Juan Carlos García es un histórico del sindicato Federación Gráfica Bonaerense. Afiliado al gremio desde el año 1956. En sus casi 80 años de vida hay anécdotas, luchas y llantos. Una vida ligada a su sindicato y el peronismo. Un claro exponente de la idea de «honra sin sindicato que sindicato sin honra«.
Visitó Radio Gráfica. Vino a Patria Grande Latinoamericana, el programa de la Federación Gráfica Bonaerense. Su lugar en el mundo. Lo hizo el 25 de mayo, día patrio, acompañado por Zulema, su compañera de toda la vida. Una larga charla junto a Gabriel Fernandez y Jorge Thierbach. Charla franca, amena y emocionada.
«Lo primero que me llamó la atención fueron las asambleas. En esos días de 1956 se hacían en el Luna Park. No había gente para llenar las tribunas, pero pronto entendí la estrategia: nos llevaban al Luna porque si hablabas mal de los patrones, era fácil identificarte. Te corrían y te molían a palos», nos dice García.
La identidad gráfica con un sentido de pertenencia afiatado. Tanto es así que quien tomó la palabra Zulema, compañera de García de toda la vida: «entiendo y acompaño la lucha del gremio. Mi tarea fue administrativa en comercio. La relación con el trabajo es completamente distinta, por eso siento admiración por las mujeres gráficas. Las chicas gráficas se preocupan por todo lo que sucede en los talleres. Por eso las admiro».
Pero hay una historia que subyace. Que viene desde los mas tiernos recuerdos. La simbiosis entre Juan Carlos García y el peronismo. Un vínculo que nació en 1947 en la iglesia Nuestra Señora de Buenos Aires: «Tenía nueve años y era monaguillo de una misa donde estaban presentes el General y Eva. En la previa nos pidieron que no le hiciéramos ningún pedido a Perón o la señora. En un descuido, me hice un papelito, me acerqué a Eva y se lo di. En el mismo decía que mi papá necesitaba trabajo y dejé el teléfono del conventillo. Aun lo recuerdo: 59 3646. A la semana lo llamaron. Nos citaron a una oficina que aun existe en el Correo Central. En una silla estaba el trajecito de Eva. Ella nos llamó y le dio trabajo a mi padre. A mi me dio mi primera colonia de vacaciones. La Ministro Pistarini. Allí me dio mi primer juego de damas y de la Oca, disfrazada de Rey Mago. Inolvidable».
«El peronismo es un sentimiento inclaudicable«, nos dice García. «Eva tenía una fuerza de la gran siete. Una vez que le dio trabajo a mi padre, lo mandó a llamar. Le pidió si yo podía viajar junto a ella y Perón a Tucumán. Le estaban pidiendo permiso. Obviamente mi padre aceptó. El tren fue a marcha lenta porque todo el pueblo salió a recibirlos. Fue algo inolvidable. Por las caras de emoción, pero también por esos pibes. Todos eran panzones, deformados y llenos de granos. Evita me soltó y le dijo a Perón que me tenga. Eva eligió a uno de esos pibes, el que mas granos tenía, lo alzó y le dio un beso enorme. Lo mira al General y le pidió que haga lo mismo».
La militancia de García trasciende el tiempo y se lo puede ver en las últimas manifestaciones populares: «este último mes me agotó fisicamente, pero me llenó de fuerza seguir luchando por la Argentina libre y soberana que peleamos todos. Salimos a la calle y le dijimos no al 2×1. Le volvimos a decir no a los genocidas«; y también comentó una anécdota vivida en una actividad de homenaje al Padre Carlos Mujica: «se realizó frente al ex hospital Salaberry, donde lo asesinaron. Era una noche de lluvia torrencial. Estaba junto a los hijos de Sebastián Borro, histórico dirigente gremial y héroe de la resistencia peronista. Les pedí disculpas porque el aguacero me iba a hacer mal. Me puse a cubierto debajo de la parada del 80. Cuando de pronto, los muchachos comienzan a cantar la marcha peronista. ¡Ahí me importó tres cominos mojarme! ¡El peronismo está por delante de todo!«, recordó Juan Carlos con emoción.
Pero el momento de mayor emoción se vivió cuando recordó la figura de Raimundo Ongaro: «Ambos surgimos de colegios salesianos. Raimundo fue un orgullo para la clase trabajadora. Ideología, fuerza, capacidad y conocimiento. Aunó todo eso. Un dirigente excepcional, porque la mayoría agarra un cargo para llenarse de plata y se olvida de las promesas. Ongaro fue secretario general del Sindicato Federación Gráfica Bonaerense y en ese tiempo compró el camping 7 de mayo de Claypole, el hotel 13 de noviembre de Mar del Plata. Se compraron las sedes zonales de Lomas de Zamora, Morón y La Matanza. Todas obras de Raimundo Ongaro. En sus bolsillos no quedó un solo peso. Es mas, perdió lo que más quería: su mujer, su hija e hijo, quién fue asesinado. Pero nunca perdió sus ganas de luchar por la clase trabajadora. Si tuvimos una CGT de los Argentinos se lo debemos a Raimundo Ongaro«.
El relato conmovedor: «Raimundo tuvo coherencia de vida. Fue guía y luz. Desde temprano, cuando era aprendiz de tipógrafo, ya tenía en mente que su tarea sería la defensa de los derechos de los trabajadores. Hay que marcar algo: la Triple A le asesinó un hijo para frenar su lucha. Fue al exilio a pesar de no querer abandonar el país. Regresó en diciembre de 1983. Organizó el gremio. Hasta el último día de su vida luchó y bregó por la Federación Gráfica Bonaerense y sus trabajadores«.
García nos recordó una anécdota de aquel 1 de agosto de 2016, dia del fallecimiento de Ongaro: «Estaba en el primer piso de la Federación cuando apareció Cristina Fernández de Kirchner. Muchos intentaron aplaudir. Ella pidió que no, el homenaje era para Ongaro. Ella se quedó hasta que llevaron a Raimundo a descansar en su última morada. Fue un gesto humano inmenso. Dejó su corazón, admiración y respeto. Tengo la obligación de decir: ¡Gracias Cristina! En nombre de todo el pueblo gráfico».
Juan Carlos García. 61 años de gráfico. «Cambió mucha la actividad. Ya no se necesitan tipógrafos y componedores. Todo se hace por computación«, nos dice. El que pide no hacer internas y remarca la necesidad de recuperar el gobierno y la dignidad perdida por los trabajadores. Pero sobre todo es el hombre que dice con orgullo que «nació, fue y morirá peronista«.
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