
Por Carlos Aira, enviado de Radio Gráfica en Rusia 2018
Recta final para la Copa del Mundo y nosotros afuera hace diez días que parecen años. El Mundial es apasionante, pero sin Argentina obviamente falta algo. Busqué generar empatía con Rusia, pero los locales mancaron el sábado con Croacia. Una semifinal mundialista con gusto a Eurocopa: Francia-Belgica y Croacia-Inglaterra.
Mientras en Buenos Aires la Asociación del Fútbol Argentina le extiende a Jorge Sampaoli una confianza propia a la que Mauricio Macri le puede brindar a cualquier ciudadano promedio, reflexiono sobre el juego en este Mundial. Vi a todos. Algunos en la propia cancha. Los únicos que fallamos rotundamente fuimos nosotros. Como dijo el gran Hristo Stoichkov: «Argentina fue de peor en peor. Hay grandes jugadores sin compromiso». Grande búlgaro! Alguien tenia que decirlo.
Pero antes de cualquier análisis futuro de nuestra Selección, este mundial me generó una inquietud táctica: de los cuatro semifinalistas, ningún equipo juega con un sistema táctico rebuscado ni regala solidez defensiva. Tan solo Francia tiene un vuelo diferente. Ergo: no existe el Tiki-tiki berreta que nos quieren imponer como verdad revelada.
Pobre Guardiola. Tiene una serie de seguidores que pregonan un fútbol impracticable en alta competencia. Barcelona puede hacerlo porque difícilmente encuentre un rival de jerarquía en toda la temporada. En este mundial, donde los 32 equipos compiten, llegaron quienes conocieron su libreto del derecho y del revés, y en el caso de las figuras (Mbappe, Hazard, Modric) siempre estuvieron al servicio del equipo. Digo esto porque algunos extraviados, hijos del fútbol entretenimiento, piensan que los nombres propios – valores de mercado – determinan persé. No. Hasta el mejor Maradona, determinante en 1986, estaba al servicio de un orden tactico-estrategico.
Nuestro debate debe ser ese. Cómo volver a ser equipo. Sin importar numeritos que vuelven locos a los amantes de la Play Station. Argentina tiene que aprender a supeditar sus cracks al orden tactico-estrategico. Cómo fue siempre y se perdió en 2006. Cómo lo recuperaron Alejandro Sabella y Gerardo Martino. Ahí está la verdad de la milanesa: a cualquiera de los cuatro semifinalistas les ganábamos con órden. Sin inventos raros de un espectáculo que nadie brinda.
Pero aquí en Moscú no queda otra que apoyar la ñata contra el vidrio (en un azul de frío) y palpar quienes serán los finalistas.