febrero 19, 2025

Colectivos culturales, artistas y docentes frente al ballotage

“Me quedé con el pico caliente”, me dijo Sebastián Russo, escritor, docente e investigador de la UBA, cuando terminó la charla que tuvo con Lucas Molinari y conmigo en Punto de Partida el lunes pasado. “Con el pico caliente” se quedó, efectivamente, porque la complejidad de la declaración “Lo que está en peligro”, que apoya la candidatura de Daniel Scioli y está rubricada por numerosos colectivos artísticos, revistas, cátedras y firmas individuales, estaba en algún punto en conflicto con la temporalidad radial, que a veces puede ser tirana. La única posibilidad era seguirla. Y así lo hicimos, cara a cara esta vez, para desentrañar la posición compleja de la cual da cuenta la declaración, y para poner sobre la mesa qué se juega la cultura en el ballotage del 22.

Experiencias inéditas, concepciones libertarias: la Biblioteca Nacional, el INCAA, las becas institucionales

AM: ¿Qué es, efectivamente, lo que está en riesgo en el ámbito cultural y simbólico, de cara al ballotage?

SR: «Sin dudas, lo que está en riesgo, lo que está en peligro, tomando el tópico que le hemos dado al documento que elaboramos, al menos en lo que nos compete a nosotros, docentes de la UBA, presuntos escritores, gente que trabaja con la palabra, combatiendo con la palabra, lo que está en peligro es la forma de distribución de la palabra. Hay algo de toda esa trama simbólica y discursiva que está en riesgo. Parecería, a priori, poca cosa, pero para nosotros es fundamental, porque entendemos que desde allí se construyen identidades, desde allí se producen incluso emancipaciones a la propia lógica de lo que en este caso sería un gobierno como el kirchnerista».

“Tiene que ver con, por ejemplo, experiencias inéditas que han ocurrido en estos años y que uno también supone, casi con absoluta certeza, que están en peligro. Estoy pensando en la Biblioteca Nacional, un ámbito en el que la palabra, la palabra escrita, plasmada en un libro, es algo fundamental y que allí anida la memoria de una nación, la memoria de los pueblos, memorias contradictorias, complejas, en conflicto. Para nada eso quiere decir una memoria homogénea o unificada. De hecho, la Biblioteca Nacional es un espacio de conflicto permanente, se ha convertido en todos estos años en una usina de producción, no solamente de libros de nuevos autores, con el Museo del Libro y de la Lengua dándoles espacio para que nuevos autores presenten sus libros, para que se apropien de ese espacio, sino que también hubo varias colecciones en la Biblioteca Nacional en las cuales, por ejemplo, daban cuenta de “Los raros”. Y es muy interesante pensar que una Biblioteca Nacional, una institución estatal, dé lugar a «lo raro». Una colección como “Los raros” evidencia cómo una institución estatal puede estar pensando más allá del canon, nos hemos acostumbrado a un estado que construye canon, un estado que construye lo que se debe leer, hacia dónde se debe mirar. La Biblioteca Nacional abre hacia zonas inexploradas, incluso inauditas. Por otro lado, reeditando viejas revistas que habían quedado perdidas, reeditando en ediciones facsimilares, de alguna manera contribuyendo a un debate público. Y no con un afán productivo, para colmo. La palabra actual, la de ayer, la cercana y la lejana, me parece que eso está en peligro.

“Si lo que le seguiría a eso es un lenguaje mercadotécnico, publicitario, de fácil llegada, de impacto, este lenguaje está absolutamente vaciado de historia, de conflicto. El discurso de Cambiemos es un discurso vaciado de conflictividad. Digamos, es gravísimo el oponente ante el que nos estamos enfrentando. De hecho, efectivamente, no es que Daniel Scioli sea lo absolutamente «otro», pero de alguna manera, los compañeros y los diferentes colectivos que hemos firmado este documento, entendemos que lo que está allí es un cambio estructural, es decir, entenderíamos que con Scioli habría una posibilidad para que esa palabra conflictiva, esa palabra memoriosa, tenga lugar. En tal caso, el combate va a haber que darlo. Entenderíamos que con Macri ese combate ya no se puede dar. Estaríamos hablando de otro tipo de habla, de otro tipo de escucha, de otro tipo de distribución de la palabra. Eso sí nos da miedo. En términos de haber vivido los años 90, de haber vivido una época de hablas enflaquecidas en su capacidad de entrar en debate y en conflicto. Y por eso quería hablar de la Biblioteca Nacional que, de hecho, incluyo como un ejemplo atípico, grandilocuente, y si se quiere, libertario. Y de hecho uso esta palabra, una palabra compleja, que usó el mismo Horacio González, en una entrevista que le hicimos, en la cual decía, «Hay que entender al Estado desde una concepción libertaria». Es decir, utilizar a las instituciones entendiendo que son un espacio de expansión de políticas. Instituciones que permiten, incluso en contra de sus propios beneficios, que admiten estas palabras. Un Estado que habilita, que deja la posibilidad de que eso exista. Eso es absolutamente defendible, porque se ha demostrado que hay zonas de interrogación libertaria dentro de este tipo de Estado. ¿Que hay que lucharlas? Sin duda, hay que lucharlas. ¿Que hay que dar combate? Sin duda. Pero que han existido, han existido.

