diciembre 16, 2024

HUAWEI

HUAWEI

Por Gabriel Fernández *

El tiempo, transcurrir de la materia sobre un espacio, tiene importancia. La victoria del capital financiero a nivel mundial, entre fines de los años 80 hacia los 90, con eclosión sincera en 2008, difundió la renta improductiva por aquí y por allá. Recortes a los presupuestos educativos, menoscabo o eliminación de los destinados a la investigación, bajas salariales y precarización de los obreros, empleados, técnicos y científicos. Ajuste con el argumento de la austeridad: absorción corporativa de los recursos sociales, en vez de reinvertirlos sobre sus realizadores.

Esta oleada mortífera sobre la generación de bienes de producción y consumo, muy especialmente sobre máquinas herramienta y tecnología de punta sin beneficios inmediatos, sigue siendo presentado en los medios concentrados –locales e internacionales occidentales- como una virtud. Sus críticos, aquellos que proponen reinversión de la recaudación tributaria para mejorar educación, salud, investigación e ingresos en general, son calificados como populistas y sospechados de meter mano en esos recursos.

Los únicos autorizados a meter mano en el enorme volumen de riquezas originado por un pueblo son las corporaciones. Eso señalan, a diario, Clarín y El País, La Nación y The New York Times, TN y CNN. Y unos cuantos más.

Bien. En medio de semejante proceso, sobre todo después de la sacudida de Lehman Brothers, China -aunque también Rusia, Irán, India y la Argentina entre otros-, resolvió avanzar en la investigación científico técnica. Como detalle irónico, nuestro país decidió que el Arsat era una nave destinada a guardar bolsos de dinero, que la Energía Nuclear no es tema de incumbencia, que el INTA no sirve y su tecnología puede ser enajenada y que la investigación en general no es más que un gasto impulsado por los peronistas para llevarse a sus casas pilas, biromes, guardapolvos y teléfonos.

China entendió lo ocurrido y al igual que las otras naciones mencionadas siguió adelante. Estados Unidos y Europa –con excepciones-, durante el primer decenio del siglo, apostaron al control de la banca, enlazada con las drogas y las armas. Hasta sus izquierdas se lanzaron a combatir el populismo y contribuyeron a ralentizar las investigaciones estratégicas. ¿El resultado? A lo largo del lustro reciente, un emergente significativo pero no único, Huawei, puede mostrar al mundo los productos tecnológicos más avanzados y está a punto de lanzar dos golpes mortales para sus competidores: las pantallas indestructibles y el 5G.

El 5G permitirá un uso extraordinario de los renovados teléfonos celulares. Con funciones que quienes nos comunicamos a diario ni siquiera logramos imaginar. Como el freno financiero a la inversión productiva y la investigación damnificó el desarrollo norteamericano y europeo, ahora sus líderes intentan equilibrar la situación con medidas políticas de rasgo administrativo. Se pretende sancionar a Huawei con el argumento vulgar de que sus productos sirven para espiar y conocer informaciones reservadas. Se trata de una admisión profunda de la desventaja occidental con respecto a la producción euroasiática. El progresista Hollywood filmará más películas “demostrando” que es al revés.

Los populistas que ignoraron le hegemonía de la renta financiera durante el primer tramo del siglo XXI hoy cosechan sus valientes e inteligentes determinaciones. La Argentina, convocada oportunamente al BRICS debido al potencial de su know how, al saber de sus técnicos e investigadores, cerró la puerta y desarticuló el gran valor agregado que –junto a las riquezas naturales- le podía brindar un lugar relevante en el planeta. Esta tontería que se ha dado en llamar macrismo o Cambiemos impuso el arcaísmo justo cuando era el momento de adentrarse en la nueva era.

Nuestros medios más importantes siguen hablando de bolsos y cuadernos mientras las grandes naciones debaten sobre tecnologías que rasgan el tiempo y aventuran un futuro de asombro para la humanidad. Huawei, una empresa de empleados sostenida por las finanzas públicas asiáticas sin que nadie levante un dedo para protestar por ello, ha puesto la pica en Flandes y evidenciado en todo el planeta la trascendencia de fomentar la ciencia y la técnica. Y para los “demócratas” que objetan: decimos sin que nadie levante un dedo para protestar internamente no porque exista una dictadura del Partido Comunista sino porque hay una comprensión común de lo bueno que es hacer las cosas bien.

Dejamos el audio con el informe brindado a Sputnik al respecto. Sirve para pensar este presente, pero muy especialmente, su proyección. SputnikNews

(*) Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal

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