
Las intrigas palaciegas, en las últimas semanas, en la Asociación del Fútbol Argentino (A.F.A.) respecto al campeonato de 30 equipos dejan en evidencia la reconfiguración de poder que vive esa institución tras la muerte de Julio Grondona. El reacomodamiento de las placas tectónicas en la sede de la calle Viamonte hace vibrar a todo el fútbol argentino y ha puesto nuevamente en evidencia viejas disputas que Grondona resolvía con una muñeca envidiable.
La discusión por el campeonato de los 30 equipos camufla otras aspiraciones de la avanzada restauracionista de River, Boca y San Lorenzo como invitado, pese a estar muy lejos en convocatorio respecto de sus socios. La cuestión central es el reparto del dinero que hoy provee el Fútbol Para Todos, cercana de los 1.400 millones de pesos anuales, al que no podemos tildar de socialista, pero que ha sido bastante más igualitario que en épocas de partidos codificados, y ni que hablar con lo que sucede en otras latitudes.
River y Boca basando sus argumentos en el rating que generan y en su convocatoria se presentan a sí mismos como los dueños del espectáculo, situación que lo que los habilitaría a reclamar una porción más importante de la torta de los ingresos por los derechos de televisación. Si se suman más equipos a la Primera División tarde o temprano van a reclamar una parte más importante que la que les va a tocar en el primer año donde van a recibir los mismos ingresos que en la B Nacional. Encima van a tener más votos en el Comité Ejecutivo y en la Asamblea por lo cual si deciden votar en bloque podrán imponer condiciones porque tienen el número para hacerlo.
Los últimos años han mostrado un fútbol argentino supercompetitivo en donde ha habido más equipos campeones que en ningún otra liga del mundo. De las últimas diez vueltas olímpicas, nueve la han dado equipos diferentes. Esa situación no se repite en ningún campeonato a nivel planetario, una positiva inclusión futbolera que debería ser motivo de orgullo y que fue posible a partir del dinero del Fútbol Para Todos. También se han visto los impensados e impensables descensos de River e Independiente y a un San Lorenzo que caminó al borde del precipicio y que no desbarrancó de milagro. Los “grandes” buscan no pasar zozobras en base a una repartija de dinero asimétrica. El argumento dirigencial es que el mayor espectáculo pasa por la televisación de sus partidos y que al ser tan masivos las presiones de sus hinchas son más fuertes.
Por lo pronto, el campeonato de 30 equipos ya está confirmado, pero la discusión que se viene es la modalidad en la que se va a disputar, duración, descensos, clasificación a las copas internacionales y conformación del Comité Ejecutivo. La aspiración del grupo disidente es desarticular lo más rápido posible este torneo, enviando nuevamente a la B Nacional la mayor cantidad de equipos posibles en mayo próximo y otra tanda para el 2016. Allí sí volver nuevamente a un campeonato de Primera División de 20 equipos, a lo sumo 22.
Volvemos al tema del reparto del dinero: ¿se justifica que los “grandes” se lleven la mayor cantidad de la torta cuando no tendría sentido el campeonato sin la presencia del resto de los clubes?, ¿o acaso la idea es tenerlos como simples partenaires sin capacidad de competir como ocurría décadas atrás?
Los equipos “grandes” parten de una situación estructural que les da una gran ventaja comparativa en cuanto ingresos respecto a sus pares. Tanto Boca como River y en menor medida Independiente, San Lorenzo y Racing, parten de un piso de ingresos bastante más elevado que el resto de los clubes. Tienen más socios, la marca que los viste les paga más, los contratos con los sponsors son más suculentos, los chicos más talentosos primero van a probarse a esos clubes y los representantes buscan primero colocarlos allí. También al momento de vender jugadores siempre cotizan un poco más que un club con menor convocatoria. Si a ello le agregamos una diferencia holgada en los derechos televisación estaremos ante el fin de un campeonato hipercompetivo, con algo más cercano a las “ligas de las estrellas” europeas donde todos ya saben el final de la película antes de entrar al cine.
Dicho todo esto me parece válida la discusión acerca del atractivo de un campeonato con 30 equipos. Probablemente va a tener una cantidad grande de partidos insulsos en donde no se juega por nada. Equipos que transitarán la medianía lejos de la punta y también de los descensos. El desafío dirigencial es buscar el modo de que el torneo sea lo más atractivo posible en cuanto a buscar que la mayoría de los equipos peleen por algo que de sentido a su participación en el torneo.
Las disputas tras la muerte de Julio Grondona eran previsibles como pasa con cualquier líder que concentra un inmenso poder y legitimidad ante sus pares. Era un caudillo con capacidad de disciplinar a la tropa, pero con carencias evidentes en conformar una continuidad institucional sin sobresaltos. La cuestión central que se debate en estos días es el futuro del fútbol argentino, cómo se reacomodarán las piezas y cuáles serán los cimientos de la era posgrondona.
* Por Leonardo Martín – Abrí la Cancha / Radio Gráfica
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