diciembre 09, 2024

Alberto – Cristina | La maravillosa experiencia del gigante al andar

Alberto – Cristina | La maravillosa experiencia del gigante al andar

Por Gabriel Fernández *

LA SORPRESA . “Si nosotros cerramos eso a nuestro adversario, podremos proceder aprovechando el otro factor de la conducción, tan importante, que es la sorpresa. Mediante la información y mediante el secreto alcanzamos nosotros la sorpresa. ¿Qué es la sorpresa? La sorpresa es un principio de la conducción, vale decir, es el factor que nos permite sacar ventaja de un momento de inacción que el adversario tiene frente a la propia conducción, por no haber previsto un incidente que va a producirse. Para obtener la sorpresa no es necesario que el adversario no conozca nada hasta que se produzca la decisión. No; es suficiente que cuando él la conozca ya no esté en tiempo de reaccionar convenientemente y neutralizar la acción de esa sorpresa. En la acción de la conducción política tiene una importancia extraordinaria la sorpresa. Es mediante la sorpresa que uno, muchas veces, DESARMA TOTALMENTE AL ADVERSARIO POLÍTICO”. Juan D. Perón, “Conducción Política”, 1944.

Las autocríticas se concretan en la acción, lejos de la declamación. Cristina Fernández de Kirchner, impulsada por la inteligencia vivaz, desmañada y vibrante del Movimiento Nacional, resolvió configurar una fórmula destinada a garantizar la base propia e involucrar segmentos en duda con el objetivo de apuntalar una opción que pueda vencer en la primera vuelta electoral después de transitar las PASO.

El vínculo estructural profundo del peronismo con los intereses estratégicos nacionales se renueva día a día. Ese enlace, construido hace décadas tomando como argamasa materiales originados en siglos previos, ha resultado mucho más potente que cualquier identidad equivalente en otras zonas del planeta. De allí que las caracterizaciones individuales sobre tal o cual dirigente carezcan de trascendencia y su despliegue deba ser valorado en el marco del espacio en su conjunto.

La frase de Perón planteada al comienzo es sólo uno de los apuntes decisivos que dejó quien mejor supo enlazar política, pueblo y región. Al adentrarse en sus reflexiones –seguramente Conducción Política es la mejor- puede comprenderse el andar colectivo canalizado a través de referentes que se dejan traspasar por ese ser en movimiento. Si el ser humano fuera sólo contextura, esto sería una formulación que se desmentiría a si misma paso a paso: pero aquí estamos, con necesidades tangibles y sentimientos inocultables.

FUNCIONALIDAD. Alberto Fernández ha ingresado a un lugar valioso para un dirigente nacional popular: a la zona de los funcionales, de los que mucho más allá de opiniones circunstanciales, se dejan usar por el interés profundo del pueblo evidenciado en la representante con mayor alcance masivo. De allí que la difusión de sus anteriores diferencias con Cristina sólo contribuyan a realzar el mensaje múltiple que el movimiento quiere y necesita enviar. Al no modificarse el objetivo estratégico de poner de pie a la Nación en base a la producción y el trabajo, las búsquedas y los hallazgos, los realineamientos y el sentido de la oportunidad cobran un enorme vigor utilitario.

Es probable que puertas adentro de su hogar en el Sur nevado, pensando a solas con un ¿té? caliente sobre la mesa, Cristina se haya permitido admitir cierto cansancio. Anhelo de cooperar con una nueva gestión pero en un ritmo algo más pausado que el que exige la primera magistratura. Este párrafo es apenas un apunte subjetivo, a diferencia de los demás. Sin embargo queremos insertarlo porque presumimos que se trata de un posible punto de partida hacia la adopción de las determinaciones que hoy sacuden al mundo político.

Claro que la cosa es más palpable. Nos detenemos para abrir la mente, aflojar el cuerpo e intentar -mate mediante en esta fría jornada porteña-, situar los factores prácticos.

La fórmula, en principio, garantiza la adhesión de la base social que ya ha escogido a CFK como su dirigente central. Lejos de las hipótesis sobre armar y acompañar la campaña por detrás, la popularidad de la ex presidenta se ubica en foco e informa: Acá estoy. Luego, inserta un nombre que, en su zigzagueante recorrido, tiene un mejor vínculo con las tribus peronistas que se han mostrado chúcaras y malhumoradas. Esto es: partiendo de una base elevada, todo lo que logre sumarse es ganancia comicial.

