El pasado martes 15 de abril se cumplió un nuevo aniversario de la tragedia de Hillsborough, ocurrida en 1989, en la que murieron 96 hinchas del Liverpool, a raíz de un mal accionar policial. El episodio resultó la excusa que utilizó la entonces primer ministro de Inglaterra, Margaret Thatcher, para desplazar a los hooligans (hinchas de sectores populares) de los estadios e impartir políticas de seguridad tendientes a encarecer las entradas.
En ese marco, Sin Zonceras entrevistó a José Garriga Zucal, antropólogo, quien desarrolló un estudio sobre la barra brava de Huracán. «No puede compararse el Hooliganismo con los hinchas locales, son fenómenos muy diferentes, -aseguró-. El escenario social, los clubes como instituciones, es completamente distinto. Además, la relación entre barras, políticos y dirigentes no existía en el fútbol inglés».
En ese sentido, el antropólogo afirmó que «leer que las soluciones que se aplicaron en Inglaterra podrían aplicarse en la Argentina, es erróneo». Garriga Zucal reconoció que, mientras en Inglaterra el liberalismo expulsa a los sectores populares de los estadios, en la Argentina los procesos históricos neoliberales empoderan a las barras bravas. «Lo que sucedió en Inglaterra es que no solo se castigó a los hooligans con los precios de las entradas, sino también con una persecusión policial que no solucionó el problema de la violencia sino que lo desplazó de los estadios a las inmediaciones, a los bares o a los pubs, -explicó-. Así la violencia pasa a ser un fenómeno que no se ve, porque no se da en los estadios, pero sigue existiendo. De hecho el año pasado hubo 4 muertos en Inglaterra».
Garriga Zucal advirtió también que «en los últimos tiempos se nota una asociación muy directa que en el caso del fútbol argentino no tiene ningún fundamento entre violencia y pobreza. He trabajado en el tema, al igual que otros colegas, y las barras bravas son grupos muy heterogéneos. Es un error mayúsculo que lo repiten constantemente. Y hay algo de perversión allí; yo no sé si lo hacen para aumentar la entrada o para responsabilizar siempre a los mismos y olvidarse de las otras formas de violencia en el fútbol, porque mencionamos a las barras bravas y olvidamos a aquellos actores que también inciden en la violencia en el fútbol. Por ejemplo, la policía. En la historia del fútbol argentino, más del 50% de los muertos en casos de violencia fueron causados por mal accionar policial».
El antropólogo vinculó la violencia de los últimos años con las internas en las barras y reconoció el peso del lucro en estas peleas: «sería un error terrible pensar que pelean por la camiseta, aunque no peleen solo por la plata, -sostuvo-. Lo que define a la barra brava, que los distingue del resto de los espectadores es la idea de aguante. Para la barra es aguante, es pelearse, no con alentar, ni con apoyar al equipo. Pasa estrictamente por la violencia. Cuando yo hacía mi trabajo sobre la barra de Huracán, ellos mencionaban mucho el tema de ser respetados. Y ese respeto tiene una buena dosis de miedo; son temidos. En otros producen fascinación, porque hay quienes quieren ser como ellos. Buscan ser respetados, sistemas de honor que en nuestra lógica no entendemos pero dentro de otras lógicas funcionan y son efectivos».
Para finalizar, Garriga Zucal opinó: «No nos hacemos responsables por la forma en la que todos los actores del mundo del fútbol legitimamos la violencia. Si yo como hincha voy y canto en la cancha que voy a matar a un rival, es probable que igual no lo mate. Pero estoy construyendo la legitimidad de un espacio que dice que es posible asesinar a un rival. Es necesario que todos los actores del mundo del fútbol reflexionemos cual es nuestro rol en el medio de la violencia. Y obviamente son más responsables aquellos dirigentes que tienen que pensar la prevención desde la gestión pública».
JCH / GF / RG