octubre 11, 2024

Punto y Banca

Punto y Banca

ramirezI
Llegó la noche. No fue oscura como muchos suponían. Tampoco del todo épica. Fue una noche donde todo estuvo en su lugar. El hombre subió al ring sonriendo. Cuando bajó tenía la misma sonrisa cubriendo su cara. ¿Es extraño?
Cuando la velada terminó poco importaba el resultado de jornada. De inmediato se entendió que se había hecho un buen trabajo. Algunas cosas van a cambiar. Hay dinero. Su luminaria es seductora. El Campeón también sonríe. Pero su sonrisa es una mueca que expide insatisfacción. Ok. No es determinante. Cuando llegó la noche todos supieron que ya habían ganado.

II
¿El nuevo nombre de la historia? Marcos René “El Chino Maidana”. Para él nada es igual. Hizo una pelea que superó las expectativas. Cuando muchos hablaban de su pegada reduciéndola a la totalidad de su técnica el tipo boxeó. Y boxeó a uno de los más grandes boxeadores de la historia. Pero no alcanzó. Perdió. ¿Perdió?
Para algunos boxeadores la puerta grande se abre solo uno vez. Si entonces no logran entrar el tiempo transcurrirá entre el lamento y el olvido. En cambio, si lo hacen habrá unos pocos años de bonanza. Es cierto. Está la “gloria”. Almidonada, galardonada, ornada por el lenguaje periodístico que de última – o de primera – ayuda a vender la pelea. Pero no es la gloria. Es el dinero y está bien que así sea. La “gloria”. A veces tarda el llegar.

III
Floyd Mayweather lo tiene todo o casi todo. No fue su mejor noche. El segundo round lo mostró fastidioso. Hablándole más de lo debido a un timorato referí. Tardó seis rounds en acomodarse al estilo del argentino. Antes amañó la pelea. En el clinch se valió de sus codos para dañar a Maidana. Después del sexto recobró la memoria y la distancia.
Una vez más el campeón se adueñó del ring. Su metódico jab puso a distancia al Chino. El argentino intentaba aproximarse. Lo hacía con la guardia abierta, boleando la derecha. Floyd no fue ese fluido de golpes veloces y mordaces que lo han hecho famoso. No se lució. Pero lo que hizo le alcanzó para ganar en dos de las tres tarjetas. Desde el sexto round todo fue suyo.
“No pude boxearlo” dijo el norteamericano. En esa breve oración resumió como se sintió durante la pelea. Mayweather es inteligente. Sabe que le dio una nueva oportunidad a Maidana. Ambos vendieron bien la posibilidad de una revancha.

IV
El Chino entró al negocio. Lo aprendió en las Vegas y lo que “pasa en las Vegas se queda en las vegas”. Vendrán nuevas ofertas. Otras bolsas. Es una nueva carrera. Maidana llegaba a este encuentro como un gran pegador. Perecía que solo era eso. Robert García, su entrenador, lo convenció que se pegada se potencia con boxeo. Y ese fue, en parte, su plan de pelea contra Mayweather. Lo logró.
¿Cambia en algo, ésta pelea, para el boxeo argentino? Abre puertas. Potencia a otros boxeadores. Sin embargo, fuera de todo exitismo, tampoco vamos a correr a elogiar derrotas. El Chino perdió. Dirán: Perdió contra el mejor. Es cierto, era una posibilidad. Pero el halago en la derrota suena por momentos a falsa justificación. Para ser campeón de campeones hay que tener un plus. Ahora bien. Maidana entró a la historia grande del boxeo con una derrota. Ok. Pero nunca fue banca. No fueron muchos los que se atrevieron a darlo como ganador antes del sábado. Así que no le debe nada a nadie. Tal vez por eso esta derrota no duele. Es más. Si uno escucha las declaraciones de Mayweather se queda con la impresión que al campeón le molesta su triunfo. No fue su pelea.

V
El Chino volverá a casa comiendo un alfajor. Lo recibirán los aduladores de los campeonatos morales. Los refutadores constantes le endilgaran que ya no tiene hambre. El resto podemos aplaudir y esperar. Maidana es nuestro campeón. Siempre necesitamos uno. Un héroe popular para aferrarnos y proyectarle nuestra carga emotiva de pareceres y frustraciones. Destruido el mito Maradona es bueno comenzar a construir uno nuevo. Visto dese ahí. Tal vez haya sido bueno que el Chino no noqueara a Mayweather.
Todos le hicimos el gol a los ingleses. Y lo creímos. Diego también. Todos le habríamos pegado la piña al norteamericano. Lo habríamos creído. El Chino también. Punto y banca. Hagan juego.

* Gustavo Ramírez – Feos Sucios y Malas / La Señal Medios

Comentarios

comentarios

Artículos ralacionados