octubre 09, 2024

La gran distorsión

La gran distorsión

Por Gabriel Fernández*

Podríamos decirlo así: suena bien indicar que el peronismo venció al “mundo” en los comicios recientes. Suena épico. Sólo que no es verdad. Un apunte más certero sería: el peronismo venció la imagen del “mundo” transmitida por los grandes medios locales e internacionales.

El nivel de falsificación informativa de los espacios más importantes de comunicación ha llegado a instancias brutales. A su través se imponen debates disparatados sobre imágenes fijas difuminadas y descontextuadas. La cumbre se observa en las descripciones acerca de los procesos de desarrollo.

Vamos a escandalizar con fundamento para dar cuenta de la dimensión del problema: hoy India es más importante que Francia. Más decisiva que España. El lector percibirá que no nos adentramos en logros sencillos, como argumentar en base al PBI chino o al potencial ruso.

Ayer nomás, intentamos historiarlo en trazo grueso: la tríada con cúspide en los grandes bancos y completada en imbricación plena con las empresas armamentísticas y las productoras y distribuidoras de drogas adquirió, sobre los años 90, las acciones de las corporaciones mediáticas más significativas.

Así, es posible percibir desde hace tiempo un lineamiento editorial conjunto que apenas admite rispideces en temáticas colaterales, pero orienta forzadamente todos los ejes que esa coalición –triunfante en el tramo hegemónico del Consenso de Washington- estima centrales.

La línea fácilmente perceptible es esta: todos aquellos partidos, dirigentes, gobiernos que promueven acciones estatales destinadas a la producción de bienes de producción y consumo, son considerados populistas y deshonestos.

Esto es así, y no hay con qué darle. Varían algunos calificativos, se admiten polémicas sobre ciertas herramientas económicas, pero en todo el planeta quienes aprietan el acelerador para desplazar a la renta como factor central del enriquecimiento, padecen alguna campaña de esa naturaleza.

De tal modo, venimos observando a través de pantallas, escuchando mediante diales y leyendo en los periódicos y webs algo que podríamos identificar de este modo: fotos fijas de un mundo tal y como funcionaba unos 20 a 25 años atrás.

El crecimiento de las naciones que hace apenas un lustro se agruparon en el Unasur, el de las que forjaron los BRICS, el más reciente en el ASEAN y el enorme conglomerado afincado en la Organización para la Cooperación de Shangai con motores como la dupla euroasiática, queda fuera de foco.

En exacta sintonía, el grave deterioro de la Unión Europea y por tanto la caída en la influencia de la OTAN, las dificultades evidentes de los Estados Unidos para ponerse de pie –con un panorama interno que amerita mirada exhaustiva- la progresiva eliminación del dólar como moneda internacional y la estrecha influencia del Fondo Monetario Internacional, tampoco aparecen.

CNN, La Nación, The New York times, El País, The Washington Post, Clarín, y una gran cantidad de seguidores –voluntarios e involuntarios- promueven la incomprobable noción de gobiernos ajustadores, lavadores y fugadores “respaldados por los poderes internacionales”.

Como no puede ser de otro modo en una falsificación tan prolongada, a medida que despliegan argumentos tendientes a sostenerla, el dislate se evidencia. Y también se evidencia la escueta capacidad de razón en tantos receptores que aceptan y repiten.

Estos argumentos han reprisado en el ridículo de evaluar a Vladimir Putin “aislado” del mundo o a China en “serios problemas comerciales”, generando risas puertas adentro de semejantes potencias. Pero hay bastante más.

Se ha señalado que un gobierno que apuntaló la ciencia y la técnica, con derivación en la fabricación de satélites geoestacionarios, realizó el emprendimiento para “hacer caja”. Que un presidente que puso de pie a una gran potencia sureña, tenía como objetivo recibir como beneficio personal un departamento de tres ambientes.

Los medios controlados por el capital financiero tuercen los indicadores –bastante sencillos de conseguir para un periodista- y pretenden mostrar que quienes crecen, caen y quienes aumentan su potencial productivo, se deterioran. Los PBI de las naciones en pugna, son ostensibles; pero nadie mira allí.

Tantos visualizan las fotos fijas de un mundo que ya no es. En sintonía con los estudios prodigados por unos pocos espacios ocultos, desde La Señal Medios hemos indicado que los segmentos industriales de los productos brutos de quienes apuestan por la orientación estatal a favor de una economía productiva, se despliegan sin cesar.

La Argentina, promotora histórica de esa concepción a través de un tercerismo más vigente que nunca, hace cuatro años se ha sumado a la amalgama que se hunde irremediablemente y frena todos los proyectos tecnológicos imprescindibles para afrontar la nueva era.

De allí que la elección reciente y -si no suceden episodios irregulares de aquí en más- a partir de diciembre, nuestro país se reincorporará al mundo que crece y tendrá la oportunidad de salirse de un espacio financiero que sólo exacciona recursos sin proveer beneficio alguno.

Cuando indicábamos que la expresión habitual de los “analistas internacionales” sobre “la derecha ganó en todo el mundo” era una tontería sin asidero, lo hacíamos con datos muy concretos en mano. Sólo nos acompañaron un puñado de colegas bien informados y con la mente abierta.

El resto –en muchos casos hasta hoy- han fatigado al público dando cuenta del presunto desarrollo de conservatismos y fascismos sin visualizar que las propagandas acerca de gestos y temáticas parciales sólo contribuía a ocultar las decisiones económicas de fondo.

Hemos perdido cuatro años vitales. Durante este tramo, naciones crecientes de segundo orden como la citada India, Corea del Norte, los aliados a Pekín en Asia Central, los relacionados con Moscú en el puente continental, Alemania y México, entre tantos, aprovecharon para acentuar su potencial científico e industrial y establecer contactos financieros sanos.

El caudal silvestre de la economía argentina, con sus recursos naturales y su know how técnico, con sus pymes y cooperativas, con entidades estatales que se pueden rearticular, con su comprensión forjista de los procesos y su extensión territorial, es intenso y puede volver a la senda.

Para eso es preciso contar con un gobierno que comprenda el mundo en el cual nos toca vivir, admita que el mismo contiene modificaciones profundas y que la película de la humanidad continúa, en vez de establecerse en imágenes blanco y negro que dan cuenta un pasado gris.

El peronismo no venció al mundo. Se enlaza a él para que la Patria perviva.

(*) Director La Señal Medios / Sindical Federal / Área Periodística Radio Gráfica

Imagen: Media Ownership Monitor Argentina

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