En una extensa y profunda entrevista, Gabriel Fernandez entrevistó en La Señal al pensador nacional Horacio González, quien fuera hasta diciembre pasado Director de la Biblioteca Nacional.
Consultado sobre el momento actual, González expresó su preocupación: «Esto no es un simple cambio. No es un simple cambio de gobierno, es una transmutación de envergadura con signos arbitrarios muy marcados. Se está actuando con lógicas salvajes. La declaración de Prat Gay diciendo que el salario importa menos que el empleo, cuando la tradición argentina es empleo y salario. Hay que sumarle los despidos intempestivos, se actúa con secesionismo y en lenguaje periodístico se llama manu-militare».
Horacio González se metió a fondo con la declaración de la vicepresidenta Gabriela Michetti que planteó la palabra «ñoqui», para justificar despidos: “Han utilizado palabras como ñoquis. Todos nos convertimos en ñoquis, en indeseables, en narcotraficantes. Estos conceptos muy pegajosos, muy pringosos del idioma. El dulce de leche del idioma que atrae a las moscas. Efedrina es igual a ñoqui y ésta a vago. Un ministerio de racionalización abstracta que gobierna al país. Un gran folletín gótico construido con los grandes medios de comunicación»; González también brindó su opinión sobre la derogación de la Ley de Servicios de Comunicación Audivisual: «La Ley de Medios era una ley vigente que construyeron destruir de un plumazo. Han logrado gobernar legítimamente por decreto, una contradicción flagrante. Hasta el propio Juan Carlos Onganía logró una pseudo-legalidad superior a esto que estamos viviendo hoy».
Luego abordó la reestructuración del campo nacional en el marco de la polémica peronismo-kirchnerismo: “No son lo mismo pero están entrelazados. Tener un horizonte frentista que incorpore nuevos pensamientos sobre temas que el gobierno resignó, por ejemplo, medio ambiental. Incorporar sectores sociales activos, como las izquierdas democráticas que integró pero sin articulación frentista. Se necesita un Partido Justicialista renovado, atento a la tradición histórica de movilización social y representación democrática”.
Consultado por Gabriel Fernández sobre el rol del Movimiento Obrero organizado, González dijo que es un tema de suma complejidad: «Se necesita una unidad con eje claro y que no se dejen pasar fácilmente las declaraciones de los nuevos ministros. Lo escucho a Moyano y eso no sucede. Tan sólo la CTA, no hay declaraciones en ese sentido. Uno lo escucha a Beto Pianelli y es atinado, sobre todo respetando formas gremiales, atendiendo a las personas afectadas en sus intereses”.
Completó la idea de este modo: “ Debemos hacer un gran balance generoso hacia nosotros. Es cierto que el kirchnerismo tuvo un aglutinamiento. La situación es compleja y te digo algo muy rotundo: Cristina tiene que participar del debate porque ella participó muy directamente. Fueron nociones que planteó Cristina sobre la base de la tensión gremial hacia banderas del peronismo. El caso Pedraza conmovió a todos. Un viejo dirigente de la guardia del sindicalismo empresarial participando en un hecho que conmovió a la sociedad argentina. El gremialismo debe ser renovado. Los conozco a todos y creo que deben repensar su rol muy profundamente ante el peligro que corre el empleo y el país”.
González también se metió a fondo en una polémica hacia dentro del pensamiento nacional como fue la designación de Ricardo Forster al frente de la Secretaria de Pensamiento Nacional: “Si algo tuvo el kirchnerismo es la amplitud que reveló una generosidad hacia el país. Un pensamiento como el de Forster, que no tiene extracción peronista, tiene una extracción en las grandes épicas sociales y hay que agradecerlo”.
El sociólogo y docente minimizó aquella famosa frase del «voto desgarrado», dando cuenta del contexto y la honestidad intelectual; planteó su preocupación por la apertura de las importaciones y como afectará a la industria del libro: «Me temo que la idea es liquidar la industria nacional. Hoy la situación del libro tuvo un esplendor con el kirchnerismo. Ahora, con una industria con papel carísimo y dólar alto será más fácil vaciar la industria local y editar en Tanganica o España. La tradición cultural se pierde, la del librero y el impresor»; y dio cuenta de su futuro: «Estoy buscando trabajo, esperando dar clase en la universidad. También buscando sumarme donde haya militancia concreta, posible y viable. También serena, analítica y reflexiva. Todos estamos al borde que nos llamen alienados».
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