
Rodolfo Luna es uno de los más importantes diseñadores gráficos de medios. Nacido en City Bell en 1954, su trayectoria se inició en El Argentino (La Plata) y siguió por las redacciones porteñas de La Razón, Sur, Madres, Clarín, Editorial Atlántida y la agencia Télam. Es el responsable del diseño de La Señal Medios.
En septiembre pasado presentó su primer libro: Marinka, una rusa niña vasca, la historia novelada de Marina, una Niña de la Guerra, que obligaron a evacuar del País Vasco cuando tenía 10 años en plena guerra civil. Luna visitó Radio Gráfica, se reencontró con Gabriel Fernández, compañero en Sur y Madres, y hablaron de todo.
«Marina – Marinka en Rusia – es la madre de una amiga de City Bell. Ella tiene 90 años y fue una de las tantas Niñas de la Guerra Civil Española. Particularmente, ella fue una de las llamadas Niñas de Rusia«; explicó Luna quién se metió en la historia: «En 1937 arreciaban los bombardeos fascistas sobre el País Vasco. En abril arrasaron Gernika, y acto seguido, bombardearon Bilbao. Ante las pérdidas civiles, el gobierno republicano, sobre todo el gobierno autonómico de Euskadi, decidieron evacuar a los niños entre 4 y 14 años para salvarlos de las bombas. Marina embarcó en el puerto de Santurtzi el 13 de junio de 1937 en el transatlántico Habana. Era uno de los 4.500 niños que estaban a bordo. La mayoría se dirigía hacia Francia, pero 1.500 iban hacia la Unión Soviética. En la península ibérica luchaban los dos sistemas del Siglo XX: el comunismo y el fascismo. España fue el ensayo de la Segunda Guerra Mundial».
«Marina viajó solita rumbo a Leningrado, al norte del Mar Báltico. Huérfana de madre, había llegado una prima desde Asturias para ayudar a cuidarla junto a su hermano Félix, cuatro años mayor que ella. En la Unión Soviética comienza otra historia, porque Marina vivió las dos guerras. Por eso para escribir esta novela debí investigar la Guerra Civil Española y la invasión alemana a la Unión Soviética, porque Marina vivió las dos guerras«.
Luna contó que las historias de la guerras europeas lo marcaron desde pibe: «En City Bell cayeron todos los europeos que huían de las guerras y las penurias. Estuve atravesado por todas esas historias. El problema era qué, cuando aquellos que vivieron aquellos episodios veían que alguien los estaba escuchando, enseguida callaban. Muchos años después conocí a Marina, que fue todo lo contrario: no quiere olvidar y tiene ganas de contar su historia. Pensé que esas palabras no pueden quedan en los vientos».
«En enero pasado me largué a escribir la historia«, dijo el escritor, «Fue un gran desafío. Tardé casi un año en escribirla y refinarla. Una novela llena de imágenes. Casi un guión cinematográfico. Una historia que maduré y escribí el esqueleto en sólo tres meses porque la historia la maduré durante diez años«.
El autor de Marinka también recordó sus años en las redacciones: «La adrenalina que da la redacción es intransferible«, y valoró la redacción del Diario de Madres: «Fue una obra de la cual podemos sentirnos orgullosos. Pudimos decir la verdad sobre el neoliberalismo sin casarnos con nadie. En esa época veníamos de la dictadura y había un montón de huérfanos políticos. Desde maoístas, troskistas, PRT, peronistas. Confluimos todos. Una escuela de educación política como nunca antes. Un producto que hicimos a pulmón entre 1985 y 2000″
Consultado sobre la actualidad nacional, el invitado dio cuenta que hay cosas que no se pueden explicar: «Comienzan a tallar cuestiones sociológicos y psicológicas. Yo trabajé casi diez años en Clarín y sé como se arman las campañas. Igualmente, hoy cualquiera sabe que es un producto de propaganda, pero durante años cuidaron las formas»; y agregó: «Los medios influyen muchísimo, pero la gente creé lo que quiere creer. Eso de diferenciarse de sus iguales para parecerse a sus superiores en la escala social»
Finalmente, Rodolfo Luna tuvo palabras emocionantes para su libro: «Los libros son hijos. Uno lo desea, pero hasta que no sale, no sabe como va a ser. Salvando las grandes distancias que hay con un embarazo y un parto, lo más cercano a una experiencia similar fue escribir este libro. Tengo cuatro hijos. Uno los engendra, pero después salen al tuntún y ya no son tuyos. Los libros tienen vida propia y abren puertas«
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