diciembre 16, 2024

Rusia 2018 | Descalabro

Rusia 2018 | Descalabro

Por Carlos Aira, enviado de Radio Gráfica en Rusia 2018

Sobran razones para explicar el fracaso argentino en Rusia 2018. Cómo no es únicamente futbolístico, vamos a realizar diversos enfoques en éstos días que vemos cómo juegan otros.

Sampaoli asumió el 1 de junio del año pasado. En un año de trabajo jamás logró plasmar su compleja idea de fútbol. Digo de fútbol y no de juego, porque pareciera que el hombre de Casilda tiene postulados sobre el juego y luego se recuesta, con la idea de la búsqueda del arco rival, de un libre albedrío alejado de una línea de juego.

Pero el gran problema de Sampaoli fue consensuar una lista de viejos conocidos con mucho pasado y poco presente. Hubo una fecha clave: 27 de marzo. En el moderno Wanda de Madrid, España nos metía seis insólitos goles.

Hasta ese momento, Sampaoli probaba jugadores (Papu Gómez, Bustos, Lo Celso, Meza, Belluschi, Pavón, Lautaro) en búsqueda de un equipo que tuviera actitud y confianza. Pero esa noche se le quemaron los papeles. Recuerdan el mediocampo? Ayudo: Biglia, Mascherano y Banega.

Era la gran oportunidad de mostrar autoridad. No lo hizo. Consensuó con un núcleo duro que se tomó atribuciones de conducción. Mascherano ya había sido probado de lateral derecho en noviembre pasado en un amistoso ante Nigeria en Krasnodar. El resultado fueron cuatro goles en cuarenta y cinco minutos, cuando el morocho Alexander Iwobi le tiraba la pelota larga al 14.

Llegamos al Mundial sin amistosos. Un grave error de AFA a pedido del entrenador, temeroso de otro resultado negativo a días del Mundial.

Y llegamos a Rusia. La historia es conocida y comentada: las idas y vueltas. El fútbol que nunca aparece. El técnico que pone su equipo ante Croacia confrontando abiertamente. La triste derrota. AFA que compone la situación armando el doble comando. La agónica victoria ante Nigeria que nos puso en carrera. Pero ante Francia se hizo todo mal. Todo.

Quedará en el recuerdo la posición de Lionel Andrés Messi. El 9 mentiroso que en verdad fue un doble cinco. Pero en verdad, Argentina fue un equipo sin pies ni cabeza. Un cúmulo de voluntades llenas de coraje pero sin la más mínima idea de juego. El análisis previo de Francia nos devolvía un equipo velocisimo, sin transición en el medio, buscando rápido la velocidad de Antoine Griezmann y el moreno Mbappe. Todos lo sabian, menos el comando en Brottsny.

El mediocampo argentino era incapaz de frenar en velocidad a Mbappe. Rojo y Otamendi jugaron EN LINEA. Un error de infantiles: uno tiene que sobrar, sobre todo cuando la distancia entre líneas es tan grande.

Pero hay algo que llama la atención: en un partido donde Argentina se prodigaba emocionalmente pero sin fútbol, nos pusimos arriba en el marcador. Un gol quinielero el de Mercado, pero vale uno como otros. Aparte, a los dos minutos del segundo tiempo. Era hora de cerrar líneas y aguantar. Lo que hubiera hecho cualquier equipo argentino en Copa Libertadores. Pero no. No hubo la inteligencia táctica. Si es triste no saber atacar, en el fútbol es imperdonable no saber defender. La lentitud exasperante de un mediocampo de viejos conocidos no permitió la contestación de los ágiles franceses.

Será momento de pensar a que queremos jugar y con cuáles intérpretes. Nuestro fútbol está por encima de nombres propios.

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