobreviviente e integrante de «No nos cuenten Cromañón», fue entrevistada en Desde El Barrio.
“Hoy a partir de las 18 vamos a estar en el Obelisco. Hace 5 años que se realiza este homenaje, tanto para las víctimas fatales como para los sobrevivientes. El acto se encara desde la vida y el amor, es muy familiar. También va a haber música, varias bandas estarán tocando, muchas de estos grupos están integrados por sobrevivientes y nos parece muy significativo”, relató.
Agustina también se refirió a los años posteriores a la tragedia: “Es un poco difícil, pero estos 12 años no quedaron congelados en el tiempo. Para nosotros Cromañón fue algo muy importante. Los primeros años fueron de mucha bronca y dolor que después se transformaron en «hacer algo». Cromañón ya pasó y nadie nos va a devolver todo lo que sufrimos, pero es el puntapié para que el lugar al que vayamos ahora sea seguro, más justo y saber que si van a bailar, van a volver”.
“Yo seguí yendo a recitales, hay algunos lugares que cambiaron las condiciones y otros no tanto. Cuando fui a ver “Casi justicia social” o “Don Osvaldo”, que son las dos bandas que tuvo Patricio Fontanet después de Callejeros, yo sabía que no me iba a pasar nada, porque sabía que nunca se iban arriesgar a que pase de nuevo. Ellos son sobreviviente”, agregó.
Por otro lado, comentó los cambios que se viven en el ámbito cultural y señaló que “ahora los chicos están más informados, para nosotros la batalla que hay que ganar es que no haya más Cromañón, que los chicos puedan salir tranquilamente”.
También se refirió a la demonización que sufre la cultura luego de la tragedia: “Uno de los lemas que tenemos en la organización es que todos somos sobrevivientes de Cromañón. Se convirtió en algo simbólico por el número de muertos pero antes y después de la tragedia hubo otras. Existió el boliche Beara, el tren en Once, hasta un gimnasio en Villa Urquiza. Allí hubo un Estado ausente que no controlo las condiciones de seguridad”.
En esta línea, luego de la tragedia, señaló Agustina, “hubo un cambio con respecto a las habilitaciones y trataron de restringir las actividades culturales. Todos sabemos que la cultura es un lugar de resistencia y que las políticas del Gobierno de la Ciudad son todo lo contrario. Nosotros fuimos una excusa dolorosa y grande para poder estigmatizar la cultura y a los jóvenes”, expresó.
La integrante de «No nos cuenten Cromañón» dio su opinión sobre la estrategia política que se creó después de la tragedia: “Fue para generar una cultura restrictiva y persecutoria. Una excusa para apretar las clavijas de un lugar que de por sí era la resistencia y el rock. No es menor que Cromañón haya sido la estrategia política para que el PRO gane en la Ciudad y ahora esté en La Nación”.
Además aclaró cual fue el rol del Estado tras la tragedia: “Nunca hicieron un empadronamiento de los sobrevivientes para que cobren un subsidio, es una forma de reparación hacia la víctima. Recién el año pasado el Estado Nacional, antes de que asumiera Cambiemos, se hizo cargo de nuestra atención psicológica de los sobrevivientes».
Finalmente Agustina recordó aquélla noche del 30 de diciembre de 2004: “Tenía 18 años cuando se me cayo Cromañón encima. No estaba ahí de casualidad, estaba porque tenía que estar, Callejeros era la banda de cabecera que teníamos con mi hermano” y remarcó que «no me arrepiento de nada, porque después de Cromañón trataron de hacernos arrepentir de haber ido, de haber entrado a salvar a otras personas. Crecí tratando de desmitificar, explicando que no había una guardería en el baño, que las bengalas las llevamos por algo cultural, que nadie nos había obligado”, concluyó.
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