junio 08, 2025

Rusia 2018 | El travesaño en la cabeza

Rusia 2018 | El travesaño en la cabeza

Por Lautaro Fernández Elem *

No es un fenómeno de este mundial ni de sus eliminatorias, sucede desde hace algunos años. Si algún obsesivo pide más precisión podemos hablar del mundial de Alemania 2006, pero no tiene por qué tomarse más que como algunas referencia temporal.

Regresivamente, los arqueros han dejado de salir a cortar centros.

En el Mundial, en la Champions League, en la Libertadores, en la Superliga, incluso en el ascenso. Es una realidad que atraviesa y caracteriza el entrenamiento de los guardametas y que resta un recurso valiosísimo que debe ser potestad del guardavallas en circunstancia de juego.

Por tomar como estadística cercana la jornada 1 de la fase de grupos del Mundial de Rusia 2018 más el finalizado triunfo 3-1 del local contra Egipto y el 1-0 de Portugal sobre Marruecos finalizando esta publicación, tuvimos un total de 44 goles, de los cuales 11 fueron de cabeza. De esa decena, 8 de frente o parietal desde el interior del área de meta. Me atrevo a decir que no hemos visto en este arranque un solo centro cortado que no haya caído al cuerpo del portero. Goles Colombia, al nigeriano Uzoho, El-Shennawy de Egipto, la apatía del brasilero Alisson y sus defensores frente a Suiza, expresan en este Rusia 2018 algo que viene desde hace tiempo en el balompié. La salida en falso del árabe Al-Mayouf devenida en gol de Suárez, abre el debate.

A diferencia de lo que podría pensarse, el centro no es un recurso menos utilizado en el fútbol contemporáneo. Los desesperados pelotazos al área de cualquier futbolero en su sano juicio; los centros a la carrera de los extremos ofensivos en los vistosos juegos colectivos de Europa occidental, en numerosas ocasiones terminan por ser la llave del resultado ante defensas cerradas, o bien conclusión de contraataques. Cómo decía el Ratón Ayala “en Europa no se consiguen”. Aunque sea un fenómeno mundial, quizás es el arrojo sudamericano lo que nos permite encontrar en nuestro continente a algunos de los sobrevivientes arqueros salidores.

¿Por qué el 1 fue estaqueado de sus cordones?¿Por qué optar el fusilamiento del frentazo a esperar el centro unos pocos pasos adelante?

Temor. No sólo en el fútbol sino en la vida, una de las razones más difundidas para no hacer lo que hay que hacer.

La proliferación de cámaras de video en los estadios ha hecho que no quede partido profesional sin filmar y, dado un error, difundir hasta la viralización.
El error está amplificado, no sólo lo recordarán los 22 jugadores que lo presenciaron sino un mundo sediento de bloopers y salidas en falso, como aquella que le costó el físico al Pato Abbondanzieri en Berlín en esos fatídicos cuartos de final.

El arquero al salir a cortar está más expuesto al error. Una salida pasada o corta, probablemente ocasione una chance directa con el arco ahora vacío. Es por esto que el espectáculo ha empujado a los arqueros de nuevo a los tres palos, casi como una moda vintage de décadas pasadas, donde un golazo al ángulo o un error del defensor lo eximen de responsabilidad. Además, un centro asegurado, un salto en el momento exacto, caer bien parado y no terminar en el suelo, brinda menos elogios que una estirada a reacción. El arquero ante un centro, cobra menos el acierto de lo que paga por su error.

Lo podemos observar ya desde el posicionamiento ante una pelota parada: hoy se espera el remate al arco, aunque la pelota esté lejísimos y aunque todo indique que será un globo al segundo palo. Cada vez depende menos del 1 la posición de su equipo en defensa: pueden esperar en el punto del penal o incluso en el área chica, quitando espacio para un salto limpio, pero no hay respuesta, la directiva es esperar que alguien te patee.

Tanto en el movimiento como en la posición, no es menor señalar, el entrenamiento formativo, la famosa técnica individual.

Hoy en día los goalkeepers juegan con sus pies, son el segundo líbero, se lo ha integrado al juego defensivo de tenencia de balón. El juego aéreo del arquero perdió lugar en el entrenamiento ante el juego al ras del piso. Como si se conquistara un derecho perdiendo otro, ya no sale a cortar un córner, un tiro libre, un desborde a la carrera. Los pies han vencido a las manos, como expresa Sampaoli cuando relega a Armani para que “distribuya” Caballero.

Ni siquiera la facilidad excesiva de los árbitros para cobrar foul en ataque a cualquier acercamiento al portero ha ofrendado confianza para pegar el salto.

Para intentar seguir entendiendo, podemos aportar que en un fútbol cada vez más físico y mejor entrenado, los defensores centrales han ganado en altura y sus rechazos han opacado la tarea del arquero salidor, que se escuda en la saga central para evitar contratiempos. Las superpobladas áreas piden al arquero que espere acobachado que alguno de sus 9, a veces 10 compañeros la saque como pueda.

Los memoriosos recordarán al fornido Tano Roma, su cuerpo inamovible y sus tenazas en alto, mi historia reciente me llevarán al enorme salto de Fernando Monetti, bajando centros cruzados en la siempre aérea B Nacional.

Perder el miedo al error, al juego con los pies y al juego aéreo, a la construcción de arqueros completos, obligar al espectáculo a tolerar que haya menos goles.

(*) Desde el Barrio / Sindical Federal

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