diciembre 22, 2024

Claudio Rial: “Hace un año hablábamos de progreso y hoy sobre el cierre de entidades”

Claudio Rial: “Hace un año hablábamos de progreso y hoy sobre el cierre de entidades”

El Presidente de la Unión Nacional de Clubes de Barrio, Claudio Rial, visitó el Estudio Patrick Rice de Radio Gráfica para participar de la última emisión de Sin Condiciones, donde habló detalladamente del momento delicado que atraviesan esas entidades de contención social.

La cúpula verde de la Iglesia de Nueva Pompeya coronaba el paisaje, años antes me habían contado que también en una iglesia –pero un siglo atrás- unos pibes de almagro habían fundado un club y lo habían bautizado en honor a un cura que intentaba sacarlos de la calle. Aquellos forzosos jugaban al fútbol sobre los adoquines, y nosotros sin saberlo, los emulábamos.

Las Palmas y su asfalto reciclado por enésima vez hacía las veces del campo de juego, las zanjas colmadas de vegetación suponían un lateral que era mejor evitar no sólo para no cederle la pelota al otro equipo sino también para no romperte ningún hueso si seguías de largo. Justo en esa esquina la Avenida Perito Moreno tenía una especie de cordón que ayudaba a que los automovilistas evitaran circular por la cancha, de ese lado el abrigo que nos sobraba al correr armaban un arco de espaldas a nuestra popular local imaginaria.

El otro arco daba a Abraham J. Luppi, sobre esa calle además vivían los integrantes de nuestro archi rival. Esos eran superclásicos en serio. El historial estaba inclinado ampliamente a nuestro favor como también la cantidad de veces que no se bancaron la goleada, la pudrieron y después corrieron… en eso sí nos llevaban ventaja. Nosotros éramos un seleccionado de diversas historias. Mati –uno de los pibes de Las Palmas- tenía sangre paraguaya en las venas. Bostero él, era un 5 con todas las letras, con recuperación y gran manejo del balón. Su tocayo, también del equipo, era otro cuervo empedernido y un defensor impasable. Los hermanos Toledo bien podrían haber sido otros hijos no reconocidos por el Diego, Martín era el mayor, cuando no jugábamos al ajedrez él bailaba con la caprichosa ante la mirada atenta del resto, incluído su hermano menor -y mejor alumno-.

Nico vivía justo en frente de mi casa, era de muy buen comer, motivo por el cual tenía el mote malhabido de “gordo”. Lejos de hacerle caso al mandato social que lo sentenciaba al arco, él jugaba de 8. Tenía un cañón en lugar de pierna, los guardametas de turno que custodiaban la valla para donde el pateaba directamente se corrían cuando lo veían apuntar y disparar el chumbazo. Yo no era arquero, pero en una práctica me planté y esperé la pelota con huevo, y mi muñeca se fracturó como la cáscara que lo recubre. Aunque ahora atajo mejor que en aquel momento, nunca fue lo mío. Con la azulgrana siempre puesta me ubicaba cerca del área rival, mi rol era organizar un poco el ataque por los laterales y ocuparme de las pelotas paradas. Nunca tuve botines, pero las topper blancas de lona son multiuso. Lo demás estaba, pelota y equipo siempre había.

Pelota y equipo, el fútbol no necesitaba nada más para hermanarnos. Para hacernos eslabones por un rato, sin importar el buen pie, el calzado adecuado improvisado, las nacionalidades o los kilos diferentes. Éramos uno, sin condiciones, y todos juntos nos fuimos a probar a Nueva Era, uno de los clubes del barrio. Lugar de encuentro, de crecimiento, de esparcimiento, de inclusión y por si fuera poco semillero de sueños, todo en uno.

El club tenía un valor simbólico incalculable. Los chicos de las manzanas cercanas tenían la posibilidad de practicar deportes de todo tipo, de sociabilizar con pares y hasta de espiar el futuro en los ojos de los vitalicios que se juntaban en el buffet a tomar un bermú y parar fichas de dominó. Y eso se replicaba en otras manzanas del barrio, en otros barrios de la Ciudad, y en otras ciudades de las provincias a lo largo y ancho del país, ejerciendo contención donde muchas veces el Estado –y la sociedad que también lo compone- se había ausentado.

Algunas personas tenían, y tienen aún hoy, ligada su vida entera a esas entidades, incluso desde mucho antes de nacer. “Nací a media cuadra del club, tengo 52 años, mis papás se conocieron ahí, en un baile de carnaval” afirmó Claudio Rial, Presidente de la Unión Nacional de Clubes de Barrio en la última emisión de Sin Condiciones, donde además agregó: “hoy tengo hijos y nietos que también van al club”.

El titular de la agrupación que busca nuclear a los clubes de barrio en pos de lograr el  progreso interrumpido de los mismos, además sostuvo que “la gente de club sólo tiene vocación para ayudar al prójimo, todos trabajamos gratis por tener los materiales y las herramientas necesarias para contener a las familias. Lo más difícil fue salir de tu club a ayudar a otros clubes, porque uno es un poco egoísta, y por ejemplo hay uno a una cuadra del mío rival de toda la vida. Con su presidente estuvimos 40 años sin entrar en el club del otro por diferencias deportivas, y hoy somos íntimos amigos. Se entendió eso, se empezó a creer y a querer y así se armó esta organización”.

