
El 23 de agosto pasado, La Boca del Riachuelo – el tradicional barrio de La Boca – cumplió 141 años. En Abrí la Cancha realizaron un hermoso recorrido radial con una figura del barrio. Su nombre es Pedro Lauro, pero todo el mundo lo conoce como Cacho de la Brown. Una enciclopedia xeneize, no sólo porque es socio de Boca Juniors desde el día que nació, hace ya 76 años; si no también por su profundo amor por el barrio de la Boca. En charla con Carlos Aira, el querido Cacho, esto nos dijo de su barrio:
«No conocí a Victoriano Caffarena, si su historia y la del jugador número 12. Su padre era escribano y cuando Boca se fue a gira a Europa en 1925, el se agregó. Colaboró como masajista, lineman y gritando los goles de Boca. Por eso le pusieron el jugador número doce. Con el paso de los años se trasladó a la gloriosa barra xeneize«.
«La Plaza Brown fue cuna de grandes cracks. Acá comenzó a jugar Ernesto Grillo, uno de los más grandes de todos los tiempos; también los hermanos Minutti, tanto Roberto como Humberto. Roberto zaguero central de Quilmes y capitán del ascenso de 1975 a Primera División. Humberto era el capitán de Argentinos Juniors hasta que apareció Diego Maradona».
«Dos pibes de la Boca fueron enormes cracks del fútbol argentino. Uno fue Grillo, el otro José Manuel Moreno. Pero quería recordar a Francisco Perroncino, que entró en la historia por la trompada que le pegó Nay Foino en un clásico Independiente-Boca en 1949. La hinchada levantó todas las baldosas del playón de la tribuna visitante y se las tiró al árbitro. Se suspendió el partido. Cuando se reanudó, Boca dio vuelta el partido y ganó 3 a 2 con goles de Campana».
«La salida de la cancha de Independiente siempre fue muy brava. Era un pasadizo y después el descampado de las vías del tren. No se podía casi pasar. Los de Independiente nos tiraban de todo desde arriba y los cosacos de la Provincia nos pegaban abajo».
«Antes la Barra de Boca se juntaba toda en la esquina de Alvar Núñez y Coronel Salvadores, la esquina de la Plaza Brown. Después del partido, si había algún mango, porque eramos todos secos, íbamos a comer una pizza a Tuñin. Pero la mejor pizzería del barrio era El Genovés, que estaba en Carlos F. Melo y Australia. Ahí estaba la mejor fugazza y fainá del país, con Norberto cortando la pizza. No tenían mesas ni sillas. Se comía de parado y la pizzería estaba siempre llena».
«La barra estaba dividida. La barra grande venía de Mataderos y la traía un dirigente apellidado Zappino. Venían dos o tres camiones grandes con la gente de los Perales. Esa amistad se perdió la noche que Chicago le metió cinco goles a Boca, en noviembre de 1983. Ahí se perdió gran parte de la vieja barra de Boca».
«El apodo de bosteros viene de cuando teníamos la vieja cancha de madera. En la calle Brandsen había una fábrica de ladrillos y los que pisaban en el barro eran los caballos. Debido al olor de los caballos, los rivales decían…Cuando vayas a la Boca, muy difícil que te pierdas; justo cuando estás llegando, empieza el olor a mierda. Así quedamos como bosteros. En la década del sesenta, la revista River comenzó a decir `En el barrio de Bostón´. Eso fue cuando comenzó el mote de gallinas».
«En la Boca sigue habiendo familias tradicionales riverplatenses. En el barrio se siguen festejando los campeonatos de River. Son gente reconocida. El fútbol es una pasión, pero la amistad entre familias no debe mancillarse por un partido de fútbol o un campeonato».
«Yo no soy del barrio de la Boca, ¡Yo soy la Boca!«
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