diciembre 22, 2024

Marcelo Gallardo | Un carácter único

Marcelo Gallardo |  Un carácter único

Por Carlos Aira (*)

Ya nadie recuerda aquella fría noche de Quilmes. 30 de junio de 1995. Partido previo a la Copa América de Uruguay, jugado en el recién inaugurado estadio Centenario. La Selección Argentina, dirigida por Daniel Passarella, enfrentaba a Australia. El recambio generacional propuesto por el Gran Capitán se había hecho carne luego del Mundial de Estados Unidos. La camiseta número 10 la vestía el jugador más resistido. A sus 19 años, todos eran reproches para Marcelo Daniel Gallardo. Se decía que era convocado porque Passarella era el dueño de su pase. Era el hijo de Passarella; se decía que estaba inflado. Se decía que era homosexual. Penal para Argentina. Gallardo tomó la pelota. Arco del centro quilmeño. Su remate fue por arriba del travesaño. Risas en la tribuna. Un australiano se acerca para cargarlo. Ningún compañero salió a respaldarlo.

Gallardo aprendió a vivir en la selva del fútbol. A los golpes. Sacando carácter y fortaleza. A pesar de ser multicampeón con River Plate en aquel lustro 1995-2000, nunca fue titular indiscutido a pesar de su inmensa calidad. Mostró las uñas por primera vez a mediados de 1997. Dos años antes estuvo a punto de ir a Racing, pero en el campeonato 1996/97, con sólo 21 años, era un jugador diferente. Se sentó frente al presidente Alfredo Davicce y pidió un dinero que no cobraba ninguno de sus compañeros. Ni Ariel Ortega, ni Enzo Francescoli. River le firmó un contrato único: Gallardo pasó a ser el jugador mejor pago del mundo en 1997. 1.850.000 dólares de contrato. Más que Alessandro del Piero, jugador de la Juventus, mejor pago de Europa.

Luego le mostró las uñas a Daniel Passarella. En la Copa del Mundo de 1998, tenía todo para ser estrella. Fue titular en el partido ante Croacia. Fiel a su costumbre, el entrenador se cansaba de dar órdenes a sus dirigidos. A veces, con demasiada insistencia. Muñeco, como ya se lo conocía, estaba haciendo un partido estupendo. Harto de las indicaciones del entrenador que más lo bancó, se acercó a él y le gritó bien claro: «¡Dejame de hinchar las pelotas, Daniel!». Passarella jamás perdonó lo que entendió un desaire.

Dejó River a comienzos de 1998 cuando pasó al Mónaco francés. El pibe nacido en Merlo, castigado oeste bonaerense, llevaba su fútbol pensante y de pases cortos a la corte monegasca. En el Principado tuvo cuatro temporadas fantásticas, las de su plenitud, donde se consagró tres veces campeón. En 2003, con sólo 27 años, ya era un veterano. Resuelto en lo económico, priorizó su vida en Argentina. Su familia, su fundación en Merlo. Regresó a River Plate, como no podía ser de otra manera. Era el símbolo de un equipo que comenzaba a perder fuerza al ritmo de los desaciertos institucionales. Para el recuerdo aquella semifinal de Copa Libertadores 2004. Aquella noche mostró las uñas, pero esta vez para arañar al arquero xeneize Roberto Abbondanzieri.

Pero todo cambió el 9 de enero de 2006. Comienzo de la pretemporada en Mar del Plata. Marcelo Gallardo, capitán del equipo, 30 años recién cumplidos, le dice a Reinaldo Carlos Merlo: «Mostaza, el 90 por ciento no está de acuerdo con el modo en que nos hacés jugar. Si no hay un replanteo, yo pediré irme«. Se plantó delante de un entrenador que ningún jugador quería. Merlo no apostaba por los pibes. Gallardo puso la cabeza por los más jóvenes. Merlo terminó renunciando. José María Aguilar contrató a Daniel Passarella. El Gran Capitán se la tenía jurada hacía ocho años a Gallardo, quién partió hacia PSG francés en enero de 2007.

Luego de un año y medio en París y media temporada en Washington, en enero de 2009 regresó a River. Era un veterano de 33 años con 17 temporadas profesionales. Pronto se encontró con un regreso omnipresente: Daniel Passarella, ahora como presidente. A mediados de 2010, su tiempo en Nuñez llegó a su fin. No habría cuarto regreso. River pronto perdió la categoría, mientras Gallardo se consagraba campeón y se retiraba con la camiseta de Nacional de Montevideo.

En Montevideo comenzó una nueva etapa. El Gallardo entrenador. Su 1,68 y escasos kilos tomó una estatura inmensa. Campeón en Uruguay. A mediados de 2014, luego de la renuncia de Ramón Díaz se abrió el regreso a River Plate, ahora como entrenador. Desde ese momento, Marcelo Gallardo se convirtió en uno de los entrenadores más exitosos en la historia millonaria. Para tener en cuenta: en estos años no ganó ningún torneo local, pero ganó Copa Sudamericana, Copa Libertadores y Copa Argentina. Un verdadero especialista en ganar manos a manos. Anote: por copas locales e internacionales, dirigió en 44 partidos y ganó 36. Ganó 17 de 19 partidos de Copa Argentina; siete de ocho partidos en Copa Sudamericana; Siete de nueve mano a mano en Copa Libertadores; Ganó el partido correspondiente a la Suruga Bank; los dos encuentros de Recopa. En el Mundial de Clubes ganó y perdió un partido. Donde tiene saldo negativo es en Supercopa Argentina: ganó sólo uno de tres encuentros.

Pero no sólo eso: hizo de River Plate un equipo vencedor sobre Boca Juniors. Para la semifinal de la Sudamericana 2014 tomó una decisión compleja: priorizó la eliminatoria sobre los xeneizes, postergando un campeonato local que lideraba con aire. En aquel noviembre de 2014 sufrió la pérdida de su madre. A pesar de esa circunstancia de la vida, su equipo salió a jugar a la Bombonera invirtiendo los roles: River jugó cada pelota como si fuera la última. No tuvieron compasión con las piernas rivales. Lo mismo sucedió en la Copa Libertadores 2015 y Supercopa 2017. Ni Rodolfo Arruabarrena ni Guillermo Barros Schelotto supieron vencer táctica-estratégicamente a los equipos de Gallardo.

Marcelo Daniel Gallardo: el hombre que demostró un carácter único.

(*) Conductor de Abrí la Cancha.

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