Por Sofía Scasserra (*)
El mundo del trabajo es un ecosistema dinámico y cambiante que a lo largo de los años supo otorgarles a los trabajadores derechos gracias a las luchas sangrientas que devinieron en la historia. De eso se trató el 1ro de mayo, con los mártires de Chicago, obreros que lo único que osaron reclamar fue una jornada de trabajo de 8 horas. Algo muy ambicioso en ese momento, que les costó la vida a varios compañeros el día de la protesta, y a otros tantos detenidos, meses después, a través de juicios llevados a cabo por su conducta disruptiva.
La reivindicación era solo eso: tener una vida más allá del trabajo. Lograr 8 horas de trabajo, 8 horas de ocio, 8 horas de sueño. Algo que hoy nos parece lógico y normal.
Pero ¿qué está pasando en estos últimos años? ¿Cómo se ha modificado ese paradigma? ¿Son los trabajadores de chicago héroes olvidados? ¿Es que necesitamos nuevos héroes que mueran por la misma reivindicación? Analicemos la realidad en torno al debate sobre el futuro del trabajo.
El emprendedor como nuevo paradigma
Hace ya tiempo, con el surgimiento de las nuevas plataformas de empleo como UBER, AliExpress, Amazon, AirBnb, y otras, venimos escuchando el discurso de que el trabajador moderno es emprendedor. No es más empleado por una empresa sino que es su propio jefe. Disfruta de la toma de decisiones, corre riesgos, trabaja a su propio ritmo y tiempo, tiene la libertad de trabajar desde la comodidad de su casa, y sus ingresos están íntimamente vinculados a su capacidad, su cultura de trabajo y el esfuerzo y tiempo que ponga en su negocio.
Este esquema es parte del discurso del trabajo moderno. Se logró instalar la idea del trabajador empresario y cuentapropista y hasta resulta atractiva para muchos que se encuentran desesperados por tratar de conciliar la vida personal con la laboral en un capitalismo cada vez más exigente con sus demandas de capacitación y disponibilidad. La idea de ser tu propio jefe es el refugio al que aspirar en un mundo hostil lleno de exigencias.
Así vemos trabajadores monotributistas o cuentapropistas en todos los rubros de la economía, lo que lleva a pensar que se necesitan reformas legislativas para hacer frente a estos cambios en el empleo. De esta manera vemos reformas laborales en todo el mundo. América latina no es ajena a este proceso, donde la nueva legislación ya se debate en la sociedad, y en el congreso a la espera de ser aprobada: el paradigma del emprendedor será ley, y se afianzara un nuevo esquema productivo. O al menos así buscan lograrlo las empresas.
La realidad del teletrabajo
Pero vayamos a la microeconomía. ¿Qué ocurre en la cotidianeidad del espacio de trabajo de un emprendedor bajo el esquema de empleo por plataformas?
Vendo por internet. Soy mi jefe. Tomo mis riesgos y decisiones. Trabajo en mis tiempos libres. ¿Es esto cierto? Nada más falso. Nada más lejano a la realidad.
Lo cierto es que los trabajadores de plataformas se enfrentan a realidad completamente hostiles. Con sistemas de calificaciones que los obligan a entregar pedidos de manera satisfactoria en tiempos record a fin de poder permanecer entre las mejores opciones de la plataforma. Son esclavos de un algoritmo que decide, por ejemplo, que si el vendedor quiere entregar sus productos por otro correo que no sea el sistema de envíos que usa la plataforma, ese vendedor no es Premium y obtiene una calificación más baja, perjudicando al “emprendedor” solo por no haber decidido utilizar la plataforma para dar ese servicio. Ejemplos de esto hay miles. Desde como armar la caja para realizar el envío, pasando por la forma de pago, hasta el proceso de publicidad y venta. Todo es diseñado por la plataforma y si el trabajador no se adecua a esas normas, el algoritmo decide su éxito o fracaso como vendedor.
Las jornadas de trabajo son sin pausa, ya que internet esta siempre abierto, y una venta bien puede realizarse en la mitad de la noche de un sábado, y la plataforma califica negativamente al trabajador si este no envía en 24 horas, aun habiendo un domingo en el medio. No importa la hora o el día, el trabajador debe estar disponible y trabajando. Aun peor es la realidad de los trabajadores por click, donde el tiempo que insumen buscando nuevos “empleos” no es considerado productivo y por ende no se paga, alargando una jornada de trabajo donde ya la paga es, por no decir al menos, miserable. Ni hablar de los problemas de conectividad que enfrentan los trabajadores, con largas horas improductivas por corte de luz o servicio de internet limitado.
En que el nuevo paradigma de trabajo 2.0 nos ha transformado en trabajadores 24 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año. Nada de jornada de 8 horas, vacaciones pagas, seguro social, licencia por enfermedad ni aguinaldo. Hoy por hoy se contabiliza la productividad y las reglas de juego las ponen otros.
En efecto, el sueño de ser tu propio jefe queda trunco: las reglas de juego las impone la plataforma que utilizas para trabajar, sea UBER, Mercado libre, Amazon o Ebay. Lo mismo da. Tu tiempo no es tuyo, es de la plataforma. Tus decisiones no son tuyas, son las decisiones de la plataforma. Ni siquiera tus cobranzas son tuyas, ya que muchas plataformas demoran los pagos a los usuarios, imponiendo una vez más sus propias reglas.
El nuevo empleador y el día del trabajador
El imaginario de ser tu propio jefe persiste, pero las reglas y condiciones impuestas a los trabajadores de plataformas y en tecnología en general indican que el jefe, es sin dudas, el sistema con el que trabajas, que te acerca al mercado siempre y cuando actúes con sus reglas. En definitiva no están brindando un servicio, sino que imponen reglas de juego como cualquier empleador, pero sin posibilidad de réplica o negociación. Si no te gusta, la única solución viable es irse del sistema. No sos jefe, el jefe es el algoritmo.
El 1ro de mayo fue una lucha por la reivindicación de la jornada de 8 horas. Muchos trabajadores murieron para lograr ese derecho que hoy, parecemos haber perdido en el sueño de no ser más empleados.
Cada cambio en las formas de producción trajo consigo nuevas luchas y nuevos derechos por conquistar. Quizá tengamos que volver a las bases y retomar el reclamo de fines del siglo XIX, conquistando el de la jornada de 8 horas una vez más.
(*) Investigadora y Docente, Instituto del Mundo del Trabajo Julio Godio-UNTREF, Asesora en Temas Económicos y de Comercio Internacional FAECYS – UNI Américas. Columnista en Feas Sucias y Malas (sábados 10 a 12 hs).