Siempre en el campo cultural, porque efectivamente donde se dio la gran batalla fue en el campo de lo simbólico, más que en el campo de lo material (ambos en términos materiales parece que están diciendo más o menos lo mismo) otro ejemplo es el INCAA, que ha abierto la posibilidad a que muchos hayan filmado, incluso muchos documentalistas, e incluso, por ejemplo, gente que está en contra del gobierno, en contra del kirchnerismo, en contra del peronismo, de tradiciones de izquierda, que no solo han podido filmar, no solo sus proyectos han sido avalados (proyectos que ponían en cuestión estos años) sino que muchos documentalistas y cineastas de tradición de izquierda formaron parte de los jurados. Y eso de hecho se dio a partir de una larga lucha, que dio, entre otras instituciones, Documentalistas Argentinos (DOCA). De una tradición en absoluto kirchnerista, que han dado la lucha para formar parte de los jurados y lo han conseguido. Esos resquicios de vitalidad que, entendería, se estarían cerrando, o estarían cambiando de lógica y de dinámica político-cultural con el macrismo. Lo que está en juego es una especie de matriz político-cultural. En la producción del INCAA hay algo de ese concepto libertario. Se habilitan proyectos que muchas veces van en contra de la habitualidad del canon cinematográfico. Y eso yo también lo veo en algo que me toca muy de cerca, que es la investigación académica. Yo soy un becario doctoral de este período. Llevo cinco años de becario doctoral. Lo que he notado es que, obviamente que se han expandido las becas, aunque lo numérico no vendría siendo lo importante en este punto, sino que los proyectos que se han becado, a priori, no estarían dando un beneficio concreto, explícito o directo a la industria del calzado o del vidrio. Las becas en humanidades muestran un cambio cultural. Y de hecho, el kirchnerismo siempre ha sido muy vinculado -al menos Cristina siempre ha estado muy cercana a las ciencias duras: el Ministerio de Ciencia y Técnica siempre ha estado más cercano a la física, la química, la tecnología. A ella siempre le gusta estar mostrando esas cosas, propio de un gesto desarrollista, industrialista y demás. Pero, sin tanta visibilidad, las ciencias humanas han ampliado su campo de investigación en áreas que evidentemente quedan por fuera del control directo del Estado y de la necesidad directa del Estado».

La reflexión y la discusión como características centrales

AM: Una de las cuestiones más atractivas de la declaración tiene que ver con el riesgo y la reflexión. A diferencia de las declaraciones de los intelectuales y artistas que llamaron a votar a Cambiemos, y de la declaración que llama a votar en blanco, “Lo que está en peligro” tiene dos particularidades. En primer lugar, la firman una gran cantidad de colectivos y revistas culturales. Esto da a su vez otra impronta, que es su segunda particularidad: estos colectivos y revistas son espacios de conflicto, de debate, y de reflexión. Mientras que las otras dos declaraciones presentan a individuos tomando una posición (la hayan puesto en duda o no con sus pares y compañeros), la declaración que llama a votar a Daniel Scioli este 22 de noviembre pone sobre la mesa que hubo debates, concesiones, y acuerdos generales que dan cuenta del momento complejo, de la puesta en duda constante en la que se mantienen los espacios colectivos. ¿Cuál es la naturaleza de esta reflexión, y cómo se dan estas discusiones en el ámbito cultural?

SR: «Por un lado tiene que ver con este tono de reflexión que nos ha legado como herencia el kirchnerismo. Aquellos que nos hemos sentido entusiasmados con este proceso, con todas sus contradicciones, y entendiendo que allí había una lucha a dar, e incluso una especie de trama compleja entre clase media, clases populares y grandes capitales, de los cuales el kirchnerismo no abjura, esa trama compleja, ese «enchastre» que nos propicia el kirchnerismo, pero como esperanza de alguna otra cosa: esperanza también está en nuestras manos. Da esa sensación, lo hemos vivenciado de ese modo. A partir de esa complejidad, uno adscribe con dudas y con un estado permanente de reflexión».

