Alfredo Sabino, referente del Mercado para la Unidad Popular de Avellaneda, explico en Radio Gráfica la estrategia que desarrollaron junto con la Delegación Avellaneda del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Instituto Para la Producción Popular (IPP) para lograr una cadena de comercialización que garantice un precio justo a productores y consumidores.
En la Argentina consumimos normalmente bananas importadas y caras, debido a que tenemos que pagarlas a precio dólar. Sin embargo, contamos con producción propia de dicho alimento, el cual es cultivado con menor uso de agrotóxicos y puede ser comercializado en pesos. Tal es el caso de los productores formoseños, quienes han logrado comercializar su cosecha en mercados populares de Capital y Gran Buenos Aires, gracias al trabajo conjunto del Mercado para la Unidad Popular, en Instituto para la Producción Popular (IPP) y la Sede Avellaneda del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). “El problemas es que los productores no están organizados y existen intermediarios que cuentan con todos los papeles al día” explicó Sabino, al referirse a una cadena de intermediarios que paga miseria a los productores y vende a precios internacionales a los consumidores. “Normalmente estos intermediarios les ofrecen entre quince y veinte pesos por el cajón de veintidós kilos a los productores, para vender el kilo a cuarenta pesos en las verdulerías” detalló. Gracias a la intervención de estas instituciones, ha sido posible que los agricultores reciban un pago de ochenta pesos por dicho cajón y que las bananas puedan ser vendidas en mercados populares de diversas organizaciones populares a solo doce pesos.
Menor precio para los consumidores, mayores ingresos para los productores y alimentos de producción nacional, parece ser la ecuación más adecuada para los trabajadores de ambos extremos de esta cadena de valor y la clave de la soberanía alimentaria. Sin embargo, ante un Estado que desfinancia la agricultura familiar y favorece la dolarización del precio de los alimentos, la lucha se vuelve desigual.
Durante estos últimos años, sin embargo, las organizaciones de productores y trabajadores de la economía popular han logrado avanzar en la creación de mercados populares y sistemas de compras comunitarias que muestran que es posible acceder a alimentos de calidad, producidos de manera sustentable y a precios populares. Para lograr un mayor impacto de estas prácticas es necesario un gobierno que desarrolle políticas activas de subsidio a la producción y comercialización del sector, de acceso a la tierra para los productores y de regulación de los precios de los alimentos. Siempre en alza ante la especulación de los intermediarios y las cadenas supermercadistas.
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