Se llama Javier Domínguez, aunque se lo conoce por el apodo de “Cardenal”, y este año festeja sus primeros 20 años de cantor… “En realidad, empecé antes, pero a la hora de elegir la fecha inicial me decidí por 1996, año en el cual gané el certamen Hugo Del Carril y grabé mi primer disco”.
En conversación con Queda la Palabra, Domínguez repasó su trayectoria, recordando sus inicios tangueros en la varieté de los jueves del mítico Parakultural de San Telmo: “Era muy loco… desfilaban actores, transformistas… y yo iba con mi smoking y mi guitarrita y me cantaba tres tangos”. Desde aquellos tiempos hasta hoy, El Cardenal fue perfilando una carrera de cantor nacional, ya sea acompañado por guitarristas o por grandes orquestas, algunas de ellas dirigidas por músicos de la talla de Raúl Garello, Carlos García y Atilio Stampone: “A fines de los 90 cantaba en el Tortoni con el cuarteto “Los cosos de al lao” con quienes empezamos a recorrer el mundo, y tuve la oportunidad de cantar con orquestas al estilo D’Arienzo, como “Los Reyes del Compás”, o al estilo Caló, como la “Sans Souci”… no es lo mismo que hacerlo con un conjunto de guitarras o un guitarrista… En ese sentido, cantar acompañado por Reinaudo o Argañaraz me permite hacer lo que quiero, sabiendo que puedo darme esa libertad. Tuve la suerte de cantar con el conjunto de guitarras de Bartolomé Palermo y eso se asemeja más a hacerlo con orquesta porque uno tiene que cantar sobre un arreglo; en definitiva, lo lindo es poder hacer todo”.
También dejó su apreciación sobre el panorama actual del género: “A mediados de los noventa no éramos muchos los jóvenes que buscábamos nuestro camino dentro del tango y, sobre todo, no había tantos compositores nuevos… Afortunadamente, hoy sí nos encontramos con una gran cantidad de pibes que tienen una excelente formación musical y están mostrando su talento”. De su último disco, “Alucinado”, que grabó junto a Ariel Argañaraz, los oyentes de Radio Gráfica pudieron disfrutar las exquisitas versiones de “Moneda de cobre”, “Tu pálida voz” y “Milonga triste”.
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