por Héctor Amichetti*
El Financial Times descubrió nuestra estrategia política, acaba de denunciar ante el mundo que nuestro referente en el Vaticano: el Papa Francisco, fue el arquitecto imprescindible para la reconstrucción del fragmentado Movimiento Peronista.
El espionaje asegura que esto nos permitió ganar las elecciones y encendió las alarmas del Imperio ante una posible restauración del continentalismo sudamericano.
Desde territorio carioca el francotirador Bolsonaro comienza a disparar en forma preventiva sobre el Mercosur.
Encima, hace unos meses al bocón de Alexander Dugin se le ocurrió visitar Argentina para decir que «Perón es el profeta ontológico» y que la comunidad organizada es la respuesta para arreglar el despelote mundial. Este filósofo ruso no tuvo mejor idea que sacar a luz lo que pretendíamos mantener en la clandestinidad, nos deschavó públicamente jetoneando que solo el peronismo ha tenido la profunda visión para resolver el problema más importante de la humanidad: el del ser.
Nuestro plan hasta ahora oculto era el universalismo y contemplaba la integración del hombre en la tierra poniendo a la humanidad en pie de guerra para salvar al mundo de su autodestrucción.
Acaban de declararlo un plan subversivo.
¡Nada de peligrosas integraciones continentales!, dice el diario La Nación de hoy, solo acuerdos comerciales.
El hombre y la mujer son creaciones antiguas ya superadas por el tiempo, los ancianos viven demasiado y ponen en riesgo el equilibrio económico, los robots no hacen huelgas.
El planeta tierra necesita menos habitantes y habría que suprimir las obsoletas naciones, afirman las Corporaciones.
Es preciso reconocerlo…
¡Hemos quedado al desnudo!
En línea directa entre el cielo y la tierra, Perón envió directivas al Papa y éste las ejecutó con absoluta lealtad.
Pretendíamos pinchar la globalización para hacer que reviente.
Debemos replantear la estrategia.
(*) Secretario General Federación Gráfica Bonaerense / CFT / FSMN / CGT