Entrevista a Francisco “Pancho” Ozemo, dirigente de la Federación Gráfica Bonaerense con una larga historia de militancia sindical, además de ser una de los personas que mejor conoció a Raimundo Ongaro. En la nota cuenta su impresión y vivencias junto al mítico dirigente, referente del sindicalismo más combativo y secretario general de la histórica CGT de los Argentinos.
“Personalmente, para mí Raimundo fue el mejor” comienza la charla Francisco “Pancho” Ozemo, histórico dirigente de la Federación Gráfica Bonaerense y probablemente uno de los hombres que conoció con mayor profundidad a Raimundo Ongaro, referente ineludible de la historia más rica sindicalismo argentino. El lector no tiene porque saberlo, pero no es fácil conseguir una entrevista con Pancho por lo cual esta fue una gran oportunidad para conocer la visión de alguien que militó por décadas codo a codo junto a Ongaro.
Pocos días atrás, se cumplieron tres años de la partida de Raimundo. A esa altura, en 2016, ya revestía la categoría de mito por su trayectoria y protagonismo en un momento de alta intensidad de la historia argentina como fue la etapa de fines de los años sesenta y el primer tramo de los setenta.
Ongaro fue el secretario general de la CGT de los Argentinos. Formada en 1968 fue clave en la caída del dictador Juan Carlos Onganía, un émulo local de Francisco Franco que planeaba una larga estadía en el Gobierno y que durante su presidencia aplicó políticas económicas profundamente antipopulares y un clima de represión generalizada. Además, esa CGT tuvo una tarea esencial para generar las condiciones políticas que permitieron el regreso del General Perón al país tras 18 años de exilio.
La CGT de los Argentinos logró algo inédito en la historia política nacional para una organización de origen gremial. Sintetizó las aspiraciones políticas revolucionarias en una época donde la revolución se veía como una instancia posible y deseable para amplios sectores de la sociedad. Allí confluyeron no sólo dirigentes sindicales, también vieron allí una referencia intelectuales y otras organizaciones políticas y estudiantiles. Ongaro fue nada más y nada menos que el secretario general de esa CGT que tenía en su Programa del 1° de Mayo, escrito por la pluma de Rodolfo Walsh, lineamientos políticos de enorme profundidad.
“Fueron más de 40 años trabajando junto a Ongaro, fueron años de un aprendizaje permanente” retoma “Pancho” Ozemo. “En 1968 yo ingreso a trabajar en los talleres gráficos del diario La Nación en donde comienzo a militar sindicalmente. Al tiempo me convierto en el secretario general del taller. A Raimundo lo conocía de ir a asambleas y a los plenarios, pero no tenía trato directo con él en un principio” rememora.
“El conocimiento directo lo tuve a través de una carta, algo muy común en esa época. Me envía una con un poema de un viejo compañero del gremio, invitándome, además, a tener una charla con él. Quería ver si en mi militancia yo era parte del campo nacional y popular y ahí me invita a participar activa e institucionalmente en el gremio. Ese fue el comienzo de lo que con el tiempo sería una relación muy íntima con Raimundo” cuenta Ozemo.
Aquellos que lo conocieron, cuentan que Ongaro tenía una personalidad magnética. Los pocos videos, las grabaciones y entrevistas de su época de mayor relieve político muestra una personalidad de enorme determinación, compromiso político, con una oratoria vibrante, por momentos incendiaria y con una enorme capacidad retórica al momento de transmitir una idea.
“Raimundo tenía características muy especiales; la mística, el liderazgo, la capacidad intelectual. Manejaba varios idiomas producto de su aprendizaje en escuelas religiosas, a eso se sumó el aprendizaje de otros idiomas para llevar adelante su oficio de linotipista. Ese oficio te obligaba a leer y escribir lo que sin duda enriqueció la formación de Raimundo. Hay otra faceta de él que se conoce poco. Era músico, hasta llegó a escribir dos sinfonías pensadas para una orquesta de más de 100 instrumentos” cuenta el dirigente gráfico.
