Por Carlos Aira (*)
Domingo 11 de febrero de 1934. Calor veraniego. En Avenida Alvear y Tagle, final de Copa Chevallier Boutell 1933. Torneo por eliminación directa en el cual participaban los equipos de la Liga Argentina de Football, rosarinos, cordobeses y uruguayos. Una final inesperada. Porque de un lado estaba Racing, inmenso; del otro, humilde pero vital, Central Córdoba de Rosario.
Una multitud, treinta mil hinchas, presenciaron la final. El trámite fue trepidante. Racing se puso en ventaja apenas iniciado el partido por intermedio del tucumano Demetrio Conidares. Córdoba dio vuelta el partido con goles de Tomás Constantini. Telmo Collins, puntero derecho charrúa, malogró un penal, atajado por Juan Bottaso, la mítica Cortina Metálica. Igualó Vicente Zito, la Bordadora de la Academia, a los ocho minutos del segundo tiempo. El partido estaba para cualquiera; hasta que al final del encuentro, el árbitro uruguayo Sobreira cobró otro penal para los rosarinos. Los jugadores de Racing no lo podían creer. Hicieron una sentada, como había hecho Gimnasia meses atrás, cuando fue despojado de un campeonato en cancha de San Lorenzo. Pero no tenían nada que discutir. A un grande se le podían cobrar dos penales en contra. Racing se fue del campo de juego. Central Córdoba, con Gabino Sosa, su emblema, se consagró campeón.
Julio Rodríguez es investigador de la vida deportiva e institucional del club de Barrio Tablada. En diálogo con Abrí la Cancha rememoró aquel triunfo de su club, hace ya 85 años: «Central Córdoba clasificó a la Beccar Varela junto a Nacional – actual Argentino – dejando afuera del torneo a Newells y Rosario Central. Era un equipo de alta escuela rosarina. Venía jugando desde 1931 casi con el mismo equipo»
El investigador señaló un detalle que será clave en la Copa: «Se lesionó Félix Ibarra, centrohalf del equipo. Fue así que la dirigencia contrató a Germán Gaitán, jugador de Provincial, quien llegó para jugar los partido de la Beccar Varela y fue un jugador determinante de aquel equipo».
El equipo de Central Córdoba estaba compuesto por Ernesto Funes; Andrés Garramendi y José Busano; Lorenzo D´Uva, Germán Gaitán y Ricardo Solero; Telmo Collins, Tomás Constantini, Gabino Sosa, Antonio Morales y Guillermo Fernández. Para Rodríguez, el punto fuerte de aquel equipo estaba adelante: «Tomás Collins era un gran delantero surgido en la liga cañadense. Gabino Sosa un bronce y Guillermo Fernández será jugador de Boca Juniors».
Julio Rodríguez es autor de la biografía de Gabino Sosa. Consultado sobre el crack, brindó un semblante del mítico Payador de la Redonda: «Llegó al club en 1916, cuando Central Córdoba recién hacía pie en la Liga Rosarina. De alguna manera formó una escuela de futbolistas. No sólo en Central Córdoba sino también en los combinados de la ciudad. Era el jugador a imitar. Gabino es la esencia del potrero de la ciudad. El formó a los jugadores de divisiones inferiores que lo miraban y admiraban, por ejemplo Vicente de la Mata. Fue uno de los primeros grandes gambeteadores; esa característica le valió la convocatoria a la Selección Argentina, participando en el Sudamericano de 1921, primer título continental de nuestro fútbol, y la famosa tarde del gol olímpico en cancha de Sportivo Barracas».
Julio Rodríguez valorizó el aporte de Vicente Chueco Aguirre, otro crack charrúa: «Tal vez no son nombres muy conocidos, pero es importante señalar que un club como Córdoba legó jugadores tan importantes para la Selección Argentina».
Metiéndonos en el 11 de febrero de 1934, Julio Rodríguez nos metió en corazón y alma de Central Córdoba: «El club fletó un tren completo que salió desde la estación donde se fundó con entradas agotadas. Más de mil quinientas personas viajaron en un tren que tenía en la locomotora una bandera argentina y otra del club. Un rasgo de identidad de un club fundado por ferroviarios. El plantel concentró en el hotel Central Córdoba de Retiro. Ahí había concentrado en la previa de los partidos ante Platense (2 a 0, en River Plate) y Gimnasia de Santa Fe (2 a 0, en Atlanta)».
«El partido comenzó mal para Central Córdoba, porque Racing se puso en ventaja apenas comenzado el partido. Córdoba hizo pie y revirtió la ventaja con dos goles de Tomás Constantino, surgido en Club Belgrano, club que parió a Mamucho Martino. El delantero Telmo Collins tuvo la oportunidad del tercer gol, pero lo atajó Juan Bottaso, arquero mundialista. El estadio estaba repleto de hinchas de Racing, que habían ganado la copa el año anterior. Sobre el final, el árbitro uruguayo cobró otro penal para Central Córdoba. Los jugadores de Racing no permitieron que se pateara. El árbitro deliberó durante diez minutos que hacer, hasta que finalmente suspendió el partido», narró el investigador charrúa.
«Días más tarde se reunieron los representantes de las diversas federaciones que disputaron el torneo. Los medios daban por ganador a Central Córdoba y repudiaron la actitud de los jugadores de la Academia. Finalmente, para sorpresa de muchos, decretaron que el partido no continuaría y Central Córdoba se consagró campeón«, señaló Rodríguez.
A 85 años de un campeonato aún celebrado. La fiesta de los humildes. Central Córdoba de Rosario, campeón en Buenos Aires.
(*) Conductor de Abrí la Cancha / Colectivo de Dirección de Radio Gráfica.