Por Agustín Montenegro*
Gramsci: Héctor «Toto» Schmucler fue fundador de la revista Pasado y Presente, que constituye un documento fundamental en dos sentidos. En primer lugar, es la introducción del pensamiento gramsciano en Argentina a través, sobre todo, de José «Pancho» Aricó. Junto a él y Schmucler estaban Oscar del Barco y Juan Carlos Portantiero, entre otros, todos parte del Partido Comunista. A través de la influencia de Héctor P. Agosti, el pensamiento del marxismo italiano introduce una cuña al marxismo ortodoxo que se vuelve clave, por lo menos, para nuestra historia política e intelectual.
EGP: En un segundo sentido, el grupo de Pasado y Presente tuvo un rol clave en la conformación del Ejército Guerrillero del Pueblo, foco guerrillero liderado por el Comandante Segundo Jorge Masetti. La experiencia del EGP dejará, además de la sombra de Masetti en el monte, un hecho fundamental que no debemos olvidar: los fusilamientos de Adolfo Rotblat y Bernardo Growswald. Tras el hecho, Aricó fue a exponer a Ernesto Guevara las imposibilidades de una guerrilla de tales características en Argentina.
Literatura: Pasado y presente, en la mejor tradición de las revistas argentinas, está cruzada por la literatura desde el primer número, en el cual Schmucler expone el debate sobre el realismo en la novela argentina. Por ahí, quizás, es interesante rastrear a Schmucler, en su tradición literaria: fue amigo de Cortázar y de Gelman, estudió con RolandBarthes, y luego fundará Los libros. Cabe destacar ese primer artículo en PyP, insistente sobre la importancia del debate literario (que anteriormente había instaurado Contorno) en el diálogo intelectual entre intelectuales que articulaban (con sus errores y aciertos) nada más y nada menos que con el guevarismo.
Los libros: En los prólogos a la edición facsimilar de la revista realizada por la Biblioteca Nacional (en la gestión de Horacio González) se puede relevar por completo el debate político que subyace a toda la historia de la revista, que llega hasta febrero de 1976. Basta observar los índices del primer y el último número para ver su transformación. En 1969: reseñas de Sábato, Murena, el Marqués de Sade, Octavio Paz, Rodolfo Walsh. Notas de Aricó, Aníbal Ford, Ricardo Piglia, Enrique Pezzoni. 1976: un artículo de Beatriz Sarlo (ahora en el comité de dirección con Carlos Altamirano, con Schmucler ya fuera de la revista) sobre Conti, Saer y Tizón, un informe sobre la lucha de clases en Portugal, un artículo del filósofo chino Tchang En-tse, fichas sobre la industria petroquímica y sobre la Cargill. La revista pasa del modelo de revista literaria francesa a ser, como dice Schmucler, «un órgano del PCR». Irónicamente, como se observa en el prólogo, el propio Schmucler había llamado a Sarlo para balancear los tantos: él era peronista, Sarlo era peronista, mientras que la tendencia maoísta iba ganando espacio. Piglia lo dice claramente: «Fue un golpe de estado, porque le sacamos a Toto la revista que él mismo había creado.» Tras una editorial recahazada y una polémica sobre el GAN, Schmucler deja la revista.
Comunicación: Schmucler fue pionero y referente de la teoría de la comunicación en Latinoamérica. Fundó Comunicación y cultura en Chile, con ArmandMattelart y Ariel Dorfman. Marcó, en esta línea, las universidades de Córdoba y de Buenos Aires. Sin conocer demasiado este aspecto de su vida, puedo decir que los estudiantes de Letras de la UBA perdimos muchísimo cuando esa línea se aparta de su origen, para dejarnos un poco huérfanos de ese diálogo clave encarnado, también, en Eduardo Romano y Aníbal Ford.
La violencia de los 70: La era del Twitter hace que hasta el más inepto pueda murmurar desde el sillón. Me refiero a Pablo Avelluto, ex CEO de Santillana, que tuvo el mal gusto de comentar que Schmucler fue «uno de los primeros en pensar a contracorriente la violencia de los 70». Toda polémica expuesta tiene el riesgo de ser esgrimida por resentidos o reaccionarios. Vale la pena aclarar los tantos: en la década pasada, la revista La intemperie publicó el testimonio de Héctor Jouve, participante del EGP, que relata los hechos sucedidos en Salta y el fusilamiento de Groswald y Rotblat. Tras ese testimonio, Oscar del Barco dirige una carta pública a Sergio Schmucler, hijo de «Toto» y director de la revista donde realiza una fuerte autocrítica a la violencia revolucionaria y se planta en un acto de contrición: pide perdón. Schmucler, entre muchos otros, responde, también hablando desde su propia historia: de su hijo Pablo, asesinado y desaparecido en 1977. Su hijo menor, Sergio, ha escrito un hermoso testimonio del exilio en la juventud, llamado Detrás del vidrio. La discusión entre Del Barco, Grüner, Ferrer, Tatián y Schmucler, entre otros, es uno de los grandes debates intelectuales de los últimos tiempos, y da bronca que un bárbaro con Twitter lo utilice para farfullar sus pequeñas ideas.
Una obra diseminada: Schmucler fue, como creo haber, por lo menos, insinuado, una persona clave de nuestro panorama intelectual. Un actor activo que no solo vale la pena valorar, sino descubrir. En su trabajo está la estela de los debates centrales de la segunda mitad del siglo XX. Su obra está diseminada: requiere de un lector igualmente activo que pueda rastrearlo en: Pasado y presente, los dos tomos, Los libros, sus cuatro tomos (aun ahí donde está en ausencia), sus libros de crítica literaria y teoría de la comunicación, los libros de su hijo Sergio, el debate con Del Barco, su actividad académica, y libros escritos sobre el, sobre todo el ensayo de Graciana Vazquez Villanueva sobre el debate con Del Barco, titulado Solo decir verdad.
(*) Conductor de Las Lecturas