diciembre 02, 2024

Copa América | Las cosas en su lugar

Copa América |  Las cosas en su lugar

Por Nicolás Podroznik (*)

En la previa del encuentro frente a Venezuela, arriesgar un resultado era sólo para valientes. En cuanto a nombres Argentina es netamente superior, pero en cuanto a funcionamiento no quedaban dudas que los dirigidos por Rafael Dudamel estaban más aceitados. Nuestra Selección arrastraba por sobre todas las cosas inconsistencias tácticas y estratégicas, desde el discurso del entrenador hasta la disposición de hombres dentro de la cancha. Pero por primera vez en muchísimo tiempo -quizás incluso desde la final frente a Alemania en 2014- Argentina supo a qué y cómo jugar, siendo sólido en defensa sin meterse atrás y punzante en ataque sin necesidad de tanta posesión o posicionamiento en campo rival.

La victoria 2 a 0 frente a la Vinotinto es una clara muestra que jugar de contragolpe y esperando al rival no reviste gravedad alguna a la salud de nuestro fútbol. Argentina no tiene nombres para jugar un fútbol abierto y de dinámica constante como pretenden algunos, incluso el propio Lionel Messi. Si bien es cierto que nuevamente un gol tempranero brindó tranquilidad (y otra vez gracias a Lautaro Martínez), el equipo de Scaloni jugó con aplomo, inteligencia y, por sobre todas las cosas, actitud. Vale detenerse en algunos puntos para analizar el juego:

· LA TACTICA: Argentina jugó 4-3-1-2, a la vieja usanza. En defensa no sufrió prácticamente. Armani estuvo sólido en todas las salidas, los centrales esta vez sí brindaron confianza y los laterales no permitieron desbordes. Las dudas que podían surgir sobre Foyth jugando de lateral quedaron en el olvido. Lo más importante para destacar debemos señalarlo en mitad de cancha: Un solo volante central y dos volantes complementarios fue la gran solución a los problemas. Paredes estuvo más ordenado en la salida, quitándole esa responsabilidad a Messi y permitiendo que éste se moviera mucho más adelante en el campo. Las actuaciones de Marcos Acuña y Rodrigo De Paul fueron lo mejor que tuvo el equipo: sacrificio en defensa y agresividad en ataque. Los volantes dejaron de tener una función volcada hacia la posesión y se abocaron al acompañamiento desde atrás y la incorporación por sorpresa. Argentina encontró el equipo.

· LA FUNCION DE MESSI: el trabajo del 10 fue muy pero muy silencioso, algo a lo que no estamos acostumbrados. Fue más pasador que desequilibrador. En este esquema -y con estos jugadores- Messi tuvo lo que necesita: volantes que sorprendan y delanteros con movilidad. Lionel jugó para el equipo y no al revés, algo que no se veía desde la época de Sabella. No obstante, le queda una mancha: tuvo cuatro oportunidades claras y con espacios para resolver cómo lo hace todos los fines de semana en el Barcelona, pero las desperdicio. No fue el Messi del Barcelona, pero fue el de la Selección. Y es lo que necesitamos.

· LIONEL SCALONI: por primera vez desde que está a cargo de la Selección, el santafesino fue fiel a aquello que supo decir en sus primeros días como DT de Argentina: equipo corto, menor posesión y contragolpe con un buen número de hombres. Y todo esto sin perder demasiado protagonismo. No obstante, cabe preguntarse por qué Scaloni decidió jugar así recién ahora. En el aire queda la sensación que, de haber sido planificado, al menos frente a Colombia se hubiese jugado de este modo. También dejan un sabor extraño los cambios realizados. No se puede sacar al mejor jugador del equipo a falta de media hora y ganando por la mínima. Los cinco minutos siguientes al ingreso de Di María por Lautaro Martínez determinaron una salida de su campo del equipo venezolano, que incluso contó con una chance que desactivó Armani. Luego corrigió con el ingreso de Lo Celso por Acuña -ya agotado por el despliegue brindado- ya que el ex jugador de Rosario Central le brindó tenencia y permitió liberar a Di María de funciones defensivas, sacando al equipo esos metros que su rival le había ganado.

Lo que se viene es nada menos que Brasil, que además de ser el local muestra un ritmo de avasallamiento constante sobre el rival que sólo parece desactivarse cuando éste se cierra y aguanta. Así lo hicieron Venezuela y Paraguay y no pudieron ser doblegados, aunque con una cuestión que no se debe pasar por alto: de no ser por el VAR, Brasil sí hubiera ganado ambos partidos. Cuesta pensar en plantear el partido de la manera que lo hizo Perú. El resultado lo evidencia.

Si bien esta victoria envalentona, no hay que perder la referencia: fue clave la decisión de Argentina de salir a jugar sin aires de grandeza y sin creerse superior al rival. Trabajó el partido y desgastó al rival. Si se pretende ganarle a Brasil -sea con una victoria en los noventa minutos o por penales- no va a bastar con jugar igual que frente a Venezuela. Habrá que plantear un partido más cercano a lo que hizo Paraguay. No es lo que más gusta, pero las circunstancias están a la vista. Argentina puede lastimar de contragolpe y claramente tiene con qué. Una victoria no sólo permitirá eliminar al clásico rival y acceder a una final. Será el trampolín necesario y la prueba irrefutable que la Selección debe jugar así por muchos años más.

(*) Periodista. Abrí la Cancha.

 

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