diciembre 22, 2024

Brasil | Base social popular, agenda propia y unidad, las claves hacia la segunda vuelta

Brasil | Base social popular, agenda propia y unidad, las claves hacia la segunda vuelta

Por Gabriel Fernández *

Amparado por los grandes medios y el voto de un amplio sector acomodado de la sociedad brasileña, pero potenciado por los agrupamientos que priorizan los derechos civiles por encima de las luchas económicas y sociales, el liberal Jair Bolsonaro se impuso en la primera vuelta de los comicios brasileños. Sin embargo, habrá segunda instancia. El Partido de los Trabajadores liderado por el artificialmente detenido Lula –cuya candidatura hubiera logrado una apreciable victoria- alcanzó el 29 por ciento de los sufragios y se posicionó hacia el ballotage.

Bolsonaro, un fabuloso invento mediático destinado a dividir verticalmente un país que ya había escogido su destino al asumir el quiebre horizontal, alcanzó el 46 por ciento de los votos. Mientras los tontos medios progresistas brasileños y argentinos siguen caracterizando al ganador por hostigar al movimiento lésbico gay trans y homosexual, miles de brasileños que venían respaldando al PT afirman haberlo votado, precisamente, por eso. En una tremenda y nítida demostración de impericia electoral, el campo popular del país vecino resignó una victoria trascendente.

Los analistas menos avisados, insisten, luego de la primera vuelta, en brindar aire a Bolsonaro al calificarlo como el “Trump brasileño”. Sin embargo, el vulgar decidor con amplificador de O Globo no es más que un entreguista antipopular que anhela privatizar las principales fuentes de recursos del Brasil para garantizar una operatoria de negocios al frente del Estado como lo ha sido el macrismo en la Argentina. Esto es, contra toda política industrial y activa, Bolsonaro propone el ahorro como eje, para garantizar la transferencia de recursos desde el área productiva –formidable en el vecino país- hacia la renta y la fuga.

Fernando Haddad, el candidato del PT, no fue mucho más allá de la condena de Bolsonaro por su autoritarismo, en vez de encabezar una enérgica campaña que diera cuenta de los diez años de crecimiento económico y social brasileño, y situar la esperanza de un futuro auspicioso de trabajo para todos mediante su gestión. Así, recibió el cachetazo de votantes petistas, quienes comparten la acción registrada por Lula al frente del Poder Ejecutivo, pero desdeñan las costumbres citadinas a las cuales consideran ajenas a sus tradiciones y sus valores morales referidos a la sexualidad. Contrariamente a lo realizado por el líder metalúrgico para su arribo al poder, Haddad contrastó con la religiosidad de base, decisiva en la cultura popular brasileña.

Así las cosas, habrá nuevos comicios el 28 del mes en curso. El humilde nordeste se mantiene de pie junto al PT y aguarda mejores tácticas para acrecentar su caudal por parte de una conducción centralizada opacada por conceptos socialdemócratas europeos. Si las cabezas que acompañaron al sindicalista en su primer tramo despiertan y logran protagonismo, no es imposible revertir el panorama. La actitud de Ciro Gomes, con un 13 por ciento de los sufragios, será un asunto importante en esa definición. El emerger acelerado de medios de comunicación genuinos, a los cuales la gestión previa no prestó atención, también. En este punto, vale indicar: ningún espacio comunicacional en Brasil explicó el dislate de la detención de Lula ni la falsía de la propaganda sobre la «corrupción».

No ganó un nacionalista en Brasil. Ese es el argumento sin base que se difunde por aquí y por allá. Ganó un entreguista revestido de patriota, que no va más lejos que la persecución de los diferentes. La carencia de conceptos adecuados en la campaña del PT para desmontar el engaño se plasma en la respuesta de muchos votantes populares que, después de haber apoyado a Lula en todo su trayecto, respondieron a esta simple pregunta de la manera indicada:

-Si usted votaba a Lula, ¿porqué ahora vota a Bolsonaro?
-Porque no quiero que mi hijo sea maricón.

Quien quiere entender, que entienda. Quien piense que este es un alegato “machista”, que persista en los quiebres verticales.

El párrafo anterior puede ser interpretado en una propuesta para dejar fuera las reivindicaciones sectoriales. Nada de eso. La cuestión, es el foco.

El ideograma que caracteriza a una campaña, define el trazo grueso. El de Lula fue la CUT y el anhelo popular de mejorar la vida. El de Haddad fue el rechazo cívico a Bolsonaro. La imagen fuerte en el primer caso, obreros y desposeídos. En el segundo, clamor colorido contra el machismo.

No es que una cosa esté bien y la otra mal: todo puede integrarse. Pero es preciso definir, en una campaña corta, el eje básico para comunicarse aceleradamente con millones de personas. No es sencillo arribar al corazón del Brasil profundo. Lula, pudo. La campaña más social y contenedora es la mejor para nuestros movimientos.

(*) Área Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal

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