enero 25, 2025

Enrique Martín | Memorias de Narices Chatas

Enrique Martín | Memorias de Narices Chatas

Enrique Martín es una voz especializada. Hombre del boxeo y el tango. También del periodismo, oficio que ejerció en Crónica y la agencia DyN durante cuatro décadas. En ese tiempo presenció las peleas más importantes en todo el mundo. Autor de Narices Chatas, un delicioso recorrido donde aparecen los grandes del boxeo nacional y mundial. Invitado a los especiales de Radio Gráfica, nos regaló una hora imperdible de charla junto a Gabriel Fernández.

Comienzos«Arranqué con el boxeo como aficionado. A las piñas, porque era bastante peleador de chico. Como aficionado concurría al Luna Park porque siempre encontraba quien me llevara a ver las peleas de los sábados. Eso fue hasta que cumplí 18 años. Una vez iniciada la carrera periodística, que duró mucho tiempo, me encaminé por el lado del deporte, y casualmente, me enfoqué en el boxeo»

Crónica: «Digo casualmente porque siempre hay un día mágico y ese día me ocurrió en el diario Crónica. El encargado de la sección Boxeo, porque en Crónica había una página entera, se fue del diario y quedó vacante. Yo, que trabajaba en el matutino y vespertino, me la ofrecieron a mí. No hubo mucha competencia porque a la mayoría no le importaba el boxeo»

Ricardo Arias: «Comencé trabajando con Ricardo Arias. Lo conocí por intermedio de un amigo en común. Empecé en la revista «entre las sogas» y de allí a la radio el mismo día que Osvaldo Príncipi. Los dos comenzamos en 1977, en el mismo lugar haciendo lo que se llamaba camarines. Uno con cada boxeador en cada pelea. Aquel espaldarazo de Ricardo me sirvió mucho. Él era respetado y tenía un nombre hecho. Eso me abrió muchísimas puertas. Siempre soy muy agradecido a mis maestros, y Ricardo fue el primero». 

Maestros: «Esos maestros son gente de generaciones anteriores. Lo mio siempre fue el periodismo escrito y creo que los grandes maestros del periodismo deportivo estaban y siguen estando allí. En aquel tiempo había más que ahora. Para mí es inolvidable la pluma de Emilio Lafferranderie, El Veco. Durante muchos años cubrió boxeo para El Gráfico; cuñado de Ernesto Cherquis Bialo que es mi otro gran maestro. Ulises Barrera y otras plumas no tan recordadas, como Oscar Fernández o Alfredo Pérez, de la Agencia Télam. Pero quiero decir que me crié leyendo a Daniel Félix Frascara, Frascarita». 

Arte: «En el mundo hubo y hay grandes periodistas y escritores de boxeo. En Argentina, Julio Cortázar era habitué del Luna Park todos los sábados. La literatura y el boxeo tienen un romance desde hace tiempo. Es el único deporte que le interesó al arte en general. Si hiciéramos un ranking, hay cien películas sobre boxeo y del resto de los deportes no suman veinte. Lo mismo pasa con la literatura.

Carlos Monzón«Siempre hablo de Carlos Monzón boxeador. Nunca coincidí como periodista. Si, cuando concurría al Luna Park ya retirado de la actividad. Sin dudas fue el boxeador argentino más importante de la historia y está entre los tres mejores boxeadores latinos. También está entre los cinco mejores medianos de todos los tiempos. Los entendidos se dividían entre quién fue el mejor de los nuestros, si Monzón o Pascual Pérez. Los dos fueron fuera de serie, pero Monzón tuvo su esplendor en una época de mayor llegada al público por la televisión. Además, era Mediano cuando Pascualito era Mosca. Carlos Monzón es mucho más reconocido y querido fuera de Argentina que acá. Me sorprendió muchísimo en Italia. Cuando Juan Martín Coggi ganó el título mundial en Sicilia derrotando a Patrizio Oliva, año 1987, periodistas italianos decían que podía ser el nuevo Monzón, porque éste había destronado a un ídolo como Nino Benvenutti.

