El periodista Pablo Fernández Long conversó con Panorama Federal acerca de la situación en la Provincia de Misiones, en la cual los trabajadores de la yerba mate desarrollan un plan de lucha en reclamo de mejores condiciones salariales y laborales.
Fernández Long comenzó explicando que «los ‘tareferos’ son los cosechadores de yerba mate, el eslabón más débil de la cadena productiva. Son las familias que, muchas veces en condiciones de semiesclavitud, cosechan a mano. Los grandes propietarios, como los Vaca Narvaja, dueños de la empresa Las Marías en Corrientes, y en Misiones la empresa Mate Rojo y personajes como Federico Ramón Puerta, se caracterizan por emplear trabajo esclavo. Lo que sucede hoy es que después de las grandes promesas que hicieron los candidatos de Cambiemos las economías regionales están en la lona. Para Misiones este gobierno ha sido una catástrofe, está cayendo la venta de yerba y de té».
En diálogo con Ariel Weinman, detalló que «desde los ’70 los pequeños productores habían conseguido algunas mejoras, pero a lo largo de los ’90 muchas de sus tierras se vendieron a las grandes empresas, que hoy no se sienten afectadas si hay huelgas. Los grandes comerciantes e industriales no les pagan a los molineros, que a su vez no les pagan a las cuadrillas que hacen las tareas de cosecha ni a los pequeños productores. Hoy la situación de la industria yerbatera es insostenible. Durante los doce años del kirchnerismo se desarrollaron sistemas para darle cierta cobertura a los tareferos en los períodos intermedios entre cada cosecha. Eso está desapareciendo y no se le paga al productor pequeño y mediano. El resultado es que tenemos cortes de rutas hace unos días, a una escala que no se veía hace cuarenta años. Por ejemplo, está pendiente el pago de la cosecha del año pasado».
Finalmente Fernández Long señaló que «el gobierno de la provincia no tiene mucho que ver con esto. Los sectores organizados aclaran que protestan contra el gobierno nacional, que es el que decide estos temas. De todas maneras puede haber alguna intervención local, como reuniones con grupos que protestan, para darles, comida, útiles o unos pesos. La última noticia es que desde un juzgado federal se dictaminó que hay que desalojar las rutas. Hay más de quince cortes, de gente muy desesperada, que vive únicamente de este trabajo que además es mal pago. Se están perdiendo los pocos progresos y beneficios que se habían logrado en los últimos años y por eso la situación es muy tensa, aunque hay una gran simpatía y tolerancia por parte del resto de la población».
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