junio 27, 2025

Boca Juniors | Definiciones

Boca Juniors |  Definiciones

Por Diego Cessario (*)

 

Anoche, River se quedó con mucho más que un título. Los Millonarios volvieron a imponerse sobre Boca en un mano a mano. Algo que en la Ribera está costando horrores en los últimos años. Primero con Rodolfo Arruabarrena; ahora, con los mellizos Barros Schelotto.

Ahí radica la diferencia. Marcelo Gallardo entiende cómo jugar estos partidos. De hecho, esta final la está jugando hace mes y medio. Desde Boca, pareciera que desde aquella semifinal de Copa Sudamericana 2014, se rompió la famosa mística copera construida por el Toto Lorenzo y Carlos Bianchi. Y está costando demasiado retomar ese camino.

Pero también hay detalles a tener en cuenta. Marcelo Gallardo demostró ser, una vez más, superior en términos tácticos y psicológicos. En cambio, los mellizos no tienen Plan B. Su única idea de juego es salir a buscar los partidos. Con o sin fútbol; Con o sin un referente que se haga cargo del equipo. Apostando a las individualidades. Quizá esto sirva para el campeonato local; pero para jugar una Copa Libertadores, esta estrategia tiene demasiados items: estrategia, fútbol y algo vital en Boca: actitud.

Hay jugadores buenos y malos. Boca tiene buenos jugadores. Pero adolece del plus de la imposición. De hecho, estos jugadores xeneizes se caen fácil en situaciones de alta presión. Anoche, ante un penal apenas comenzado el partido, se desplomaron. Quedaron sin capacidad de reacción. Siquiera Carlos Tévez, referente por trayectoria, se cargó el equipo al hombro. No es la primera vez que el 32 no lo hace.

Una de las grandes diferencias del clásico estuvo en la media cancha. Marcelo Gallardo metió tres jugadores que sacaron chapa y pusieron a Boca contra las cuerdas. La clave riverplatense fue anular a Wilmar Barrios. Con el colombiano jugando entre los centrales, no fue salida para Pablo Pérez y Nahitán Nández. De esa forma, Boca nunca generó fútbol. Siquiera una contra rápida, esperando esa individualidad salvadora.

Muy pocos jugadores boquenses comprendieron qué se estaba jugando. Jara, Magallán, Barrios, Nández – habría que avisarle que jugar bien no significa ir a quinta en todas – y algo de Fabra; el resto, nada de nada. Pavón no es determinante; Cardona demostró que éste es su techo.

Otra gran diferencia estuvo en el arco. Boca tiene en Agustín Rossi un buen arquero, pero no es ganador de partidos. En cambio, Franco Armani le dio a River el aire que necesitó en el momento justo. Cuando tuvo que atajar, apareció y sacó a su equipo del asedio con un par de intervenciones brillantes.

Por otra parte: Boca regaló un tiempo y River supo golpear. Los Millonarios entran concentrados a jugar éstas finales. Boca entró fácil en el juego de River y pierde más fácil la cabeza. Hay una responsabilidad de Guillermo Barros Schelotto. Como jugador nadie fue tan pillo como él. Ahora, desde el otro lado, carece de lucidez para detectar este tipo de detalles. Muchos jugadores jugaron su partido, pensando más en llorar una patada que jugar como la historia de Boca manda. Podés perder, pero no dejarte llevar por delante.

Para el complemento, Gallardo sacó el as de espadas. Ignacio Scocco convirtió un golazo, el segundo de su equipo, con una contra luego de un córner mal ejecutado por Boca. A diferencia del entrenador riverplatense, Guillermo recién ingresó a Ramón Ábila cuando el partido estaba liquidado. También se dio el lujo de dejar afuera del banco al pibe Gonzalo Maroni, el único que puede darle fútbol a este Boca que no tiene manija.

Hay que preguntarse donde quedó aquel Boca con dos puntas veloces, desequilibrantes, servidores de un 9 de área. Hoy es un equipo que no genera fútbol peligroso cuando se va acercando al área rival. Quizá Carlos Tévez vino a romper ese esquema. Tal vez debería replantearse de qué quiere jugar en Boca y si le sirve al equipo. Ese debería ser otro de los replanteos del cuerpo técnico.

Capitulo final. Guillermo en conferencia dio explicaciones que no cierran. Capaz sirven para partidos de campeonato, pero ayer la gente no quería escuchar que Boca jugó bien y que River apenas llegó a la meta xeneize. Mentira: ellos llegaron y golpearon dos veces. Es decir, pareciera ser que el entrenador vive en Guillermolandia. Mucho menos queremos oirlo, cuando en la vereda de enfrente, Marcelo Gallardo declara que jugar mal en estos dos meses fue parte de la táctica ganadora, tirando una chicana histórica.

Boca deberá enfocarse en definir el campeonato y encarar la Copa Libertadores con otra actitud. Tanto jugadores como cuerpo técnico. Deberán demostrar que están capacitados para triunfar en un club grande.

(*) Analista de Boca Juniors en Abrí la Cancha. Conductor de A lo Boca.

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