junio 05, 2025

¿Se resquebraja la Unión Europea?

Por Francisco Taiana y Sofia Baragiola*

Desde la pérdida de sus últimos territorios continentales, a mediados del siglo XVI, la relación que ha mantenido Inglaterra con Europa ha sido sin dudas cambiante, más siempre cautelosa. Desde la total abstención a lo que considero conflictos ajenos, como fue el caso de su desentendimiento de Guerra de los Treinta años que arrastraría al resto de todas las principales potencias de la época, hasta la adopción de un rol más bien central en otros enfrentamientos de equivalente envergadura (las Guerras Napoleónicas o las Guerras Mundiales, para citar solo algunos ejemplos), la nación anglosajona hizo de su condición insular tanto un resguardo como un punto clave de maniobra política, que le permitió una flexibilidad geoestratégica envidiable. Sin embargo, desde la pérdida de su imperio colonial, el final de la Guerra Fría y el lento pero constante surgimiento de un nuevo orden multipolar, la tentación de integrar un bloque multinacional, que le permitiese escapar de lo que de otra manera seria el rol progresivamente más relegado de una potencia de segundo orden, acabo por emerger como el camino lógico a seguir.

Efectivamente, al renunciar en parte a algunos aspectos de su independencia pudo pasar a formar parte destacada de esa superpotencia económica que es la Unión Europea. No obstante, en esto también Londres se mostraría más cauteloso que Paris, Berlín o Madrid, al mantener autonomía en algunos puntos clave, tal como la negativa a adoptar el euro en favor del mantenimiento de su propia libra esterlina. Por otro lado, la crisis mundial del 2008, sentida fuertemente en Europa, no hizo sino revitalizar el escepticismo fluctuante pero siempre presente respecto de la integración británica al resto del continente. Con el tiempo, estas inquietudes acabaron por traducirse en demandas concretas y aquellas en políticas del gobierno y de esta combinación acabo por materializarse con el anuncio del Primer Ministros conservador David Cameron de su intención de llevar a cabo un referéndum popular por el cual se decidiría la permanencia o no de su país dentro de la unión.

Si bien se podría elaborar largamente respecto de los pros y contras que supone esta alternativa (principalmente en lo referente a la esfera económica) este dilema se ve complejizado al considerar las particularidades plurinacionales del país en cuestión. Efectivamente, el actual Reino Unido se compone esencialmente de cuatro divisiones fundamentales: Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte; el primero siendo de carácter anglosajón mientras los últimos tres mantienen una fuerte identidad celta. Si bien este ha sido el statu quo desde el primer cuarto del

siglo XX, se podido observar un creciente descontento de parte de algunas corrientes nacionalistas, particularmente en el caso escoces que sostuvo un referéndum por la independencia de Londres que perdió por un margen poco significativo. En cuanto al caso de Irlanda del Norte, esta ha tenido una historia más bien turbulenta en el siglo pasado y los deseos de reunificación con la República de Irlanda (otro miembro de la UE) se mantienen vigentes en diversos sectores. La salida de la UE podría, por tanto, suponer una maniobra arriesgada para Londres ya que si bien por el momento el Reino Unido se ha mantenido justamente unido, este no podría ser el caso tras una salida, ya que las perspectivas independentistas podría volverse una opción más tentadora para naciones tales como la escocesa, si aquello supusiese un reingreso a la UE.

En ultima instancias, el resultado final probablemente no termine dependiendo únicamente de la posición tomada por Londres sino además de la actitud de la propia UE frente a las demandas del primero y en qué medida se mostraría dispuesta ceder en función de mantener adentro a uno de sus miembros más destacados. En un contexto de creciente euro-escepticismo, no solamente en el Reino Unido sino a lo largo de diversas naciones del bloque, la dirigencia de la UE probablemente acabe por mostrarse más abierta al dialogo y conciliadora en función de mantenerse a sí misma a flote.

(*) Sin Zonceras / Radio Gráfica

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