El artista Freddy «Filete» Fernández anunció en Desde el barrio el comienzo de la exposición plástica ‘Cantoras’ (foto) en la Sala Gráfica de Radio Gráfica. También conversó sobre sus puntos de vistas acerca del arte en general, y de los distintos movimientos muralísticos de la actualidad.
‘Ahora vamos a descolgar la muestra ‘Grito y color’ de Lucas Quinto, y vamos a empezar una nueva que es del compañero Jorge Febre, que es se llama ‘Cantoras’. Es una muestra muy interesante de distintas cantoras latinoamericanas, y está bueno porque la muestra se inaugura acá, no estuvo en otro lado. Hay otros lugares donde las muestras están quince días, con todo lo que cuesta trasladar los cuadros, y en plástica los cuadros tienen que estar más tiempo, porque la gente tiene otro ritmo. Me gusta que acá en la radio tengan tres meses esas muestras. Y el 16 de noviembre vamos a hacer la inauguración de la muestra, con un pequeño espectáculo a las 19 con canciones de cada una de estas mujeres que van a estar expuestas.’
‘Hay tantos paradigmas dentro del aire y dentro de este espacio que da para todo. Creo que es una de las expresiones artísticas en las que más se puede mentir. Podemos agarrar cinco o seis lienzos, tirar barro y arena, colgarlos y decir que eso es arte. En otras expresiones artísticas, como la música, si te falta una cuerda en la guitarra la gente se va a dar cuenta. Existe la idea de que el arte moderno permite que cualquiera que no sabe dibujar sea artista. Como que colgamos una jarra al revés y ya sabemos que eso puede ser considerado arte. Yo no estoy en contra. Cada vez estoy más abierto a que haya diversidad, y está todo bien. Pero si me das a elegir yo prefiero algo que tenga más ‘diálogo’ en la pintura. Y si me hago el raro el diálogo va a ser más corto. Así que prefiero ser más concreto, ir más al hueso con el mensaje.’
‘Como no tenemos una formación académica, de bellas artes y todo eso, o como no respondemos a la técnica oficial del muralismo nos dicen “muraleros”. Me gusta porque todo lo terminado en “ero” (como el carnicero, como el peluquero) hace referencia al oficio. Y a muchos de estos ‘muralistas’, si tengo que devolver el guante, les falta un poco de oficio. Tienen mucha academia pero a la hora de salir a la calle… También dicen que eso responde más a un arte público y han dicho ‘Si invitamos a Freddy a los encuentros de muralismo tenemos que invitar también a los que hacer malabares en la calle porque lo que él hace es arte público. Y eso engloba un montón de expresiones artísticas más callejeras. Entonces me gusta más estar del lado del pibe que hace malabares en la calle que toda esta careteada. Se dan paradojas, ¿no? Dentro del ambiente este muralístico, muy libertario, de las cadenas rotas y la liberación, a la hora de salir a la calle hacen de la pared un lienzo privado. Cosas que van en contra del discurso. Y ellos también critican a toda la nueva generación grafitera porque son por ahí de una técnica más foránea o vienen desde otro lado, pero a la hora de compartir son más libertarios que ellos, porque se mezcla, no hay un derecho de propiedad privada de la pared. Entonces por ahí me siento más cómodo en ese ambiente que en el muralístico.’
‘Creo que hay algo que no se puede frenar y que no es tan nuevo tampoco. Ya en la época de Roma rayaban y escribían en las paredes ‘Muerte al César’ y eso ya era un grafiti. No se puede frenar y va a seguir estando siempre. Creo que cuando pase el tiempo se va a poder hacer un análisis antropológico a través del grafiti más que del muralismo. Una de las premisas de esta expresión artística es el vandalismo. Es una necesidad de poner el cuerpo y correr algunos riesgos. Pintar con autorización en una estación de subte quizás le dio un escalafón distinto al ambiente grafitero para decir ‘yo tengo un mural en tal estación, pasen a verlo’. Como que le da una chapa distinta».
«Pero hay etapas, prosiguió. Tuve la posibilidad de viajar a Chile, donde tengo muchos amigos grafiteros, que se cansaron de hacer su nombre escrito en la pared, y evolucionaron también. Pero haberlo hecho tanto en forma vandálica les dio un dominio de la herramienta buenísimo. Y empezaron a trabajar juntos y lo sumaron a causas justas, sobre todo el tema de los pueblos originarios en el sur de Chile, el tema de la educación pública. Y esto de trabajar juntos también, que es algo que no pasa muchas veces en otras expresiones artísticas. Sobre todo en la plástica. A mí me parece que el Estado tiene que seguir estas posibilidades y recursos para que los pibes puedan seguir pintando. También creo que la conciencia política todavía no llegó a los grafiteros argentinos, pero ya va a llegar, tengo fe en que hay una evolución y va a llegar también acá.’
MG / GF / RG