“En esa etapa, donde caminamos mucho, lo recuerdo siempre vestido de negro. Eso contagiaba, muchos de nosotros usábamos ropa negra. Era algo muy característico en él, por eso le decían el monje. Así, también lo caracterizó el Gringo Tosco que compartió la celda con él en una de las ocasiones que estuvo preso. En cartas que Tosco le mandaba a su señora le decía ´hoy estuve con el obispo, con el monje´”.
“También recuerdo en esa etapa a un Raimundo siempre con un cigarrillo en los labios, fumaba entre dos y tres atados por día” recuerda Ozemo.
Retomando la trayectoria político de Ongaro, Ozemo sentencia: ”Fue un revolucionario para la clase trabajadora, haber logrado en la CGT de los Argentinos esa confluencia más allá de los sectores sindicales, con participación de intelectuales, estudiantes y de los pequeños empresarios. Todos apuntaban a dos destinos, por un lado el regreso del General Perón y la urgencia de sacar a esa dictadura de Onganía”.
La CGT de los Argentinos se formó en marzo de 1968 en el Congreso Amado Olmos, llamado así en honor a un valioso dirigente del gremio de Sanidad que había muerto un par de meses atrás en un trágico accidente de tránsito. En la votación se impuso la lista que lideraba Ongaro frente a la otra fracción lideraba por Augusto Timoteo Vandor, dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica – gremio más poderoso en ese período histórico de la Argentina- y recordado para la posteridad por ser el promotor de un “peronismo sin Perón”. Su relación cercana a la dictadura de Onganía les valió la denominación de “participacionistas”.
La CGT vandorista no aceptó el resultado del Congreso ni entregó el edificio de la calle Azopardo. De allí que la CGT de los Argentinos tuvo como sede el edificio de la Federación Gráfica Bonaerense ubicado sobre la calle Paseo Colón, a metros de la Avenida Independencia. Aún hoy en día sigue funcionando allí el gremio y es lugar recurrente de reuniones de la Corriente Federal de Trabajadores.
Pancho recuerda que en ese período que va desde los años finales de la década del ´60 hasta mediados de los ´70, “Raimundo estuvo detenido en 14 oportunidades”. Un hecho sumamente doloroso en la vida de Ongaro es el asesinato de su hijo Alfredo de apenas 19 años acribillado a manos de la Triple A en tiempos donde Raimundo era un preso político detenido en la cárcel de Villa Devoto.
“Sólo una gran persona con un gran sentido espiritual podría haber soportado lo que soportó Raimundo. Ha tenido una fuerza incomparable” reflexiona Pancho. “Hay una imagen muy fuerte que recuerdo del velatorio de Alfredo. A Raimundo le permiten salir de la cárcel para despedirlo y verlo por última vez. Llega esposado y al entrar, con mucha fuerza, dice ´los Ongaro (acentuando en la o) no se rinden´. Eso marca la fortaleza espiritual que tenía. Eso es fundamental para entender la vida de Raimundo”.
Poco después del asesinato de su hijo, Ongaro marcha a un exilio que lo mantuvo fuera del país todo el período de la Dictadura Cívico-Militar. Regresó con la vuelta de la democracia, donde volvió a participar de la vida sindical en la Federación Gráfica Bonaerense.
“En mi interpretación hay una primera y una segunda etapa, antes del exilio y posterior al exilio” plantea Ozemo. En esa segunda etapa, continúa con la actividad gremial, pero ya Ongaro es un dirigente ampliamente respetado, con el correr de los años un mito creciente y hombre de consulta para referentes políticos y sindicales.
“Es esa época él llegaba al gremio, empezaba a llamar a cada uno de los secretarios. Era una forma de tener reuniones de Comisión Directiva de manera permanente. Siempre buscaba el consenso con cada uno de los responsables de cada área. Cuando había un tema de extrema necesidad sí convocaba a todos los compañeros para una reunión de Comisión Directiva”.
“Con el correr de los años era impresionante la cantidad de gente que venía a ver a Raimundo. Algo que pocos saben es que un tiempo antes de ser presidente el comandante Chávez lo vino a ver al gremio. Después pasó casi todo el abanico político y no solo del movimiento nacional justicialista, también de otras organizaciones populares e inclusive revolucionarias. Venían de todos los partidos porque sabían lo que había significado en la década del ´60 y el ´70” recuerda Ozemo.
