“Una agrupación que se llama ‘Azul un ala’, integrada por jóvenes patriotas y muy malvineros, eligieron una de nuestras fotos para plasmarla en un mural que se estampó este viernes 21 de junio en una de las paredes del Hospital Argerich en el barrio de La Boca y, de esta manera, dejar testimonio de nuestra participación en la Guerra de Malvinas”, relató a Radio Gráfica Silvia Barrera, veterana de la Guerra de Malvinas, instrumentadora quirúrgica y enfermera del buque hospital Almirante Irizar durante el conflicto bélico con el Reino Unido en 1982.
En diálogo telefónico con Lucas Molinari y Úrsula Asta en Punto de Partida, Barrera precisó que son “seis instrumentadoras quirúrgicas, todas civiles”, y explicó que “nos ofrecimos como voluntarias porque en ese momento no había instrumentadoras con grado militar”.
“Éramos cinco del Hospital Militar Central, Susana Maza, María Marta Lemes, Cecilia Richieri, Norma Navarro y yo, y una del Hospital Militar de Campo de Mayo, María Angélica Sendes”, detalló la veterana de la Guerra de las Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur.
“Nos fuimos el 8 de junio del ’82 a Puerto Argentino en medio de los combates y llegamos a bordo del (Almirante) Irizar”, recordó la instrumentadora quirúrgica.
La veterana de Malvinas analizó que “por cuestiones de la guerra improvisada, pero sobre todo por una cuestión de género se resolvió que nos quedáramos a trabajar a bordo del buque”, y agregó que “estaba preparado como buque hospital y tenía muchos quirófanos. El barco estaba preparado para 250 camas y nosotros recibimos 370 heridos”.
“A pesar de nuestras protestas, nos quedamos trabajando en el Irizar con los médicos de la Armada”, rememoró.
Como parte de los relatos que no sólo apuntan a revalorizar la gesta antimperialista contra la potencia colonial, sino que en tanto memorias populares actualizan el sentido de comunidad en base a la reivindicación de la emancipación y la soberanía frente a los imperios y sus aliados locales que han hecho de la desmalvinización permanente una forma prioritaria de la mentira, Barrera recordó que en el buque-hospital “estuvimos recibiendo a los heridos en los peores días de la batalla”.
Barrera rememoró que volvieron “al continente diez días después de que se firmó el cese del fuego el 14 de junio. Cuando llegamos acá era un 20 de junio, un día como hoy hace 37 años, el Día de la Bandera. Era el Día del padre, un domingo”.
Los testimonios tienen esa capacidad para revelar la verdad de forma directa y en el caso de los combatientes de Malvinas enuncian aspectos desconocidos del conflicto bélico, como la que destacó Barrera sobre la existencia durante la Guerra de “una zona franca donde la parte sanidad de las dos fuerzas hacían intercambio de lo que se necesitaba fuera de la zona de exclusión de 200 millas alrededor de las Islas”.
“En esa franja, que las Naciones Unidas y la Cruz Roja controlaban que los buques hospitales funcionaran como tales, fue donde se produjo el intercambio de pacientes: el Bahía Paraíso intercambió pacientes ingleses con las fuerzas de sanidad de ellos y nosotros intercambiamos material quirúrgico y sangre nuestra a los buques de ellos que se habían quedado sin sangre”, narró la veterana.
Por último, Barrera memorizó cómo fue su incorporación como personal sanitario en el frente de combate: a partir del 2 de abril de 1982 “todo el Hospital se había ofrecido como voluntario, pero había venido la orden que sólo el personal militar iba a ir a Puerto Argentino. Las mujeres estábamos sin esperanza de ir, éramos todas civiles, en ese momento no había personal militar femenino. Nosotras seguimos trabajando hasta que el 7 de junio llega el mensaje que pedían instrumentadoras. En ese momento había unas 35 instrumentadoras en total en el Hospital Militar Central, y cuando fuimos todas a ofrecernos como voluntarias, dijeron que ‘había que salir (hacia Puerto Argentino) al otro día a las 4 de la mañana’. Pero éramos nosotras cinco”, concluyó.
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