diciembre 16, 2024

Vicio Propio

Vicio Propio

vicioLa foto a mediados del 2009 era: La presidenta de la Nación, Cristina Fernández, con una camiseta de la selección en sus manos. Diego Maradona riéndose a su lado. En un segundo plano, el titular de la AFA, Julio Grondona. Así se presentaba Fútbol Para Todos. Se terminaba la era de las transmisiones pagas.

Frente al apuro de la situación, en medio de la disputa con las corporaciones mediáticas, el gobierno Nacional y la AFA acordaron para “liberar” al fútbol. Para ello necesitaban montar una estructura de transmisión que la TV pública no tenía. Fue Grondona quien sugirió un apellido que se podía hacer cargo del presente: Araujo. El otrora operador menemista y defensor de los intereses empresariales de TyC Sports, era quien podía aportar la infraestructura necesaria para la televisación de los partidos. No hubo tiempo para negociar ni lugar para meditaciones morales. Araujo se hizo cargo del andamiaje periodístico, además desembolsar inversión como socio del Estado.

Fútbol Para Todos fue antes que nada un hecho político y lo fue porque el fútbol, más allá del terreno lúdico, lo es. Pensar que ámbito futbolístico no es terreno fértil para la política y aún más para los negocios, implica poseer una visión romántica y moral de lo que se observa. Las últimas idas y vueltas, en incorporaciones o no de empresarios y de periodistas dan cuenta de ello.

Antes de comenzar el Torneo actual el Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, impulsa la idea – que ya tenía antes de asumir su presente cargo – de implementar cambios de fondo. Una manera de condicionar a la AFA era incorporar a la estructura de Fútbol Para Todos a Marcelo Tinelli. Hubo diversas reuniones donde ambas partes expusieron sus condicionamientos. Tinelli pedía total libertad para trabajar, si bien no se haría cargo de la parte estrictamente periodística si manejaría el área de producción de contenidos y la estética del programa. Sus condicionamientos coincidían con los de Capitanich. Era hora de sacar a Araujo del medio y con ello a varios otros relatores. Entre quienes estaba Javier Vicente.

Tinelli pretendía darle un clima más futbolero a las transmisiones. Esto fue entendido por una parte del gobierno como un hecho que atentaba contra el efecto político de las transmisiones. Lo que no se toleraba era que se tocara al relator militante. Unos días antes del inicio del presente campeonato en medio de una reunión que cerraba el acuerdo, Capitanich – Tinelli, el Jefe de Gabinete se entera que las condiciones precisadas por el empresario no eran aceptadas por el sector con más peso dentro de Fútbol Para Todos, La Cámpora. Fin.

¿Se pueden debatir estas implicancias políticas desde perspectivas idealistas o morales?

Lo que rodea al fútbol es político y es negocio. Fútbol Para Todos fue un hecho político que combatió las estructuras de poder de las corporaciones. Pero no escapó de la lógica que dichas corporaciones le imprimieron a las transmisiones futboleras. El staff periodístico es casi el mismo que ostentaba la transmisión privada. No hubo, si se quiere, una verdadera federalización comunicacional. Se podía esperar que se convoque a periodistas de diversas regiones del país que entendieran y conocieran la actividad concreta de los clubes del interior, por ejemplo. La creación de Fútbol Para Todos, más allá de la “liberación” de los partidos, representó la oportunidad histórica de barrer con ese deplorable periodismo circense que poco se interesa por el fútbol. Era la posibilidad histórica de incorporar a periodistas del campo popular que dieran otra voz y otra a imagen a las transmisiones de fútbol.

En este contexto hubo críticas a la incorporación de Tinelli porque algunos compañeros veían en esa alianza un paso hacia una nueva privatización de las transmisiones, de la misma manera entienden el tema de la publicidad privada en Fútbol Para Todos. Ninguna de los cuestiones implican semejante conjetura. Es necesario comprender que el Estado también hace negocios con diversos sectores y que el terreno que abona al ámbito futbolístico no es una excepción. Quienes sostienen estas afirmaciones, legítimas por cierto, no discuten que el Estado sea socio de la AFA la entidad histórica que propicio los mayores negocios oscuros en el fútbol. Son relaciones políticas y así se deben comprender.

Fútbol Para Todos representa un triunfo del Estado sobre las corporaciones pero no debe ser visto esto como un hecho absoluto y desde el purismo moral. Las observaciones románticas o idealistas se pierden en una intrincada red de presunciones que se inspiran en la abstracción. Cuando debatimos sobre Fútbol Para Todos estamos discutiendo que tipo de comunicación queremos desde el campo nacional y popular. Es imprescindible hacerlo para no enredarnos con los vicios propios.

* Gustavo RamírezFeos Sucios y Malas. La Señal Medios. Radio Gráfica

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