EL PRESENTE / ONGARO Y LA CORRIENTE FEDERAL DE TRABAJADORES
La herencia, el legado de Ongaro hoy está presente en la Corriente Federal de Trabajadores junto al de otros dirigentes que integraron la CGT de los Argentinos como Jorge Di Pascuale, Alfredo Ferraresi así como de luchas posteriores como las del Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA) en la década del noventa.
En la propia Federación Gráfica Bonaerense la gravitación de Ongaro está siempre presente. Fue uno de esos dirigentes que deja una impronta, una mirada sindical y política perdurable.
“Hoy está presente permanentemente” afirma Pancho. “Hoy tengo la misma relación con el Gringo (Héctor) Amichetti en la cual nos une todo. Coincidimos en lo ideológico, lo táctico y lo estratégico. Para los gráficos es muy fuerte el hecho de la continuidad. Nos da fuerza en el gremio y es una fuerza que el Gringo le da a la Corriente Federal de Trabajadores permanentemente” agrega.
“Rescatamos los programas obreros de La Falda (1957), Huerta Grande (1962), el Programa 1° de Mayo (1968) y los 26 Puntos de Ubaldini (1986). Eso se plasmó en la Corriente Federal frente al vacío ideológico de la central sindical, esto le dio fuerza a la sociedad y los trabajadores” argumenta.
“Como Corriente Federal, avanzamos a un frente con mayor participación de organizaciones del interior, a la cual se unieron Smata y Camioneros con los cuales conformamos el Frente Sindical para el Modelo Nacional. Con grandes movilizaciones, con el paro nacional le hemos hecho ver a la CGT que la pelea es la única forma de parar a este Gobierno que no sólo está haciendo cerrar las fábricas, está haciendo morir de hambre a los jóvenes y a los viejos”.
“La Corriente Federal, más allá de no tener una gran estructura, tiene la fortaleza del pensamiento y eso es muy fuerte. Ahí están las ideas de Raimundo, eso está plasmado en el contenido de los comunicados, en la presencia permanente de la Corriente en cada conflicto, en la mirada política. Eso genera una mayor solidaridad que se da junto a compañeros del Frente Sindical y otros compañeros de la CTA con los cuales tendríamos que terminar en una gran central, con ellos mantenemos la unidad en la acción. Aquello que planteaba Raimundo de unidad del movimiento obrero y de los sectores populares también lo hemos logrado, algo que por suerte se ha trasladado al sector político” argumenta.
EL LEGADO
La historia avanza implacablemente. Los protagonistas de ayer, en muchos casos quedan bajo el manto del olvido, otros tienen la fortuna de ser recordados por la historia y en el mejor de los casos dejan marcas perdurables. Una impronta que los trasciende. Ongaro califica para ese último caso. “Rescato su humildad, su práctica permanente al trabajo, su valentía” enumera Ozemo.
“Recuerdo la visita de Cristina (Fernández) a la cooperativa Envases Flexibles Mataderos (en 2010) donde participó en uno de los últimos actos públicos de Raimundo. Ahí Cristina dijo ´este hombre es una verdadera gloria del sindicalismo argentino, de cuando hacer sindicalismo en Argentina podía costarte la vida y la cárcel. Este hombre se negó a traicionar a los trabajadores y construyó la CGT de los Argentinos´”. «Esa es la síntesis de una persona y una referencia para militantes de esa época como eran Néstor y Cristina que levantaban las banderas de la CGT de los Argentinos” reflexiona.
Como cierre, Pancho reflexiona: “Me pasa a mí, también a otros compañeros de sentir todos los días un vacío. Es el vacío de la falta de presencia de un gran hombre, militante y trabajador, que nació trabajador y murió trabajador. Raimundo nos marcó, fue para nosotros la enseñanza permanente, fue un ejemplo para los gráficos y para gran parte del movimiento obrero”.
A tres años de su partida física, aún sigue presente. Hay figuras que dejan una marca potente en la historia. Sin dudas, Raimundo Ongaro ha sido una de ellas.
Entrevista por Gabriel Fernández / Texto Leonardo Martín
LM/GF/RG