AM: Reconocer constantemente la complejidad de la situación actual y no adscribir a un binarismo.

SR: «Absolutamente. Yo creo que ese estado de reflexión perpetua es un estado que nos lega el kirchnerismo, que me gustaría ver cómo se desarrolla en estos próximos años, gane quien gane. De hecho, Scioli a mí es una persona que me preocupa, pero que da una posibilidad de margen de disputa mayor. En ese marco de complejidad querría ver cómo se desarrolla en estos años. Qué subjetividad construyó el kirchnerismo. Efectivamente, esa complejidad que no solo se ve en estos colectivos y docentes, universitarios y demás, sino en ese estado de combate, de política permanente, que uno puede ver en los bares, en los taxis, habría que ver como se desarrolla ante el próximo gobierno, sea quien sea. Cuando tome decisiones, de qué manera ese estado de convulsión emerge. Estado de convulsión que nos atravesó a nosotros como colectivos culturales: revistas, cátedras, demás.

Hay un espacio de «fango», porque para nada estamos de acuerdo entre nosotros y mucho menos entre las otras revistas, no es un acuerdo puntilloso sino general, con respecto a un estado de situación que permita la discusión, que permita el debate y que permita el disenso y que permita la experimentación. Porque el kirchnerismo también ha legado un espacio de experimentación. Hay que inventar. El kirchnerismo ha inventado enormes zonas inexploradas como lo son las grandes exposiciones populares: Bicentenario, Tecnópolis, Encuentro. Ha inventado formas, que uno creía eran inexploradas por el Estado, que de alguna forma también nos obligan, a nosotros, los que en la herencia de intelectualidad nos creemos la vanguardia de no sé qué cosa, nos obliga a estar alertas, en un estado de invención y de experimentación. Un estado que experimenta y que nos pone a los ciudadanos en un estado de deuda con esa experimentación. En este plan nuestra palabra emerge de esa forma. De esa forma colectiva, no dogmática, no aseverativa, sino en un estado de duda, de pregunta, de difusión de esa pregunta. De una pregunta que se transforma hoy en una pequeña gran certeza, que es que no debe ganar Macri. Que es una certeza en la que inesperadamente hemos convergido muchos, que no convergíamos en muchas otras cuestiones, y nos hemos movilizado. Esto también es interesante decirlo. Las últimas semanas ha emergido algo «desde el pie». Inesperadamente, el kirchnerismo, que había sido caratulado como un monstruo autoritario y verticalista, que impedía la palabra divergente, que construía un ejército que seguía casi de forma acrítica a un líder, de repente, en las horas de decisión, ha callado o de alguna manera le ha dejado la voz a una multiplicidad de voces que uno tiene la sensación, por un lado de una suerte de alegría ultima, de último grito de reencuentro, de reentrame, incluso a futuro. Esto que se está gestando en los últimos días, mucha gente imprimiendo en sus casas carteles en contra de Macri, pegándolos de forma anónima”.

La cuestión del intelectual y el surgimiento de una nueva subjetividad

Una de las últimas reflexiones de Russo echa un poco de luz a la recurrente cuestión de los intelectuales y su relación con el Estado. Vale la pena cerrar esta conversación con sus palabras, que dejan ver, a futuro, el posible análisis de un nuevo sujeto en nuestra cultura.
“Estos años de kirchnerismo nos han puesto en un dilema, y es que, por un lado, la independencia que uno debe tener para tener una voz crítica, la famosa idea del intelectual independiente, aislado de toda cooptación institucional, y cómo vincularnos con un Estado que en muchos casos fue a la vanguardia incluso mundial, con respecto a muchas políticas: de género, políticas sociales, culturales. Creo que de alguna manera quedamos (ahí hablo por mi cuenta) varados en ese estado límbico donde nuestra voz nunca se definía por apoyar de forma absoluta, porque uno perdería cierta autonomía, pero en el cual la autonomía absoluta parecería una ridiculez frente a los grandes cambios que se están generando. El kirchnerismo ahí nos ha dado una apuesta que nos ha costado mucho incorporar. Hemos desconfiado demasiado. Por eso estoy como atento e interesado para ver cómo estas nuevas generaciones que se han formado en estos años, cómo emergen estas nuevas generaciones de docentes y de universitarios en esa subjetividad, una subjetividad compleja, combativa, conflictiva, quiere uno creer, al menos, que el kirchnerismo ha legado una subjetividad combativa, de discusión”.

* Por Agustín Montenegro – Columnista de Literatura en Punto de Partida

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