La piedra fundamental se fijó el 8 de Agosto del 2007 con la fundación de la Unión de Clubes de Barrio de Avellaneda. El primer logro fue la participación activa de los presidentes de cada institución, eso fue suficiente para llamar la atención del gobierno municipal de Avellaneda que mostró su apoyo directo mediante la creación del programa “Alentar” invirtiendo en todos los clubes de barrio de la ciudad una cifra inicial de 10 millones de pesos provenientes del Estado Nacional destinados a mejoramientos edilicios, refacciones, pintura, colocación de techos, construcción de piletas de natación, y otras tantas obras de primera necesidad.

Posteriormente se crearon las ligas de competencia en Handball, Vóley, Fútbol, Fútbol Femenino, y otras disciplinas destinadas a la participación y contención de miles de chicos de la ciudad bajo un marco institucional bilateral entre el Estado Municipal y las organizaciones no gubernamentales. El siguiente paso se logró con la obtención de la tarifa comunitaria en el pago del servicio de agua, reduciéndolo en casi un 50%, como así también el costo del material deportivo, trofeos, e indumentaria deportiva, mediante compras comunitarias entre clubes. A raíz del trabajo realizado y debido a la expansión territorial del mismo, en el año 2013 se conformó y nació la Unión Nacional de Clubes de Barrio, que como primer acción, se planteó el desafío de transmitir la experiencia lograda en Avellaneda, a los clubes de barrio de todo el país, a partir de la decisión de pelear por una Ley Nacional de Clubes de Barrio que tiene como puntos más importantes: la obtención de un porcentaje del presupuesto nacional para ser destinado a los clubes de barrio; tarifas comunitarias en luz, gas y agua; derechos de formación para deportistas, créditos blandos para las entidades, derecho a la propiedad por parte de los clubes que poseen sus instalaciones en terrenos fiscales, declarar la inembargabilidad de los bienes pertenecientes a los mismos, y una amnistía administrativa por parte de los organismos de control para poder blanquear y reestructurar las instituciones con deudas.

El 8 de octubre del 2015, 10 mil deportistas celebraron frente al Congreso de la Nación, la mayor conquista de la Unión Nacional de Clubes de Barrio: La sanción de dicha Ley. Luego de una maratónica sesión, la Honorable Cámara de Diputados aprobó y envió al Senado el Proyecto de Reforma a la Ley Nacional del Deporte. Con la Ley aprobada, lo único que resta es ver a la comunidad en los clubes, para conformar con el hogar y la escuela, esas tres patas indispensables de la formación de un buen ciudadano, algo que actualmente está en jaque.

“Hoy tenemos una problemática por los tarifazos, no podemos asumir los costos. Estamos por definir cerrar las puertas después las 18 hs mientras intentamos conseguir la tarifa social contemplada por la ley 27.098. En el interior cuesta más, hay chicos que se cambian detrás de los árboles. Es lamentable ver que hace un año hablábamos de progreso y hoy debatimos el posible cierre de entidades”, sostuvo al respecto Rial. “Se buscó esta ley para estar amparados bajo un derecho adquirido y no depender de un gobierno de turno, y tengo un dato interesante, es la única que se votó sin abstenciones o voces en contra”, afirmó.

La ley Nacional 27.098 de “Régimen de Promoción de Clubes de Barrio y de Pueblo”, fue promulgada el año pasado pero aún no ha sido reglamentada. “Carlos Mac Allister, el Secretario de Deportes de la Nación –y ex futbolista- estuvo en la presentación de la ley, en la comisión donde se debatió y hasta nos felicitó, hoy dice que él ‘no la hizo’ pero la votó. Hoy no nos atiende el teléfono, ni contesta los mails”, declaró al respecto Claudio Rial.

En tiempos donde la cultura se ve afectada económicamente desde todos los frentes, la lógica del mercado es rechazada rotundamente por los clubes en comunión: “Que se entienda que no podemos pagar la luz por ejemplo, y eso de ninguna manera se puede trasladar a la cuota social que de por sí es simbólica. No vamos a dejar de atender un chico que no puede pagar. A esas familias además les aumentó todo”, aseveró Rial y agregó: “Lo que no se entiende es el silencio”.

Ese silencio plantea un único panorama posible: el cierre de los clubes de barrio. Para impedirlo, los gritos de gol de las tribunas mutaran en llamados de atención que se oirán al unísono en la caravana que la Unión Nacional de Clubes de Barrio impulsará el próximo martes 7 de junio desde todos los rincones del país hasta Plaza de Mayo para interpelar a las autoridades competentes en busca de la única solución al problema: su voluntad.

El deseo de hacer las cosas es el combustible necesario para afrontar cualquier encrucijada, así se trate de una decisión política que amplíe derechos de un grupo social determinado o de un conjunto de amigos que deciden probarse juntos en el viejo y querido club centenario de su barrio. Aquel día en Nueva Era corrí toda la cancha, tiré buenos centros y no tanto, pero paradójicamente no anoté mi nombre en el marcador. No iba a ser la primera vez en mi vida que errara goles hechos en la línea, en todo aspecto, pero ese entrenador fugaz me enseñó algo: “Hoy estamos jugando, cuando llegue el momento la vas a clavar en el ángulo si ponés voluntad”. Nunca más volví a verlo ni a participar de pruebas similares, me conformé con despuntar el vicio cada tanto en el asfalto, pero siempre avanzando en el camino con la vista fija en el arco.

LG / GF / RG

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