Hoy se cumple un mes de acampe de los trabajadores de la empresa Textil Mónica Mariel Boló que encontraron las puertas de la fábrica cerradas, sin previo aviso, el 9 de diciembre del año pasado. Tras ocho despidos, sueldos adeudados y bonos no pagados la dueña de la textil decidió cerrar la empresa dejando a 85 costureros sin su fuente de trabajo.
El conflicto, que llegó al Ministerio de Trabajo, tuvo este miércoles una audiencia de conciliación con representantes de importantes marcas de indumentaria para las que trabajaba el taller que, finalmente, no se llevó a cabo y fue nuevamente convocada para el próximo lunes 13.
Shirley Ramos, delegada de los trabajadores de la Textil Boló, fue entrevistada en Desde el Barrio sobre la situación que están atravesando los trabajadores del taller que están, desde hace un mes, sin trabajo.
La delegada explicó que no tuvieron ninguna respuesta desde la patronal, «ayer teníamos una audiencia a las 3 de la tarde, no se presentaron ni la patronal ni las marcas. Tenían que haber reabierto las puertas de la fábrica el 6 de enero, eso era lo que dictaba la conciliación obligatoria del 27 de diciembre, y habernos dado un vale el 30 de diciembre para tener algo de dinero para año nuevo, algo que tampoco hizo. Nosotros pedimos una audiencia lo antes posible pero no se presentaron. Ahora tenemos otra para este lunes a las 3 de la tarde. Esperemos que vayan».
Shirley relató que «veíamos venir esta situación una semana antes. No nos pagaban, nos hacían trabajar más horas para terminar el corte porque las marcas Cheeky y Montagne no quieren pagar hasta que los terminemos a todos. Ese no es nuestro problema. Nosotros estamos trabajando y entregando. Ella -Mariel Boló, dueña de la empresa- nos tiene que pagar en la fecha que tiene que pagar. Entonces nos reunimos un día y decidimos que no íbamos a trabajar porque no podemos hacerlo si no nos pagan».
La primera reunión fue el miércoles 4 de diciembre, la semana anterior al cierre de la fábrica. «Nos empezamos a reunir un miércoles. No sabemos cómo es que la señora se entera de eso y saca sus propias conclusiones, pensando que había cabezas que estaban armando este grupo, lo cual no era así. Estábamos todos los trabajadores porque a todos nos estaba debiendo. El jueves despide a ocho. Nos echaban sin pagarnos. Volvimos a juntarnos ese mismo jueves y, cuando llega el viernes, ella se vuelve a enterar de la segunda reunión y echa a los dos voceros que habíamos elegido» , explicó Shirley.
A raíz de los despidos, ese mismo viernes 6 de diciembre, los trabajadores le dicen a la dueña de la textil, Mónica Mariel Boló que «no vamos a trabajar si no nos pagas. Inmediatamente llama a la policía, viene la gendarmería y su abogada. Nosotros habíamos llamado a un abogado y llegaron a un acuerdo donde ella se comprometía a pagarnos el lunes 9 de diciembre, cosa que no sucedió porque el lunes la fábrica ya estaba cerrada. Nos enteramos por los vecinos que entre sábado y domingo había sacado toda la mercadería», relató.
Ese fin de semana «se llevaron toda la maquinaria pero la mercadería de las marcas se quedó, está dentro de la fábrica. Por eso decidimos hacer un acampe. El 27 de diciembre se había dictado una conciliación obligatoria que disponía que toda la situación debía retroceder al 9 de diciembre, entonces decidimos hacer una vigilia porque ya no confiamos en nadie. El viernes (6 de diciembre) confiamos en ella cuando nos dijo que nos pagaba el lunes, que nos vayamos tranquilos, que los que habían sido echados iban a volver a trabajar y, cuando vamos el lunes, la fábrica estaba cerrada. Entonces ya no podemos confiar», explicó la delgada.
Finalmente, «el 30 de diciembre fuimos a lo de abogada Liliana Federman, que es la apoderada de Mariel Boló, a cobrar el bono que nos habían prometido y que constaba en el acta de conciliación obligatoria, pero no nos lo dio. Ahí empezó a violar la conciliación obligatoria. El lunes 6 tenía que abrir la fábrica, estuvimos ahí a las 7 de la mañana y no la abrió. La dueña no hace nada, no viene, no aparece. Ni siquiera la propia abogada habla con nosotros, cuando antes lo hacía. La única vez que vino fue porque había dos perritos encerrados en la fábrica y los quiso sacar. Los sacaron y se olvidaron de todo», concluyó.
CP/CA/RG