Idolatría: El reconocimiento mundial de Monzón es enorme porque al mundo poco le interesa la vida fuera del ring. No fue un ídolo en Argentina ni cuando fue campeón. Nunca llenó el Luna Park. Nicolino Locche vendía todas las entradas sin siquiera saber contra quién iba a pelear. Junto a Justo Suárez, los dos máximos ídolos argentinos». 

Sugar Ray: «Es difícil hacer una clasificación histórica de principio a fin. Me quedo con los que vi pelear personalmente. Ray Sugar Leonardo fue un monstruo increíble desde todo punto de vista. Táctica, técnica y físicamente. Capaz de pelear en todas las distancias, con todos los rivales. Sobreponerse a una doble operación de retina, subir al ring, pelear contra Marvin Marvellous Hagler y ganarle. Hagler, Tommy Hearns y Roberto Durán, el trío de los mejores medianos de los 80s»

Mike Tyson: «Pude ver personalmente a Mike Tyson. La agencia DyN me mandó a cubrir su pelea con Michael Spinks, hermano de Leon, quién le ganó en su momento a Mohammad Alí. La pelea fue en Atlantic City y solo acreditaron a dos periodistas argentinos. ¡Me mandaron a la última fila! Cometí la torpeza de quedarme en mi butaca en una pelea que duró 91 segundos. Tyson lo destruyó con un par de combinaciones increíbles. Fue todo tan rápido que prácticamente no lo vi. ¿Que hago ahora? Hacía una semana que estaba allí y tenía que hablar una semana más de 91 segundos de combate. Lo primero que hice fue tratar de ver la pelea y fui a la sala de prensa. Para mi sorpresa, estaba llena de periodistas europeos con los pies sobre la mesa y cervezas en la mano. Ellos no vieron la pelea en el estadio. La vieron allí en pantalla gigante. Cuando llegué, ya habían repetido muchas veces las imágenes»

Foto: «En aquel viaje a Atlantic City tuve la suerte de sacarme una foto junto a Mike Tyson y Muhammad Alí. Tyson era un enorme personaje aun sin hablar. Lo más parecido al hombre imbatible que sin embargo después no fue. Tenía una potencia formidable. Los rivales comenzaron a estudiarlo y hacerle frente de otra manera. Años después se encontró con Evander Holyfield, a quién nunca pudo develar, y allí acabó su carrera. Haber conocido a Tyson fue un regalo. Debo reconocer que ningún especialista de boxeo va a dejar de reconocer a Ray Robinson, Joe Louis, Jack Dempsey, y al más grande de todos, que fue Muhammad Alí. Pero fue una enorme alegría, orgullo y honor conocer Alí. Tenía una personalidad que trascendió el mundo del boxeo y el deporte».

Presente: «El boxeo tiene la vara muy alta. Los grandes campeones dejaron secuelas de exigencia. Los periodistas debemos pensar que no le podemos pedir a nuestros púgiles que todos sean iguales a Carlos Monzón en su grandeza deportiva. Los ciclos existen, las figuras emergen y los ídolos aparecen. El boxeo siempre está floreciendo nuevamente. Nunca hay que darlo por muerto, siquiera herido». 

Profesionalismo: «Estados Unidos es la casa matriz del boxeo. Hay miles y miles de gimnasios. Cientos de boxeadores preparados para pelear cuando algún promotor lo requiera. Allá es en serio. El boxeador trabaja de boxeador. Acá es distinto. El que pelea poco tiene que rebuscárselas y finalmente entrena para dar el peso. Los entrenadores deben dejarse enseñar. Los boxeadores argentinos que pasan temporadas en Estados Unidos mejoraron superlativamente. No todos pueden llegar allá. Algunos, sin ser figuras, hicieron mucho más de lo que se esperaba de ellos por constancia y tomarse en serio la profesión». 

