Por Valeria Rodríguez (*)
Tras la detención del ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva, se vuelve a poner en el tapete la manipulación de las herramientas judiciales y los medios de comunicación masiva con el objetivo de deslegitimar todo tipo de fuerza popular.
Este tipo de acción es considerada como Guerra Blanda y es la forma que elige la nueva derecha internacional liderada por los Estados Unidos, que está perdiendo su estrellato dentro de las principales potencias tras el crecimiento de popularidad de China, para mantener esclavizada la región.
Si bien mucho se habló de la multipolaridad, Estados Unidos mantuvo un lugar preponderante dentro de las principales potencias ( China, Rusia y la Unión Europea) y tras la explosión de la burbuja inmobiliaria en 2008, los conflictos externos en Medio Oriente y diferentes conflictos internos tuvo que aprender a convivir con las nuevas potencias y consensuar acciones con los nuevos poderosos compañeros, ejemplo de ello es la firma del acuerdo nuclear con Irán ( entre el Grupo 5+1 Estados Unidos, Rusia, Alemania, Reino Unido, Francia y China) que tuvo que hacerlo sin decir nada, lo cual no fue gratis ya que su principal perrito faldero, Israel, puso el grito en el cielo, incluso amenazó con dejar de mantener sus relaciones cordiales.
Con la llegada del nuevo presidente, Donald Trump y su slogan “América para los americanos” regresó la posición nacionalista esquizofrénica que pretende volver a la unipolaridad cueste lo que cueste.
América Latina es crucial en este escenario principalmente por los recursos naturales con los que cuenta; las grandes reservas de agua dulce, la producción de litio que es fundamental para la industria electrónica, entre otros recursos de especial importancia pero con los gobiernos populares no fue fácil lidiar con lo cual se hacía imperioso para el norte, lograr que no vuelvan más o por lo menos deslegitimados para que el proceso se de “naturalmente” ya que los golpes militares no son más viables.
Es así que pusieron en marcha un proyecto que consiste en la actuación de tres poderes en conjunto ( la fuerza militar, los medios de comunicación y el poder judicial).
La fuerza militar consiste en la conformación del Comando Sur que se multiplica por toda la región y cuyo objetivo es generar una sensación de peligro pero con un halo de confianza ya que sus acciones son definidas como asesorías o trabajos de cooperación contra el terrorismo y el narcotráfico.
No es casualidad la creación de las Task Forces en el norte del país (la triple frontera) en donde se encuentra el Acuífero Guaraní y según la Ministra de Seguridad están los grupos terroristas y narcotraficantes que se diseminan por todo el país, con lo cual la solución es pedirle ayuda a la DEA y al Comando Sur.
En Brasil, sucede algo similar a esto, de hecho a fines de 2017, Temer anunció una serie de prácticas militares denominadas Amazon Log 2017 con la utilización de la base militar Alcántara que está ubicada en Maranhão, al nordeste de la nación brasileña, y que por su ubicación cercana al Ecuador se considera una de las mejores del mundo para el lanzamiento rápido de satélites. Esta base fue suspendida en el año 2003 en el inicio del gobierno de Luiz Inácio Lula Da Silva, pero fue retomada por la gestión de Temer, quien asumió el la presidencia de Brasil en el año 2016, después de la destitución de Dilma Rousseff en un proceso que fue denominado como “Golpe Institucional.
Michel Temer, en septiembre de 2017, envió a Donald Trump, una propuesta de acuerdo para permitir la utilización de la Base Militar de Alcántara, para el lanzamiento de satélites y maniobras militares.
Cabe destacar que Brasil cuenta con varias empresas armamentísticas que lo entienden como una oportunidad comercial.
A su vez, desde enero de este año se militarizó fuertemente las principales ciudades de Brasil y, por su parte, no es casualidad que el segundo candidato en intención de votos sea Jair Bolsonaro, un ex militar que apoya la tortura, quien actualmente conforma la extrema derecha brasileña y es diputado federal por Río de Janeiro.
La utilización de las fuerzas militares no supone una guerra inminente sino que busca la “contención social” es decir la represión de todo tipo de expresión social de descontento.
En línea, los medios de comunicación masiva son la otra pata de la guerra blanda ya que actúan como provocadores generando operaciones de desprestigio que logran que la sociedad civil apoye las futuras acciones del poder judicial, de hecho, la situación de Lula Da Silva en Brasil es uno de los ejemplos más claros de este tipo de acción, ya que la causa que transita no es más que una operación política que no cuenta con ningún tipo de prueba que demuestre corrupción alguna, además, no hay que pasar por alto que este es un año electoral para el país carioca y Lula cuenta con uno de los porcentajes más altos en lo referente a la intención de voto.
La red O Globo, uno de los medios masivos más importantes y grandes de Brasil impulsaron constantemente campañas de desprestigio, al igual que la revista Veja, que sistemáticamente dedicó tapas tanto a Dilma Rousseff como a Lula Da Silva, aportando un granito de arena a la idea de que “todos los políticos son corruptos” y que por eso deben ir a la cárcel de cualquier forma, incluso si no existen pruebas de ello, este tipo de operaciones funcionan en sociedades como la brasileña que está fuertemente dividida.
Es aquí donde actúa el poder judicial que debería ser independiente de los demás poderes e incluso debería ser políticamente imparcial,pero existe una gran diferencia entre la teoría y la práctica.
A principios de año el Tribunal Regional Federal de la cuarta región compuesto por tres jueces y encabezado por Sergio Moro dictaminaron un aumento de la sentencia de 8 años a 12 años y un mes de prisión con una rapidez nunca antes vista.
Frente a esto, los abogados de Lula presentaron un habeas corpus para evitar la prisión preventiva y haciendo un circo mediático para deslegitimarlo.
A pesar de esto se demuestra una y otra vez la fuerza del movimiento popular y sobre todo de Lula ya que antes de ser detenido dijo “ Si me arrestan me convierten en héroe, si me matan me convierten en mártir y si me dejan libre me convierto en Presidente”
El arresto de Lula, no solamente es irregular porque no se respetan los tiempos del proceso sino por la manipulación de las herramienta judiciales de Brasil para beneficiar a un cierto sector político y desprestigiar al contrincante con el objetivo de no solo desarticular sino también destruirlo.
Claramente fue un plan orquestado por la derecha que aumentó la militarización de Brasil y se demostró este fin de semana cuando se reprimió a miles de manifestantes que quisieron evitar que Lula termine en la cárcel.
No nos olvidemos que en Argentina también tenemos presos políticos y fuertes campañas de desprestigio hacia el gobierno Kirchnerista pero cuyo principal objetivo es Cristina Kirchner.
(*) Periodista de Radio Gráfica. Columnista de Feas, Sucias y Malas (sábados 10 a 12 horas).