El primer beneficio obtenido se conoció a las pocas horas. Los gobernadores y los dirigentes sindicales manifestaron su acuerdo. Las construcciones provinciales serán movidas y variadas –allí hay archipiélagos de difícil contención- y salvo excepciones, en dos o tres semanas lograrán enfilar a los intendentes. A los que ya estaban en la elaboración, a los que vacilaban –en lenguaje bonaerense- y aún a varios que se pensaban en otra alianza. Es preciso, a la hora de evaluar los comportamientos de los protagonistas en estos rubros, recordar que no pueden permitirse el lujo de perder.

Ahora bien: la nueva fórmula despolariza. Frente a las pretensiones de un Jaime Durán Barba en fuga, aquellos votantes que exigen una transformación económica urgente en sentido productivo pero desconfían de la senadora, tienen una opción potable para manifestar su necesidad. Al igual que en las líneas previas, podemos aseverar: lo que se aproxime, suma. Aún cuando se trate de un pequeño porcentaje. Esto da cuenta de nuestra consideración filosófica planteada desde el arranque: la matriz del Proyecto Nacional se desarrolla en acción, no en vanas teorizaciones ideales. Volveremos sobre el asunto en el tramo final de este análisis.

Aunque aquí no formulamos un panorama electoral completo, bueno es indicar que el escape ecuatoriano está basado en el desmembramiento interno de la alianza PRO-UCR-Cambiemos. Esa división no tiene demasiado vínculo con asuntos políticos, sino económico sociales: los cuadros intermedios que brindaron territorialidad al partidito citadino deben dar respuesta a las demandas de regimientos de comerciantes, profesionales y trabajadores de cuello duro que, a lo largo y a lo ancho del país cuestionan el ajuste que los condena a la desaparición. Para no alzar el cuchillo de la panza zonza, digamos: el ajuste más previsible de la historia.

TRAMAS. Vamos hacia el dolor, pues lo mejor es afrontarlo. El otro elemento es el vínculo de Alberto con los grupos comunicacionales concentrados, más precisamente con Clarín, lo cual le costó serias acusaciones internas –razonables, por cierto- en el seno del mismo movimiento que hoy tiene que representar electoralmente. Los precandidatos ya nos lo habían anticipado: no se reposicionará la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Algunas fuentes conocedoras del interior monopólico añadieron: no es imposible tejer un acuerdo entre el peronismo y la empresa.

Tomando algo de distancia, el emprendimiento no es imposible. En realidad, más que una adecuación en base a la distribución de tres espacios comunicacionales, el equilibrio puede alcanzarse en términos relativos si se trabaja con precisión desde el Estado y se adjudican con inteligencia las pautas publicitarias. Hay dos caminos que pueden ser complementarios de un pacto de no agresión con Héctor Magnetto: el fortalecimiento criterioso, asentado en línea editorial y calidad, de los medios del Estado, y el apuntalamiento económico de los medios populares.

Esto parece extraño después de tantos cruces; sucede porque a lo largo de los años recientes el peronismo en el gobierno realizó una contradanza que lo hizo resbalar: mientras cuestionaba airadamente al Grupo Clarín con fuerte verba y grandes vituperios, lo engordaba con continuidad de licencias y pautas formidables. En algún momento había que adoptar una definición: o una cosa, o la otra. En apariencia, la figura de Alberto define un rumbo. Es preciso decir que el éxito de ese sendero radica, sobre todo, en evitar la unilateralización. ¿Es posible convivir en paz con todos los actores del mundo comunicacional?

La pregunta carece de respuesta. Si hemos de plantear una idea realista, con rastros de pesimismo, resulta pertinente apuntar que el conglomerado empresarial parece demasiado vinculado al capital financiero internacional como para revertir su rumbo. Empero, cual globo de ensayo –quien quiera oír que oiga- insertamos una consideración. El núcleo directivo del monstruo, se ha revelado llamativamente flexible y estimamos que su visión del panorama mundial no le permite ignorar el verdadero rumbo de los acontecimientos. Ahí es donde un cable de fibra óptica bien tendido con los gobiernos de un UNASUR reconfigurado puede encarnar una opción viable y tentadora.
Es que si el peronismo gana en la Argentina, la alianza sur continental se vivificará.

