
«Mi partido no dura noventa minutos. Mis partidos pueden terminar 12 a 10 o cuando se acaba la luz y se prende la luz de farol», nos dice Eduardo Quintana, quién vino a presentar «Con la ilusión en ascenso; Tiempo de descuento«, su último libro.
Porteño, nacido en Caballito el 4 de marzo de 1963, Quintana es autor de nuevo libros de los cuales siete son cuentos relacionados al fútbol. En su última obra se mete de lleno en un mundo que lo apasiona como es el fútbol de ascenso y los clubes de ligas del interior: «Yo prefiero la camiseta de Cipolletti, Círculo Deportivo Nicanor Otamendi o Deportivo Madryn a una del Real Madrid usada por Cristiano Ronaldo. Quiero ese fútbol que tiene la integración del pueblo a otro que parece de plástico«.
«El proceso de escritura siempre es diferente. Por ejemplo, para escribirle a los tres equipos de Salta tuve que viajar hasta allá. Allí conocí que unos son cajetillas (Gimnasia y Tiro), otros son la Iglesia (Juventud Antoniana) y otros son el pueblo (Central Norte). A medida que voy conociendo gente me voy acoplando al lugar. Pero también se da el caso contrario. De cuentos escritos sobre clubes que nunca había pisado y cuando los conocí eran igual a lo que había imaginado. Me pasó con Atlético Catriló. La cancha es igual a como la imaginé y describí. Catriló es un pueblo en La Pampa donde nacieron Juan Carlos Rulli y Félix Orte», nos dijo Quintana.
Quintana tiene una especial relación con los clubes a los cuales les escribe: «El otro día jugaron el clásico Deportivo Roca-Cipolletti y grité un gol de Cipo como si fuera de Racing. Termino siendo hincha de los clubes a los cuales les escribo. El fin de semana seguí a Juventud Unida de San Luis y escuché a Desamparados contra Maipú. También me van mandando resultados desde las ligas, como por ejemplo amigos del Club Atlético Florida de Clusellas, que siempre me mandan un mensaje avisándome como salió el equipo. El fútbol pasa en el subsuelo, el resto es espectáculo. A veces creo estar medio loco, pero es una hermosa locura».
Pero Quintana tiene una relación muy especial con el Club Sportivo Federico Picón, en la provincia de San Juan: «Un día un lector me contactó. Me contó que es de Pocitos, San Juan, y de un barrio muy humilde llamado Quinto Cuartel. Allí tienen un club llamado Club Sportivo Federico Picón. Me cuenta la historia de este club. Le escribí un cuento llamado Cuando ruge el cerro. El club, en agradecimiento al cuento, puso la tapa del libro en la manga de la camiseta. Es la primera camiseta cultural de América Latina en una camiseta de fútbol. Para mí fue un orgullo enorme. Un lugar humilde, pero muy inclusivo. Ya que su cancha es un lugar donde se congregan todos los pibes del barrio»
Pero el corazón de Eduardo Quintana se llena de Racing y Excurisionistas. Su relación con la Academia es singular: «Siempre digo que el esperma de mi papa y el óvulo de mi mama eran hinchas de Racing. En cambio mi hijo sale de Racing y mi señora era hincha de San Lorenzo. Una situación particular, luego de ocho años de noviazgo me plantea: Racing o yo. Recuerdo que la miré y le dije: A Racing lo conozco desde que nací y a vos cuando yo tenía 18 años. Mi hijo entró a la cancha en un partido contra San Lorenzo cuando tenía tres años. Me enfocó la televisión y salí con el nene en brazos gritando desaforado y Macaya Márquez preguntándose que hacía ese energúmeno teniendo ese nene en brazos. Mi señora comenzó a venir, se hizo de Racing y hoy es mi compañera de cancha, como antes fueron mi abuelo y mi viejo».
«Con Racing viví 35 años no le ganamos a nadie y vivimos las peores experiencias posibles. Tanto es así que en uno de mis cuentos, nombro a Argentino de Mendoza porque fue mi equipo durante unos meses cuando Racing le alquiló el plantel en 1986. Argentino era un equipo chico de la provincia. Los jugadores e hinchas no fueron bien recibidos. Por eso escribí La grandeza es otra cosa. Ya que no pasa por títulos o clásicos ganados, sino por el fervor, pasión e historia. Todo lo que fue Racing en aquella época de Academia y mi papá contándome aquello de 1949,50,51,58 y 61. Yo nací en 1963, cuando fue la Copa Intercontinental en cuatro años. El único aliciente fue la Supercopa 1988. Hasta recuerdo haber festejado llorando el Proyección 1986. Aquella fue mi primera vuelta olímpica. Un campeonato de juveniles organizado por el viejo Canal 11. Buenos jugadores como Camote Acuña, Marcos Leiva y Gabriel De Andrade. Hasta que llegó Mostaza y luego la vara se puso muy alta», nos dijo Quintana.
Quintana nos contó con orgullo que el prólogo de La grandeza es otra cosa lo escribió, ni más ni menos, que Juan José Pizzutti; la contratapa un amigo del alma como Chango López. Pero la sorpresa fue saber que el arte de tapa nació en el salón de Radio Gráfica, cuando un domingo le pidió al joven artista Joaquín Gliniecki que hiciera una obra de arte: el ocaso en acuarela visto por un pibe de doce años.
Excursionistas también estuvo presente en la charla: «Mi abuelo me llevaba de la mano al Bajo Belgrano. El saludaba y me verseó: decía que había sido un crack y dirigente algo que nunca pude corroborar. También era muy burrero. Trabajaba en Harolds Gath y Chavez, que tenía el club muy cerca, y su vida estaba allí, en Pampa y Miñones»; y agregó: «Excursionistas es un club de la C al cual le costó muchísimo jugar en la B. Pero lo vi en la B. Me quedo con el gol de Cachete Ruíz en cancha de Central Córdoba de Rosario. Los compañeros en el trabajo me preguntaban porque lloraba y les decía que subíamos a la B. Por eso me quedó con el ascenso, el abrazo con el Búfalo Szeszurak o el Loco Houseman«.
Si bien Racing y Excursionistas no se enfrentan oficialmente desde 1930, ¿Que pasaría en la vida de Eduardo Quintana si llegaran a cruzarse?: «Tengo claro que si llegaran a jugar por Copa Argentina, preferiría que gane el Verde. Quiero a Racing en cosas más importantes».
Quintana se define como un escritor «que trabaja en un lugar para subsistir«; y muestra su orgullo por escribir sobre Picón, Florida de Clucellas o Juventud Unida de San Luis «ya que para comer tendría que escribir sobre River y Boca, y me niego a eso«. Hombre de fuertes convicciones sociales, en 1997 escribió Angel del Infierno, cuento dedicado a Alfredo Astiz, que le valió numerosas amenazas. También es el autor de Herencia de Soledad, cuento dedicado a su generación: «Soy parte de la generación que combatió. Los Héroes de Malvinas. Yo moría por ir, pero nunca me había llegado porque me tocó número bajo. Era un pibe y vivíamos otra realidad. Nosotros nos fuimos enterando en 1981, cuando un profesor del Ingeniero Huergo nos contó como venía la mano. Épocas que algunos argentinos añoran y me da muchísimas tristeza que haya un sólo argentino que quiera volver a esa época».
CA/GF/RG