El Club Atlético Temperley fue la gran revelación del último campeonato de Primera División. Cuando pocos apostaban a su salvación, el Cele lo logró en la última jornada. Pero detrás de la alegría deportiva, hay una historia. La de un club que estuvo cerrado durante dos años, entre 1991 y 1993. Que resurgió entre las cenizas gracias a la pasión de sus socios y hoy es una institución pujante. Mario Pascal es el presidente de la Peña de Esteban Echeverría. Nos visitó acompañado por Pablo Pellegrino, también integrante de la peña.
Entrevistados por Carlos Aira, recordaron la quiebra del club y su resurgimiento teñido de sacrificio, trabajo y pasión: «Temperley es barrio, vecinos, amigos. Es una familia«, nos dice Pascal, quién se emociona cuando habla de su club: «Sigo a Temperley desde 1969. Este club es un barrio que se pone de pie, salta, grita, llena canchas y se emociona por ese color celeste«.
Pascal se metió en la historia de la quiebra: «Temperley jugó en Primera A entre 1983 y 1987. Fueron tiempos difíciles. En la temporada 1986/87 llegamos a tener 46 jugadores profesionales y tres técnicos. Una locura que se pagó con la quiebra. Hay que aclarar algo que quedó instalado: Agremiados no nos mandó a la quiebra. Hubo tres jugadores que accionaron al club por fuera del gremio, su abogado ejecutó, y nos mandó a la quiebra. También hubo jugadores que hicieron juicio cuando habían quedado en libertad de acción. Algo que nunca pude entender».
«Aquella fue una etapa que marcó al club y a todos nosotros«; nos dice Pascal, quién rememoró: «Hicimos de todo para lograr reabrir el club. Llevamos 2.000 personas a la casa del juez Durañona. Sin hacer ningún escándalo, solo para que el juez supiera que Temperley estaba vivo. Las puertas del club estuvieron soldadas en todo ese tiempo. Cuando finalmente pudimos abrirlas, tuvieron que venir los bomberos a desagotar la pileta porque estaba llena de ranas y los arcos no se veían del yuyal que había. Es una imagen que llevo adentro para decir que nunca más quiero esto para Temperley».
«No podíamos jugar profesionalmente porque el juez decía que no había seguros. En una resolución sui-generis, AFA permitió a Temperley armar una cooperativa. Con la recaudación se pagó todos los gastos y lo que quedaba iba a los jugadores. El juez tampoco permitió esta alternativa. Año 1991. A partir de ahí, estuvimos sin jugar», recuerda el socio, y añadió: «Temperley fue el modelo, porque desde ese momento Grondona declaró que nunca más iba a permitir la quiebra de un club«.
«El club tocó fondo. Desde allí comenzó a resurgir. Sufriendo como nadie, porque tuvimos que esperar dos campeonatos para volver a jugar. Nos mandaron automáticamente a la C. Cuarta división. Nos mandó el juez, porque nosotros no bajamos dentro del campo de juego. Debutamos aquel mítico 24 de julio de 1993. Tercera fecha del Campeonato de Primera C frente a Tristán Suárez. El jueves anterior al partido, Temperley tenía sólo nueve jugadores. El arquero suplente tenía 15 años. Ese día ganamos 1 a 0, fuimos récord histórico de recaudación y gente para una categoría que supo tener a Chacarita Juniors, Lanús o Deportivo Morón. Ese día quedó claro lo que significa Temperley en el fútbol argentino«, se emocionó recordando Pascal.
Finalmente, recordando aquellos días, Pascal quiso dar cuenta de Edith Pecorelli, presidenta del club en aquellos días: «Fue la primera presidenta votada en el fútbol argentino. Temperley tenía las cuentas embargadas y hubo cuatro familias que dejaron sus casas en garantía para ayudar al club: Allende, Pecorelli, Ahualli, Colás. No cualquiera lo hace»
Pero Temperley también es presente. Consultado sobre la Peña de Esteban Echeverría, Mario Pascal nos comenta su historia: «Nació como un lugar de encuentro entre hinchas. Una vez por semana o mes, compartimos y disfrutamos nuestra pasión celeste. Es la primera peña reconocida por el municipio de Esteban Echeverría como entidad de bien público. Nosotros evangelizamos en celeste. La idea siempre fue llevar el club a los barrios. Empezamos haciendo un fondo común para alquilar micros y llevar a los chicos de los barrios más postergados a ver un espectáculo deportivo, aunque no fueran hinchas de Temperley. Hemos llevado a más de cien chicos. Por otra parte, en cada fiesta patria, la peña desfila en el municipio».
Consultado sobre los nuevos modelos de club, como Deportivo Riestra o Agropecuario de Carlos Casares, Pascal opinó: «Esto viene desde los años noventa, en los cuales Mauricio Macri quería imponer el modelo de sociedades anónimas deportivas. Creo que no se van a aceptar en nuestro país. Quilmes o Argentinos Juniors – entre otros clubes – padecieron sus gerenciamientos».
Finalmente, los invitados hablaron de la Cultura del Aguante, un tema sensible para los hinchas: «Nos vendieron el fútbol como un lugar violento, lleno de barras, cuando no es así. La cultura del aguante fue lo peor que le pudo pasar al fútbol. El verdadero aguante lo aprendí vendiendo una rifa en el semáforo para abrir de vuelta mi club. En la gacetilla que repartimos. En darle de comer a los chicos que lo necesitan, darle ropa y calzado, siempre desde el lugar del club que amo«.
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