CONFLICTOS. La sorpresa está planteada y dentro de un rato, dejará de serlo. Esta ventaja obtenida por el genio de la ex jefa de Estado alimentado por la sagacidad de todo un pueblo, brindará un lugar esencial en la línea de partida. Pero exigirá el desarrollo de una campaña inteligente. Allí es donde vale ayudar al pensamiento de una militancia que por demasiado tiempo se ha refugiado en departamentos de escasa ventilación.

Como señalamos oportunamente, desde las gestiones de unidad efectuadas el año pasado, ha ido surgiendo una suerte de kirchnerismo anticristinista que objeta aquella autocrítica en la práctica. Numerosos compañeros que se sitúan sesgadamente desean lo imposible: la construcción del PIK, Partido Intransigente Kirchnerista, lo cual reduciría el caudal peronista al de una estructura testimonial y alejada del poder.

En otra dirección, se ha ido amalgamando una vertiente que presume ortodoxia y señala con el dedo a todos aquellos que no responden a lo que evalúa Peronismo en sentido estricto. Condena al progresismo en todas sus variantes y desdeña la entronización de Alberto por considerarlo hombre ligado a fuerzas externas al movimiento. Esta interpretación también llevaría al movimiento en dirección minoritaria, con un nivel de exclusión elevado, asentado en lo conceptual.

La gravedad de este panorama interior radica en que, considerando ambos espacios en trazo grueso, es posible afirmar que en ellos se nuclea buena parte del activo que resulta necesario para una acción justa en los pocos meses que conforman el tramo electoral. Fíjese, lector: tanto Cristina como Alberto han brindado un interesante ejemplo que sus acólitos no siempre están dispuestos a seguir. ¿Cuál es el ejemplo? No les ha interesado tener “razón” en los duros debates previos entre ambos, sino permitir que sus figuras resulten funcionales al movimiento.

Las críticas de AF sobre la gestión presidencial de CFK han sido feroces y no dejaron un solo tema por incluir; “no veo nada para ponderar de la presidencia de Cristina” ha dicho en su momento. Como contracara, desde el kirchnerismo y con evidente anuencia de su máxima referencia, se lo ha imputado como agente de la embajada, hombre de Clarín, rupturista hacia el Frente Renovador, entre otros halagos. Bien: en un andar hondamente peronista, ambos conforman hoy una nómina conjunta, deponiendo diferencias en aras de la victoria nacional popular.

Ese es el ejemplo lanzado desde el movimiento obrero durante 2018. Por aquél entonces los dirigentes sindicales del Frente Sindical para el Modelo Nacional, con la Corriente Federal, el moyanismo, el SMATA, las delegaciones regionales de la CGT y todas las CTA, dejaron de lado tremendos enfrentamientos y dijeron estamos juntos contra el plan económico oligárquico. Eso despabiló a una dirigencia política hasta entonces adormilada y se iniciaron los caminos de unificación que se van concretando por estas horas.

CAMINANDO. Es que el Proyecto Nacional esbozado por Juan Domingo Perón se recrea en la práctica día a día y ese andar picado, bullente y pasional se condensa en la priorización del mercado interno, el crecimiento y la apertura de la caja de Pandora de las fuerzas productivas genuinas, asentadas en la elaboración de bienes de producción y consumo, para lo cual es preciso contar con una capacidad de compra de las grandes masas garantizada por la justa administración estatal de los recursos que la misma sociedad genera.

Semejante perspectiva, que enlaza con el rumbo adoptado por los países que se zambulleron en la Multipolaridad y son orientados por las iniciativas enérgicas del Papa Francisco, necesita una articulación interna precisa. Allí es donde José Ber Gelbard entra a tallar: la nueva burguesía nacional habrá que buscarla entre las empresas medianas y las cooperativas sin por ello excluir a los grandes espacios concentrados. Va entonces la misma pregunta: ¿es eso posible? La realidad dará cuenta de la réplica, pero anticipamos que a nuestro entender, sí. Empero, el debate sobre lo que habrá que hacer si se alcanza el gobierno, quedará para otro texto, más próximo que lejano.

El gigante miope e invertebrado se ha puesto en marcha. Lo curioso es que, cuando marcha, crece.
Es decir, sigue siendo un gigante, pero agudiza la mirada y su andar, se torna firme.

(*) Director La Señal Medios / Sindical Federal / Área Periodística Radio Gráfica.

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