Sergio Levinsky es periodista y sociólogo. De dilatada trayectoria profesional que se inició a comienzos de los años ochentas y lo llevó por las redacciones de medios tan disimiles como La Voz, Clarín, Diario Popular, El Cronista, Página 12, Sur, El Gráfico, El Porteño o Ámbito Financiero. Autor de los libros «El deporte de informar«, «Maradona, rebelde con causa«, hace pocos días presentó su último libro: «AFA. El fútbol pasa, los negocios quedan«. Levinsky visitó Radio Gráfica, invitado por Carlos Aira para charlar largo y tendido en Abrí la Cancha.
Levinsky dejó en claro que la idea del libro es «dejar abierto debates»; y remarcó: «Julio Grondona fue parte de una época. Fue un caudillo consecuente con la forma de vida argentina que había antes. Nació en Sarandí y aprendió lo que fue Barceló, el histórico caudillo conservador. Se nutrió de los grandes caudillos del fútbol de los cincuenta y sesenta. Admiraba profundamente a Herminio Sande. Eran épocas donde se construía poder político para luego llegar al fútbol. Tan así que a mediados de los setentas, tuvo la posibilidad de ser intendente de Avellaneda y declinó la posibilidad».
El escritor dio cuenta de la construcción de poder de Julio Grondona: » Fue el fundador del Partido Político de la Pelota. Muchos presidentes de la nación quisieron voltear a Grondona y recularon porque se dieron cuenta que iban a jugar contra un enemigo complicado. Grondona sabía jugar con todos los elementos. Tenía lealtades muy difíciles de tirar abajo. Tengo una anécdota personal. En 1985 el gobierno radical quería intervenir AFA. Cuando estaba por ingresar a la Casa de Gobierno, le pregunto si no tenía miedo que puedan tirarlo abajo. Cuando salió, se acercó y me dijo: Cuando ellos van, yo ya fui cincuenta veces. Ahí el gobierno radical comprendió que no sería fácil de domar».
Levisnky contó otra anécdota personal con Julio Grondona: «Sucedió la tarde que Argentina clasificó a la Copa del Mundo 1986. Aquel famoso gol de Ricardo Gareca sobre la hora. A mi me mandan a vestuarios. Me pongo prácticamente en el túnel. Grondona estaba muy nervioso. Tenía la corbata salida y el primer botón de la camisa abierta. Le hago una pregunta impertinente: «Cual había sido el balance económico para AFA de la clasificación». Agarra, me comienza a zamarrear. Varios colegas nos debieron separar«.
Consultado por Carlos Aira, el invitado dio cuenta de algunos negocios internos de AFA, como los viajes: «En 1998 llamé a AFA para hablar con un dirigente. No estaba y me atendió otro que me dio un número en el cual podía ubicar a quien estaba buscando. Llamé a ese número y me atendió una agencia de ventas de entradas. Llamé a AFA o a una agencia? Acá se sacan a la venta entradas para un espectáculo y un minuto más tarde ya faltan más de tres mil. ¿Donde están esas entradas? Después ves en los avisos de los diarios que las mismas se revenden…»
Ante un estado nacional que quiere transformar el fútbol en Sociedades Anónimas Deportivas, Levinsky nos contó su experiencia trabajando durante años en España, país modelo que quieren imponer: «Viví muy de cerca la transformación de clubes en Sociedades Anónimas Deportivas. También viví el aznarismo, donde los capitales privados lo eran todo. En España el PP sigue mirando para el costado y lo único que hace es re-categorizar los terrenos para darle nuevos sustentos al capital»; y agregó: «Hoy Boca está operando parecido al Real Madrid. El club se salva cuando estaba atravesando una grave crisis económica por toda la deuda que fue creando. El estado revalorizó los terrenos de la vieja ciudad deportivo de Begonia. Por eso se traslada a Las Rosas. Ahí construyen complejos de edificios bestiales. Venden esos terrenos y ganan una fortuna enorme. Boca es una SAD encubierta. Le está vendiendo a los socios un superhabit basado en la timba financiera».
Finalmente, Sergio Levinsky realizó un semblante histórico de AFA y nuestro seleccionado nacional: «Nuestro fútbol tiene mucho de capricho, enojo y revanchismo. A nivel internacional tuvo su primer problema serio en Francia 1938. La AFA tenía cierta razón. Se había acordado una rotación continental explícita, y como el primer mundial (1930) fue en Uruguay y el siguiente (1934) en Italia, en 1938 debía disputarse en Sudamerica. Brasil no era una potencia, entonces debía realizarse en Argentina. Los dirigentes de AFA jugaron tranquilos, confiando que el mundial se realizaría sin dudas en nuestro país, pero se suscitó un problema externo al fútbol como lo fue el avance del nazismo. Berlín había tenido sus Juegos Olímpicos en 1936. Francia aprovechó su diplomacia internacional para exponer que era muy importante contraponer los Juegos Olímpicos del nazismo con un Mundial de Fútbol de la democracia occidental. Cuando llegó el momento de votar, Francia llevó diplomáticos de carrera, Argentina dirigentes de AFA. En el momento de argumentar, los argentinos hablaron de rotación y los franceses de nazismo. Para FIFA, elite intelectual, ganó Francia. Argentina se encaprichó y decidió no ir al Mundial. Uruguay se pliega con Argentina. Brasil viaja y sale tercero. Argentina le agarró bronca a Brasil por traición. En 1942 la guerra impide la concreción de la Copa del Mundo. Argentina se postuló para 1950, pero ganó Brasil de mano. Allí comenzó nuestro aislamiento hasta 1958. Nos creíamos los mejores sin haber cotejado fuerzas. Por eso somos tan conflictivos«.
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