Maravilla Martínez: «La vida del boxeador es azarosa. Hubo proyectos extraordinarios que no llegaron a nada. También tipos por los que nadie daba nada y llegaron muy lejos. Sergio Maravilla Martínez se fue de Argentina en medio de una crisis pavorosa a España. Acá era un boxeador de segundo orden. Fue un gran acierto irse a Europa. Es un muchacho inteligente. Allá hizo una campaña breve contra rivales de menor valía, con toda la prensa a favor. Desde Europa a Estados Unidos es mucho más sencillo dar el salto y él era figura en España. Así consiguió hacerse un lugar, ayudado con lo gran profesional que fue. Por eso no me gustaría verlo nuevamente arriba de un ring»

Especialización: «Comentar boxeo es más complicado que fútbol. Todo el mundo jugó bien o mal alguna vez al fútbol. En cambio los que han boxeado han sido muy pocos. Los periodistas deportivos especializados en fútbol tienen una base de conocimiento, en cambio el de boxeo tiene que hacer carrera necesariamente concurriendo a los gimnasios a ver. El periodista que nunca se subió a un ring como boxeador no conoce lo que hacen los boxeadores. La primera etapa del periodista especializado en boxeo es ir a ver que hacen en el gimnasio y la verdad es que pocos lo hacen»

Gimnasio: «Tuve muchos alumnos en los últimos quince años, pero pocos interesados en el boxeo. Los que se interesaron siguieron el consejo de estar día a día en el gimnasio. Osvaldo Principi y yo lo hicimos desde muy joven. Horacio García Blanco, maestro del periodismo de boxeo audiovisual, pese a ser una gran figura, pasaba cuatro o cinco horas por día en el gimnasio del Luna Park mirando como entrenaban los boxeadores. Esas horas no las pagaban los medios. Yo estaba desde las 12 a las 18 mirando entrenar, me gustaba. Nunca pretendí que me pagaron por eso. Ahí se aprende, más allá de que yo tenía una mínima, la mayoría de los periodistas jóvenes no la tienen»

Trabajo: «Como docente de periodismo deportivo, en la Cátedra Boxeo, en la primera clase del año pregunto quién piensa que el boxeo no es un deporte. Si la pregunta la hacíamos hace quince años, la mitad o mas de los alumnos levantaban la mano. Hoy, con la misma pregunta, no levanta ninguno la mano. Desde hace un tiempo cada vez fueron menos los detractores del boxeo. Creo que más que un deporte, el boxeo es un trabajo y por eso debe ser respetado». 

Dante Panzeri: «El homicidio legalizado que planteó Dante Panzeri fue legalmente refutado por la historia y los ejemplos. En 1984, con Osvaldo Príncipi presentamos el proyecto para promulgar la Ley Nacional del Boxeo, que fue aprobada en diputados y senadores y luego cajoneada por el ex presidente Fernando De la Rúa, quién presidía la Comisión Ad-Hoc. Lo hicieron porque la Ley daba preponderancia a la protección social del boxeo y ellos entendían que le quitaban así rentabilidad a los promotores. Por eso la cajonearon. Nunca más se trató y tenía media sanción. Se planteó que había que hacer con el boxeo. Si se tenía que prohibir o no. Hasta un concejal radical apellidado Lapadou presentó un proyecto para prohibir la actividad. Pero siempre doy el mismo ejemplo: para Lloyd´s, una de las aseguradoras más importantes del mundo, el ranking de clasificación de deportes riesgosos lo tiene al boxeo en el decimo segundo lugar».

Prohibición: «El boxeo es un deporte que nació en la clase alta y se desarrolló en la clase baja. Ni los partidos que representan a las clases altas o bajas pedirán jamás su prohibición. Uno, por una razón de esencia: lo inventamos nosotros, los ricos. Los otros, porque los pobres viven de eso. Los partidos que representan a los sectores medios son los que piden la prohibición del boxeo y fracasaron en un 90%. Se prohibio en Holanda y Noruega durante quince años. Hoy hay boxeo en ambos países. En Argentina fracasaron todos porque a la hora de evaluar que es el boxeo aparece el secretario general de la CGT para decir ´Ustedes van a impedir la libertad de trabajo´ a lo que contestaron ´Están corriendo riesgos´. Es el deporte de los pobres pero es la tabla de salvación más grande que tiene el pobre cuando la sociedad no da otra oportunidad». 

FV/GF/RG

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