Por Carlos Aira.
Gerardo Martino fue un mediocampista lujoso. Hijo dilecto de la gran escuela del Parque de la Independencia. Volante central, sucesor del Tolo Gallego, cuando Juan Carlos Montes lo hizo debutar en primera, allá por 1980. Figura central durante una docena de gloriosos años rojinegros. El Indio Solari lo movió a la derecha y desde esa posición hizo jugar a los equipos campeones de 1988, 1990, 1991 y 1992. Amén de dos finales de Copa Libertadores de América.
Esos equipos de Newell´s estaban plagados de talentosos, pero tanto talento estaba resguardado por defensas durísimas. Primero Jorge Theiler y Jorge Remigio Pautasso (que te masacraba). Luego Fernando Gamboa y Mauricio Pochettino, dos pibes carilindos pero que metían como leones.
Y es que este bendito fútbol argentino SIEMPRE fue una amalgama de talento, coraje y dureza. Pero los tiempos han cambiado. El mercado nos llevó a esta nueva etapa: EL FUTBOL PLAY STATION.
¿Cómo es esto? Claro, en los videojuegos siempre ganan los que tienen mejores características. Entonces los acumulas y ganas siempre. Los pibes de todo el mundo – y grandulones de más de treinta o cuarenta también – creyendo que por un rato son los cracks – lo hacen todo el tiempo. Entonces, en la play ponés juntos a Messi, Aguero, Di María, Higuaín y Tévez y tal vez te consagres campeón mundial intergaláctico.
Pero el fútbol real es otra cosa. Los húngaros, hace sesenta años, dieron cuenta que bajando dos mediocampistas y un delantero, lograban un equilibrio que hería de muerte el 2-3-5 con el cual se jugó por medio siglo. El brasileño Tim, entrenador del San Lorenzo campeón 1968, patentò aquello de la manta corta: «si te tapas la cabeza, te destapas los pies; y viceversa».
En el irreal fútbol Play Station, no existe la manta corta…
El fútbol es parte del mundo del entretenimiento y el espectáculo. En ese mundo están inmersos estos muchachos argentinos que tan bien juegan al fútbol. Los Messi, Aguero, Tévez, entre otros. Chicos herederos de una pasión futbolera arraigada en éste país hace más de un siglo. Una forma de sentir y vivir el fútbol. Lo cierto es que lo lúdico da paso a un negocio tan rentable como multimillonario. El fútbol hoy es mercancia, y a pesar de estar expuesto todo el día, cada vez se lo analiza menos.
Y en eso de analizarlo menos, de comprenderlo menos, toma forma la idea Play Station…
Sabella lo comprendió al toque. Si no, recuerden: luego de la lesión de Aguero ante Bosnia en el mundial, faltó que le diera un beso en cada mejilla al pobre Kun: no tenía la necesidad de poner a los benditos fantásticos. Metió un volante de marca (Biglia), y armó un esquema de juego bien criollo (esa amalgama) que nos llevó a la final del mundo.
Por chapa, no ganamos. Si no, recordemos que la última vuelta olímpica fue en 1993. La acumulación indiscriminada de nombres no generó el volumen de fútbol esperado (como no lo hizo casi nunca que jugaron «los fantasticos juntos»). Y lo peor viene despues. La enseñanza del viejo Tim. La manta corta. Defendemos mal. Cambios para la tribuna. Desequilibrio en el campo de juego.
Querido Tata. Te admiré mucho como jugador. Sabemos que hay muchos caminos para llegar a la victoria. Pero recordá que si no fuera por los cruces de Theiler y Gamboa. Los cabezazos de Pochettino y Berizzo. Los cortes de Stacchiotti y Basualdo, tu Newell´s no hubiera ganado lo que ganó. Por más que tenían a Batistuta, Balbo, Yaya Rossi, Gabrich, Victor Ramos, Ruffini, Boldrini, el Negro Zamora y siguen las firmas.
Saber cerrar un partido, no es mala palabra. Los cambios defensivos tan sólo no existen en el mundo Play Station…